Javier Kussrow, a sus cuatro años, perdió la visión en un ojo luego de que un colectivo cruzara la calle en rojo y frenara bruscamente. Este hecho podría haber sido una tragedia y una limitante en su vida. Sin embargo, no se dejó llevar por su nueva condición sino más bien buscó la forma de convertirla en una fortaleza. Encontró en su faceta actoral instrumentos que le sirvieron para reforzar la confianza en sí mismo y un acceso hacia lugares impensados como Londres, donde filmó la publicidad “Javier in Frame” que luego fue vista por más de cien millones de personas durante el partido más importante del Super Bowl. Él, como protagonista, presentó una herramienta de accesibilidad para tomar fotos a personas invidentes o con baja visión. Sincrónicamente, un reflejo de su historia de vida.
Nació el 31 de enero de 1977 en Buenos Aires, Argentina. Vivió sus primeros dos años en Quito, Ecuador ya que su papá trabajaba allí como quiropráctico. Luego sus padres se separaron, y Javier volvió a emigrar junto a su madre a Argentina. En ese proceso de transición convivió con sus abuelos maternos en Olleros y Cabildo. A pesar de que era muy chiquito, los recuerdos siguen latentes: “Me acuerdo de que mi mamá y mis abuelos me regalaban constantemente autitos así que mi pasatiempo era jugar con ellos. Casi siempre en el horario de la siesta, momento en el que los adultos se recostaban en la cama a descansar. A los autos los tenía todos apilados en una caja súper pesada. Para encontrar el que quería, tenía que hundir la mano y revolver con mucha fuerza”.
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A Javier Kussrow también le encantaba hacer acrobacias, tenía mucha destreza física y le gustaba treparse a los arcos de las hamacas en las plazas. Sin embargo, el accidente lo volvió más precavido. Es que a sus cuatro años perdió la visión en un ojo. “El colectivo no chocó sino que pasó en rojo y clavó los frenos. En el interín yo estaba dirigiéndome hacia un asiento por lo que salgo disparado hacia adelante. Desgraciadamente me pinché el ojo con la cortadora de boletos. ¡Mucha puntería la verdad!”, describió el hombre. Al instante, Javier se tapa el ojo con las manos y le dice a su madre “no veo”. Se bajaron del colectivo desaforados en dirección hacia la guardia más cercana. Javier fue sometido a una intervención quirúrgica para suturar la herida. El accidente provocó un desprendimiento de retina. Al mes siguiente, se sometió a una nueva intervención para reestablecer la función del ojo pero ya era tarde.
“Yo intenté seguir mi vida con mucha naturalidad. Así y todo, me preocupaba la mirada del resto. Me preguntaba el por qué me observaban tanto. Si era por mi ojo herido o por otra cuestión”, confesó Javier. La actuación fue su salvación: eliminó los prejuicios que su propia mente creaba, y reforzó la seguridad en sí mismo. “En séptimo grado imité a Paolo, el rockero. Tenía que hacer de un personaje que no sabía nada, que respondía mal las preguntas. La escena generó mucha repercusión. Mis compañeros de la escuela se rieron tanto que volvimos a hacer la obra pero esta vez yo como protagonista. Nuevamente me ovacionaron. De golpe ya era famoso, me reconocían y saludaban por los pasillos. Y ahí dije esto es lo mío”, comentó Kussrow haciendo alusión al momento en el que se dio cuenta de lo tanto que le gustaba actuar.
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Luego de terminar el secundario, decidió seguir el camino del arte: “Me anoté en dos oportunidades en arquitectura -porque a lo largo de los años dibujé bastante y tenía ganas de dedicarme a eso- pero no me presenté porque sentía que la actuación iba más allá de todo”. Inmediatamente Javier, haciendo una retrospectiva, compartió un pasaje de su vida que resultó trascendente en la elección de su vocación. “Mi madre se formó como abogada, pero estudiaba todo lo relacionado a expresión corporal y técnicas energéticas. Yo me acuerdo de entrar al departamento de dos ambientes y ver a un grupo de quince personas amontonadas en el piso; charlando y comiendo. Era divertido en su momento caminar entre las personas hasta llegar a mi habitación. Traigo este recuerdo porque yo mismo después repliqué eso con la actuación. Se ve que lo mamé de esa etapa de mi vieja".
Cómo llegó a ser parte del Super Bowl
Javier Kussrow siempre tomó a la actuación como un nutriente que le daba vida, y entendió que su forma de trabajo era poniendo el cuerpo. “Obviamente me pregunté muchas veces por donde encarar la actuación; es más, tuve momentos en los que me bajoneé porque no sabía cómo exprimir eso que tanto me gustaba. Pero cuando volvía a ponerme en personaje encontraba todas las respuestas”, remarcó.
A lo largo de su trayectoria tuvo la oportunidad de demostrar sus habilidades tanto en escenarios de Argentina como en las calles de Canadá. “En la ciudad de Victoria, todas las tardes actuaba y mostraba un libro con fotografías de personas con vestuarios de diversas épocas. Fue una experiencia increíble ya que tenía que interactuar con la gente en francés y en inglés”, subrayó el actor.
Sin embargo, el gran paso lo dio este año al salir en la pantalla grande del Super Bowl. “A mí me contactó una directora de casting de Inglaterra para el anuncio de Google Pixel, gracias a la intermediación de la agencia GUT Miami con quienes ya había trabajado. Encantado con la propuesta inicié el proceso de castings a distancia”. Finalmente, luego de un mes de pruebas e incertidumbre, Javier quedó seleccionado para el rol principal. “Yo en ese momento me estaba yendo para Córdoba con mi mamá. La idea era pasar las fiestas allá pero al enterarme de este notición decidí volverme antes”, comentó.
Así fue como el 2 de enero de este año el actor argentino partió hacia Londres a cumplir uno de sus mayores sueños. “Había escuchado al pasar que el comercial se iba a proyectar en el Super Bowl pero no le di importancia. En la prueba de vestuario el director se acercó sigilosamente y me confirmó que era para el Super Bowl. Yo lo único que dije fue ¡qué bueno! porque seguía sin saber la dimensión que este tenía. Y ahí es cuando Adam Morse, el director, mencionó que lo iban a ver más de 500 millones de personas. Cuando dijo eso empecé a ver todo con otro color”, confesó.
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La estadía de Javier fue de una semana. El itinerario estaba conformado por un día de prueba de vestuario, cinco días de rodaje y medio día de grabación de voz. “Fueron jornadas intensas. Me pasaban a buscar a las 6 de la mañana al hotel y volvía a eso de las 9 de la noche”, mencionó el actor, quien el anteúltimo día se enfermó debido al ritmo de trabajo y el clima. “Tenía que grabar en un parque con una remera y una camperita de jean; como si estuviese en primavera. Pero en realidad hacía un grado”. A pesar de que le dieron una manta para cubrirse al cortar cada toma, no fue suficiente, y Javier empezó a tener fiebre. En ese momento, un médico lo asistió, y le indicó que regresase al hotel a descansar.
A pesar del imprevisto, el argentino quedó fascinado con el nivel de producción desplegado para hacer el cortometraje. “Me sentí como una estrella de Hollywood así que cada vez que caía a la realidad agradecía a la vida por darme ese lugar tan privilegiado”. A pesar de ello, al llegar a Argentina, sintió la necesidad de ir a la costa -a un teatro barrial- para hacer una obra; para conectar con su esencia. Javier entiende a la actuación como un cable a tierra y como algo que lo mantiene vivo constantemente. “Mi aspiración personal es seguir creciendo profesionalmente y ser lo más feliz posible en el día a día; y para el afuera, me gustaría que mi trabajo le llegue a quien le tenga que llegar, y que le pueda servir como herramienta para su vida. La actuación muchas veces logra eso; tocarle una fibra a alguien, y transformarlo”, cerró.