A Juan Ramón Flores le espera una jornada larga en el 92. Arrancó a las 7 y hasta las 16.40 va a estar arriba del colectivo. Aldo Bonzi, Flores, Floresta, el Mercado Central, Mataderos, Caballito, Palermo, Recoleta y Retiro serán algunos de los destinos.
Desde sus lentes oscuros ve la ciudad despertar, lejos del ruido de hace algunas horas cuando era El Tiqui F y hacía bailar y trasnochar a otras urbes al ritmo de cumbia y RKT. Aunque parezca imposible le dedicó sus horas al descanso porque entiende “la responsabilidad de un transporte de pasajeros”, según le cuenta a El Destape. Sin embargo, un leve zumbido persiste en su tímpano. Vestigios de parlantes, ritmos y alegrías que él también condujo por buen camino.
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Desde chico tenía dos sueños: cantar y ser chofer. A los dos los logró, pero ninguno fue fácil. Si bien con la música hubo una conexión natural. “A los cinco años me senté en la batería de la iglesia y nadie entendía como ya sabía tocarla”. Una infancia muy dura obligó a posponerlo, pero un video ("El Colectivo") junto a compañeros del colectivo se hizo tan viral que llegó al interés de Parulo Producciones, una de las disqueras más importantes de la movida tropical liderada por Oscarcito Belondi, vocalista de La Repandilla y con un pasado en Yerba Brava. Hoy hace giras por el país.
Desde que sus dos metas se hicieron realidad el artista logra compaginar actividades que parecían imposibles. “No es fácil, pero logré cumplir bien el rol de Juan, el colectivero y el de Tiqui F. La gente me sigue en ambos lados, me felicita porque trabajo bien, manejo bien, no choco, no dejo a nadie a pata y en lo artístico también porque hago reír y bailar a la gente. Creo que hago bien los dos papeles y no se me mezclan”.
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En este aspecto argumenta: “En el mundo del colectivo soy otro Tiki. Un Tiki serio y responsable que cuida su laburo y sus pasajeros. Nada que ver a los a los videos que hago en TikTok y redes, en los que me la paso jodiendo. A veces pasa que los seguidores me reconocen y piensan que yo voy a hacer cosas como en el escenario, y cuando se dan cuenta que no, creen que soy amargado o agrandando, pero nada que ver. Pasa que esta también es parte de mi vida y es como mayormente mantengo a mi familia”.
El “destino” de la música
Desde que tiene memoria que hace música. “Desde los cinco años en la banda de la iglesia”, revela. Sin embargo, el hobbie empezó a hacerse profesión cuando sus temas comenzaron a explotar en las redes hace algo más de seis meses. 'El colectivo' lo hicimos acá en la empresa y ahí arrancó toda esta locura. Por suerte, me apoyan mucho los chicos del trabajo, mi jefe, los delegados porque todos saben un poco mi historia de vida, todo lo que pasé y todos los valores que tengo. Saben que soy muy trabajador, gracias a Dios”.
Al poco tiempo comenzó a ser reconocido por los usuarios del transporte. Ese fue el primer paso para las giras con las que hoy recorre el país: “Cuando los tiempos lo permiten”, aclara.
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Recuerda una de sus primeras giras, que tuvo que combinar con su profesión como colectivero: “Habíamos ido a Salta. Viajamos 22 horas y fue agotador. Dormíamos dos o tres horas por día. Yo me sorprendí como me reconocían, por que hicimos muchísimas notas, radios y canales. Volví tipo 1, devastado y ese día tenía que arrancar a las diez de la mañana un doble turno, porque había que devolver los días que me fui. ¡Tenía unas ojeras por el piso! No es facil. Pero es parte de luchar dia a dia para cumplir mis sueños. Ya la segunda vez estaba más canchero y preparado hasta psicológicamente para aguantar”.
Para Tiqui nada de esto podría lograrse sin el apoyo de la familia que lo “aguanta en todas sus locuras": “Tengo una familia muy unida que me apoya un montón, quizá por eso es que se dio tan rápido todo. A mí todavía me sorprende”.
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Si bien se define como alguien que “siempre fue popular”, todavía le parece raro cuando le piden una foto o que músicos que admira lo tratan de igual a igual. “A veces hablo con Oscar (Belondi) y le digo 'jefe'. Él me pide que le diga colega y me parece que estoy soñando”, asegura.
Poner primera ante la adversidad
Su vida no fue fácil. Vivió en la calle y pedía fruta picada para sobrevivir en el Mercado Central, luego de sufrir el abandono paternal. “El de la calle es un ambiente muy jodido para crecer. Hice un montón de cagadas, conocí a gente de la peor. Pero, por suerte, siempre fui un tipo positivo y creo que inteligente. Conocí a Andrés, un amigo de la calle que fue como un papá para mí. Me enseñó el oficio de pintor y me transmitió valores que me sirvieron para encaminar mi vida. De hecho, pude a los 24 terminar el secundario”, recuerda.
Sobre su infancia revela: “Pasé por todo antes de llegar a este presente. Dormí en una plaza, pedí comida y monedas en la calle, junté cartón. Pasé por años muy difíciles, en los que ni en mis mejores sueños pensaba en llegar donde estoy hoy”.
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A sus 30 años, Juan disfruta su vida. Tiene su familia, junto a sus tres hijos y su compañera, en el barrio de Transradio, Lomas de Zamora. Además es fanático de Los Andes y simpatizante de Boca Juniors.
Siempre sigue deseando. Ahora, espera dentro de poco poder hacer una colaboración con Oscar; y dice que también le gustaría mucho tocar con Callejero Fino, Ezequiel y La clave. “¿Por qué no voy a poder soñar?”, se pregunta con una sonrisa, con la seguridad del que sabe que no hay destino imposible con alegría. En el bondi y en la vida.