Simuladores Hornero es una firma integrada por Adrián Zaccagnino, Sergio García y Franco Marinelli, tres amigos amantes de la tecnología, que hace más de dos décadas llevan adelante un proyecto ambicioso que fue mutando con el tiempo. Si bien los comienzos estuvieron ligados al mundo de la fotografía, en la actualidad desarrollan simuladores de aviones y su último proyecto estará orientado al automovilismo.
“Somos amigos que nos gusta la tecnología”, sintetiza en pocas palabras Zaccagnino en diálogo con El Destape. “Venimos hace muchos años haciendo cosas, desembocó en los simuladores pero, en un principio, hacíamos tomas aéreas. Por ahí arrancó la cosa. Después, como todos estábamos metidos también dentro de la aeronáutica surgió la idea de hacer simuladores", cuenta, sobre este sueño que comenzó en un garage.
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¿Qué es el AT-802?
“El AT-802 es un simulador de un avión que es fumigador y contraincendio, que se usa acá en el país. Es la aeronave más grande que hay”, explica uno de sus creadores, y da cuenta de la principal problemática a la que se enfrentan los pilotos de este área. Como las fumigaciones se realizan entre dos y tres veces al año, sucede que los pilotos están mucho tiempo sin volar este tipo de aviones. Esto da lugar a que surjan muchos accidentes que, dada la poca frecuencia de contacto con el avión, pueden resultar fatales.
Así surgió la idea de armar el Air Tractor 802, y comenzaron las conversaciones con la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), que además de asegurarse de que esté todo en regla, los guiaron durante todo el proceso hasta la aprobación final.
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El simulador permite imitar todas las fallas que podrían surgir en la aeronave. La gran ventaja es que en el aire tenés pocos segundos para reaccionar, entonces, al probar Air Tractor 802, la persona que va a pilotear el avión llega bien preparado por si ocurre algún inconveniente.
“Tenés que estar muy preparado, tenés que ya saber lo que tenés que hacer”, remarca Adrián. Cuenta que, tras la preparación, se toma un examen. Todo está diseñado al detalle para que la experiencia sea inmersiva y realmente el piloto se sienta en el aire. “Estás volando, yo los he visto que transpiran porque te ponen una falla y tenés que responder como si fuera real”.
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Además del modelo argentino, en el mundo hay otros dos simuladores de este tipo que cuentan con la certificación más alta que existe: uno en Estados Unidos y otro en España.
“Queríamos una certificación alta porque dijimos ‘vamos a salir a competir al mercado con lo mejor que haya'”, afirma Adrián, uno de sus creadores. Revela que, dicha legitimación, indica que “podés practicar todo y después todos los años tenés que ir a rendir una renovación que te pide ANAC”. Ese examen se puede rendir exclusivamente en cualquiera de los tres países habilitados, es decir que ahora, gracias al aporte de Simuladores Hornero se abaratan los costos para los pilotos argentinos y de la región que quieran rendirlo.
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Asimismo, Zaccagnino cuenta que hasta este momento son la única empresa nacional con simuladores con alta certificación, y que esta no fue la primera vez que consiguieron un aval así. Anteriormente ya la había conseguido con el BO-105, un helicóptero que se usa para el rescate cuando hay un accidente.
Socios y amigos
Este emprendimiento que lleva más de veinte años es el resultado del compromiso asumido por tres amigos que los une una misma vocación. Como no cuentan con la financiación de ningún organismo, los proyectos nacen y se realizan a pulmón. Adrián cuenta que todos sus trabajos “lo armamos en el fondo de mi casa” y lo que más valora es el esfuerzo que invierten y las metas que fueron alcanzando juntos.
“Tenemos diferencias entre nosotros. Por ejemplo, todos pensamos diferente políticamente, pero somos amigos y entre nosotros no tenemos grietas”, cuenta Zaccagnino y subraya que si hay algo que todos comparten es la responsabilidad y el respeto por el trabajo y por el tiempo que invierten.
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“Todos le robamos tiempo a la familia, tenemos otros trabajos, y todo eso se vuelca en Simuladores Hornero”, afirma. En relación con esto señala que la motivación final de todo lo que hacen no es el dinero: “Nosotros no pensamos en plata, pensamos en proyectos. Si la plata fuera el objetivo, no lo haríamos”.
Por aire y por tierra
El proyecto principal en el que trabajan durante estos días vincula a los simuladores con los autos de carrera. Más precisamente se trata de un simulador “al estilo Dallara”, una empresa italiana presente en las competiciones de Fórmula 3.
Todo surgió a partir del contacto de una compañía brasileña que les consultó si podían desarrollar un simulador para corredores argentinos que actualmente participan en la categoría IndyCar de Estados Unidos.
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“Empezamos a trabajar todo el tema de adquisición de datos, viendo los programas, cómo cargarlos, algunas cosas ya las tenemos y otras no, pero estamos en esa etapa de investigación”, detalla Zaccagnino sobre esta nueva aventura a la que se adentraron, y agrega que la idea es que el simulador sea utilizado como un probador previo a las carreras.
En este sentido, la diferencia más grande con un ejemplar de avión es que en este caso se necesitan cargar mucho más datos que luego serán evaluados por el equipo que se preparará para la carrera. De esta forma, “cuando el piloto llega a la pista, ya recorrió varias veces la versión virtual, y los técnicos e ingenieros que trabajan alrededor ya pudieron probar y anticiparse a un montón de cuestiones técnicas que pudieran surgir. Todo el equipo está mejor preparado”.