Tumbar el machismo en el cielo: las historias de las pilotas argentinas que derriban prejuicios

"La última vez que se me bajó un pasajero fue en Mendoza, yo era comandante en Austral. Lo traté de convencer", cuenta una de ellas. Dos historias que retratan cómo es ocupar espacios en lugares tradicionalmente masculinizados, batallando dentro y fuera del avión.

05 de abril, 2023 | 00.05

A pesar de que pasaron más de cien años desde que la francesa Raymonde de Laroche se convirtiera en la primera mujer en obtener una licencia para volar una avión, las mujeres siguen faltando en las cabinas. Según las últimas estadísticas de la Sociedad Internacional de Mujeres Pilotos de Avión, a nivel mundial, las pilotas representan apenas un poco más del 5% del total de personas que ejercen esta profesión.

Ana Maluf empezó a volar hace 34 años en el aeropuerto de Don Torcuato, heredó de su papá el amor por esta profesión. Hoy con 50 recuerda el día en que se subió por primera vez a un avión antes de recibirse como pilota comercial, era 1989, tenía 17 y ya volaba como azafata, apenas la escucharon hablar por radio la contrataron, les sorprendió lo bien que se desenvolvía a pesar de su corta edad. 

Luego alcanzó la licencia de piloto comercial, hace 17 años que maneja aviones en Aerolíneas Argentinas con una trayectoria como comandante de 12 años. “El comandante es la máxima autoridad del avión, es una profesión muy verticalista entonces siempre hay uno que tiene que tomar las decisiones. Yo como comandante soy civil y penalmente responsable de todo lo que pase dentro del avión con mi tripulación y con los pasajeros, en todo momento”, cuenta.

Maluf integra la comisión directiva de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA). El año pasado, a base de organización colectiva junto a sus compañeras, formaron la primera Comisión de Género y Diversidad dentro del sindicato. “Para nosotras es un paso muy importante en nuestro gremio porque en Aerolíneas Argentinas somos 1.200 pilotos aproximadamente, de los cuales solo 17 somos mujeres”, asegura Ana y agrega: “Desde que empecé a volar veo un cambio muy grande. Antes, éramos cinco o seis pilotos mujeres nada más, ahora hay muchas chicas que se están animando, inclusive volando en JetSMART y en Flybondi. Si bien es una profesión que sigue masculinizada por la cantidad de hombres que hay, sobre todo en Argentina, lo importante es que las chicas se están animando. En otras partes del mundo está más naturalizado que haya mujeres, acá todavía estamos atrasados”. 

Incluso en el sindicalismo, que las mujeres estén en los lugares de tomas de decisiones es una novedad que se celebra: “Insistimos mucho en los cupos femeninos en el sindicalismo. APLA ha sido precursora en esto y me escucharon. La comisión de género es un espacio muy necesario para las compañeras. Creo que la mujer tiene que saber que si denuncia una situación de violencia no van a tener problemas, no las van a tratar de locas, problemáticas o exageradas como pasó siempre. En abril realizaremos la primera capacitación en APLA con la ley Micaela y de a poco vamos a ir cambiando las cosas. Quiero que tengamos un instrumento para que, si pasa algo, nos escuchen y lo hagan con respeto, eso también busca la comisión directiva del sindicato.”

Durante años Ana vivió en carne propia el machismo en un ambiente minado de hombres y cuenta que muchas veces tuvo que soportar el famoso “andá a lavar los platos”: “Naturalicé esas cosas que con los años me fui dando cuenta de que era violencia machista, por suerte no me afectaron, pero hoy no quiero naturalizar más eso y he conocido chicas que sí les afectó. Cuando empecé a volar éramos tres de la misma camada, dos de las chicas no siguieron porque se dieron cuenta que no podían soportar esas violencias. 

Ana tiene dos hijxs de 27 y 19 años. Cuando comenzó a volar, muchas mujeres le decían que su trabajo no le permitiría tener una familia por la cantidad de horas que pasaba fuera de su casa: “Eso es algo totalmente errado, podés ser piloto y tener una familia, la mujer tiene que saber que puede hacer lo que le gusta y puede ser quien quiera ser en todos los aspectos de su vida”, asegura.

Sin dudas la irrupción de los movimientos transfeministas en las calles y en todos los ámbitos sociales ayudó a que hoy Ana y sus compañeras puedan detectar y/o enfrentar las diversas formas en las que se manifiesta el machismo en sus espacios laborales. En ese sentido cuenta: “Hace un par años se empezó a hablar más de todo lo que tiene que ver con el patriarcado hacia las mujeres en el trabajo, APLA me ha apoyado y me sigue apoyando para que esto cambie.” 

Tirar el patriarcado también en el cielo

Karen Mendicini transitó rutas aéreas por primera vez cuando tenía 18 años en un vuelo de instrucción con un amigo. “Estaba fascinada, al principio tenía miedo de marearme o que no me guste, pero nada de eso me pasó y pensé: '¡Esto es lo que quiero hacer!' Bajé súper emocionada”, cuenta. En 2018 se recibió de pilota de avión privado y el año pasado alcanzó el título de pilota comercial. 

Para volar en una línea aérea argentina se requieren mil horas de vuelo. Karen hoy con su licencia comercial solo puede volar en países como Chile donde exigen 200 horas: “Ahora estoy esperando mi habilitación de multimotor para poder volar un avión con dos motores, cuando llegue a las 500 horas puedo empezar siendo instructor de vuelo, eso te ayuda a sumar horas.”, cuenta.

Ingresar en un espacio laboral que durante décadas estuvo reservado para varones cisgénero (persona cuya identidad de género y sexo asignado al nacer es el mismo) supone tener que sortear prejuicios y concepciones machistas. Karen recuerda: “Primero entré a estudiar en un lugar donde no me veían como una compañera más y me fui. Afortunadamente, cuando ingresé al Aeroclub Río de La Plata me sentí muy bienvenida, sin embargo, hay cosas que cuestan mucho por ser mujer, como el que se me reconociera y sienta que soy una chica más en este ambiente que es de hombres. Siempre hay comentarios fuera de lugar que los hombres siguen haciendo, pero creo que a medida que pasan los años y a medida que se sigan sumando más chicas, eso va a cambiar.”

En julio del año pasado, el avión 909 de American Airlines que hacía la ruta Miami/Buenos Aires debió retrasar su viaje una hora y media cuando siete pasajerxs se enteraron que la nave en la que viajaban era manejada por una pilota y una copilota y pidieron bajarse. A Ana también le pasó: “Ahora hace bastante tiempo que no se me baja ningún pasajero, la última vez me acuerdo que fue en Mendoza, yo era comandante en Austral. Lo traté de convencer, fui a hablar con él para que me vea y me dijo muy respetuosamente que tenía terror a volar y que no se sentía seguro. Si había un hombre seguro no se bajaba.”

“Todavía hay personas que no quieren viajar si hay una piloto, no solo en Argentina, sino también en otros países como Estados Unidos. Me sorprende que eso siga pasando hoy en día porque la mujer tiene la misma capacidad que el hombre, puede ser que algunas personas se destaquen más que otras pero eso no tiene nada que ver con ser varón, me parece algo completamente ridículo”, dice Karen. 

En 2018 Karen junto a un grupo de mujeres de distintas provincias del país organizaron un encuentro de mujeres de aviación. “Ahí nos dimos cuenta de que no solo éramos pilotos y tripulantes de cabinas, sino que también había mujeres en otras ramas de la aviación y eso nos impulsó a fomentar todas las carreras aeronáuticas en Argentina", cuenta. Y ejemplifica: "Hay muchas chicas que son mecánicas, despachantes, controladoras que trabajan en las torres de controles de los diferentes aeropuertos, también hay abogadas con especialización en aviación. Ahora intentamos fomentar a la mujer piloto en la aviación porque desde hace unos años vemos que las aerolíneas están pidiendo muchas chicas pilotos, no solamente en Argentina sino también a nivel mundial". Por ejemplo, la empresa KLM propuso que para el 2031 el 50% de sus empleados sean mujeres, no solo hablando de pilotos, sino en general en toda la compañía: "Chile también está contratando mujeres y en Argentina hay una empresa de vuelos low cost que está haciendo lo mismo. Se busca que la mujer esté ocupando esos puestos hoy en día, por eso cada vez son más las chicas que están estudiando para poder ingresar. Antes no tenías la seguridad de que si estudiabas ibas a conseguir trabajo, ahora las puertas se nos abren un poco más.”

En 2019 las pilotas reunidas en ese primer encuentro crearon la Asociación Mujeres en Aviación Argentina (AMAA) que nace con el objetivo de fomentar el trabajo de la mujer en la aviación y dar a conocer las distintas carreras que hay en la aeronáutica. Karen es una de las socias fundadoras: “Tenemos convenios con algunas escuelas para que puedan iniciar los cursos de las diferentes carreras. Todos los años organizamos eventos para que se incluyan a las mujeres. Por ejemplo, el último evento fue sobre pilotos de drones para empezar a mostrar que también hay chicas que están en esa área. La idea es que pueden acudir a la asociación si tienen algún tipo de duda para que nosotros las podamos orientar. Yo, por ejemplo, empecé sola, de cero. No tengo ningún familiar que sea piloto ni nada por el estilo y me hubiese gustado saber un montón de cosas cuando empecé a estudiar, como por ejemplo, que para ser piloto privado y no tener que pagar todas las horas se puede empezar con un curso de planeadora que es un poco más barato, después podés hacer el curso de piloto privado y te piden menos horas. También hay otras actividades que una puede hacer para sumar horas, como tirar paracaidistas.”

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