En cada guía turística donde se mencione la Provincia de Buenos Aires, y en específico, el barrio de Martinez, debería resaltarse en negrita una librería emblema, con un librero con tanta cancha que es imposible llegarle a los talones. José Maria Berardi atiende su librería “El Monosabio”, desde hace 65 años. Gran parte de su vida fue dominada por su pasión por los libros, pero nunca es tarde para adquirir nuevos amores en nuestra vida, y hoy, con 90 años, puede jactarse además de ser quíntuple campeón mundial de atletismo para adultos mayores, en varias disciplinas.
Su historia con los libros empezó en los primeros años de su vida, pero al cumplir los 18 años, ya ocupaba el ranking de los mejores vendedores de libros del país. En sus inicios, cada editorial premiaba con una medalla al mejor vendedor, y Berardi afirma que acumuló muchas: “Tiempo después quedé afirmado en la editorial Losada, que tenía mucho prestigio por ese entonces. Trabajé ahí muchos años, estuve efectivo y tuve a cargo un grupo de vendedores. Más tarde me fui haciendo solo, llegué a viajar por todo el país, por los pueblos, vendiendo. Así fui haciendo mi vida".
Uno de esos viajes fue decisivo para su futuro. Mientras iba por la ruta, de camino a vender libros a otro pueblo, José María tuvo un accidente con el coche. Los médicos predijeron que no viviría más allá de 4 o 5 meses. Y en vez de sumirse en la desesperación, decidió que si se tenía que ir, al menos iba a dejar el futuro de su familia asegurado. Con su mujer y dos hijos chicos, decidieron poner en un local chico, en una galería de Martinez, la librería que es conocida como “El Monosabio”. Pidiendo favores a sus amigos editores, que le regalaban libros, de a poco, fue formando lo que hoy son pilas interminables de libros, que llegan hasta el techo, sostenidos por fuerzas irreconocibles.
Cuándo habla sobre los inicios de la librería, se emociona: “Esta librería ahora tiene casi 65 años, es toda una vida. Tengo muchas anécdotas, pero para pasar mucha vida contando. Estoy por cumplir los 90 años, y mi vida ha sido una montaña rusa. En atletismo he ganado medallas de oro en 90 países. Nadie hizo todo lo que hice yo. Aprendí todas las disciplinas de atletismo hasta llegar a lograr salir campeón mundial de decatlón. Hay que aprenderse todas las disciplinas. Yo lo hice poquito a poco. De verdad no sé si es que Dios me tiene anotado a un costadito ahí. Porque todo lo que le pedí me lo dio. De caradura en el último cumpleaños le pedí: ‘A ver si me tirás 10 años más’".
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Hace 65 años que la librería está encarnada en Martinez, ya nadie la mueve, todos saben donde está y a quién recurrir en busca de lecturas. Y si bien ha pasado el tiempo, las anécdotas son a lo que Berardi se aferra. Han visitado la librería personas muy reconocidas, desde el hijo del ex presidente Carlos Saúl Menem, Carlitos Jr. que pasaba a visitar a una novia que tenía por el barrio, la mujer de Yabrán, Fito Paéz, Spinetta, que le copaba el local de muchachos jóvenes que iban a escucharlo hablar, hasta el Che Guevara: “Estuvo el Che en la época de Frondizi. El entró al país vestido de cura. Un día llegó mientras estaba en el negocio de enfrente y me compró dos libros de historia. No me lo olvido más”.
Si bien reconoce que todo lo que hace hoy en día se lo agradece a las chicas que lo ayudan en el negocio, él ya se ha establecido como figura emblemática en el barrio, reconocido por todos los vecinos: “Cuando salgo me gritan: “¡Chau Mono!” en el tren. Hasta los perros me conocen acá. Me regalan la verdura, a cualquier lado que voy a comprar algo no me quieren cobrar. Me quieren mucho".
El espacio dentro de la librería es chico, y aunque el hecho de trabajar con libros está asociado a la calma, al bajar un cambio, José María nunca fue una persona sedentaria: “Tenía un chapista que tenía un abdomen muy grande, y un día vino y me dijo: ‘José Maria, quiero ir hoy a correr al hipódromo y bajar el abdomen este, ¿me acompañas?’.Yo tenía 60 años. Mi familia no podía creer que iba a ir a trotar y me vinieron a ver todos. Ahí se prendió la primera llama. Tiempo después vi la primera carrera de 5 mil km y me anoté, y después fui sumando. De ahí fui al CENARD y ví el salto con garrocha y me encantó y lo quise aprender. En casi todos los países de Centroamérica tengo medallas de oro. Y ahora tengo como 15 años de atletismo".
Hoy, a pesar de tener 90 años, es como si el tiempo no pasara. Durante la pandemia, mientras los negocios permanecían cerrados o atendiendo por internet, José María se instaló en la librería, durante el día atendía con la persiana baja, vendiendo los libros que tenían, ya que las editoriales no entregaban, y de noche se tiraba un colchón y dormía entre pilas de libros.
Todas las mañanas se levanta, y antes de acercarse a abrir la librería, hace 30 minutos de ejercicio, se prepara para la próxima competencia de decatlón, en la cuál sueña con competir. Sigue vendiendo libros con el mismo espíritu que hace 70 años, a veces le regala a los chicos que vienen a la librería a chusmear alguna de sus medallas o copas, como formas de incentivarlos a leer. Concluye: “Yo a veces pienso que no se como estoy diez puntos en todo. Me siento bien físicamente, mentalmente, leo libros, acostumbro a rezar. Y acá el negocio anda muy bien. Tengo una compañera de noventa años que cuido todos los días. Sesenta y cinco años de casados tenemos. Y ahora solo espero lo que Dios me mande. Otra cosa no puedo hacer".