Charo Cottier recuerda que de chique ya tenía una vocación por arreglar cosas en su casa, se daba maña para cambiar el cuerito de una canilla o pintar algo. Hoy es electricista, tiene 25 años, se identifica con el género fluido e impulsa que otres exploren este oficio.
Charo lleva tres años trabajando como electricista y en ese corto tiempo ya acumuló una extensa trayectoria laboral: se desempeñó en grandes teatros, en locales de cadenas comerciales y por supuesto, también en domicilios particulares. Todavía rememora sus primeros pasos, en el Centro de Innovación y Desarrollo para la Acción Comunitaria (CIDAC), ubicado en Barracas. Allí realizó el curso de electricidad domiciliaria en 2019. La gratuidad de ese espacio de formación le permitió adquirir un oficio sin que lo económico sea un obstáculo, en un momento de su vida en el que se encontraba sin trabajo. Se enteró buscando por Internet, se inscribió y, a pesar de haber cupos reducidos, logró entrar.
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Recuerda cuál fue su primera reacción cuando se adentró en el aula: la sorpresa de ver que, en el curso, había la misma cantidad de hombres y mujeres, cuando se trata de un oficio históricamente masculinizado. "Me sentí bien, me gustó que sea equilibrado, nunca lo consulté pero supongo que los cupos equitativos es una decisión política del lugar.” Continuó formándose en la Cámara Argentina de Electricistas, lugar al que hoy vuelve convocada para dictar un taller exclusivo para mujeres y LGBTIQNB+. “Es un lugar muy importante para la comunidad de electricistas y poder estar ahí generando una capacitación con un enfoque con perspectiva de género, es un placer para mí", advierte.
Luego de finalizar su primera formación, Charo escribió una publicación en un grupo transfeminista de la red social Facebook, ofreciéndose como ayudante de electricidad. Una chica le respondió recomendándole que comience a trabajar con un electricista de Lanús, Daniel. Por cercanía a ese nexo lo llamó. Lo que no sabía es que esa relación iba a terminar consolidándola en este trabajo y hoy, al mirar hacia atrás, lo reconoce como su "tutor": aprendió mucho a su lado, le compró zapatos de trabajo y le formó en la práctica del oficio, algo que el curso no ofrece.
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"Daniel es de Jujuy, no hablaba mucho, pero lo que noté es que él sufrió mucha discriminación. Para él, era importante que todas las personas tengan laburo, por eso siempre contrataba mujeres. A mí siempre me catalogan como mujer pero nunca tuve una conversación con Daniel sobre ese tema", recuerda, sobre sus inicios. Las personas de género fluido tienen una identidad que no es fija, sino cambiante: "Lo que siento es que es una cuestión que va fluyendo y no es determinante de un solo pronombre o género", explica Charo.
Su identidad no es un tema que suele aclararle a sus clientes, sobre todo porque no es algo que le molesta si le leen de una u otra forma: "No me incomoda porque yo siento que esa dualidad y esa neutralidad no es algo que tenga que corregir." Algunes clientes que le llegan a Charo por recomendación suelen saber antes su identidad de género, otres que la desconocen suelen asignarle pronombres femeninos: “No es algo que me ofenda, la verdad, lo que sí noto es que algunas clientas se sienten más cómodas o más a gusto contratando a alguien para que haga un trabajo en su propia casa que no sea un varón cis, confían más. En general, me han llamado muchas mujeres o madres que dejan a sus hijas mientras yo laburo y sienten confianza, personas que me han visto una vez, me han dejado la llave de su casa y se han ido a trabajar. Durante mis primeros dos años de trabajo me llamaban más mujeres que varones y siempre por recomendación, pero este último año me contrataron más varones.”
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Los varones se sorprenden al verle y le preguntan: “¿Quién te enseñó el oficio?, ¿Cómo llegaste a esto? ¿Por qué te gustó la electricidad?”, preguntas que jamás le harían a un varón cis. Al respecto, Charo reflexiona: “Quedan muy flasheados cuando ven que no cumplo con ese mandato de la feminidad y cuando ven que me gustan las herramientas y trabajar en altura. La realidad es que ser electricista no es un trabajo limitante para un género pero lo tenemos que militar para decir acá estamos. Me ha pasado con chabones que cuando llego a trabajar a sus casas me quieren dar una mano moviendo la escalera o entrando los materiales porque piensan que me falta fuerza. También me subestiman, es la primera impresión, después se relajan y se dan cuenta de que puedo con todo y si necesito de alguien contrato a ayudantes, que son pibas jóvenes, siempre laburo con compañeras o compañeres para hacer que este trabajo sea más equitativo para todes."
Por supuesto, los prejuicios se sostienen, de generación en generación: “Algunas veces apenas me ven dan por sentado que no tengo experiencia o que no tengo máquinas y también debo romper con eso. Me menosprecian tanto por mi género como por mi edad, dan por sentado que no sé nada, pero cuando me escuchan hablar se dan cuenta de que sé", explica. Hace poco aprendió a colocar tanques solares, tenía que subir a un techo de cuatro metros de altura: "La persona que me contrató me preguntó ‘¿estás segura que podes?’. Yo no lo veo como discriminación, pero capaz, otra persona que tiene el autoestima un poco más baja lo toma como una limitación. A mí me pasa todo lo contrario, me motiva, lo tomo como un desafío. Lamentablemente siempre tenemos que demostrar que podemos y al mostrarnos, otras personas, tal vez, piensen si elle con ese género y esa edad pudo, yo también puedo. Si no nos mostramos, la gente va a seguir pensando que la electricidad es cosa de chabones y que los oficios en general también lo son.”
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"A muchas mujeres les genera una cuestión de orgullo, como cierta felicidad saber que yo me dedico a esto y me dicen: ‘En mi época esto no podía estudiarlo una mujer o era muy poco común que se dediquen al oficio'", explica Charo y agrega que cuando surgen trabajos que elle no puede hacer, recomienda a otres colegas mujeres, maricas, lesbianas, no binaries, trans. En este oficio, como tantos otros que durante años fueron reservados para los varones cis, hay una cuestión generacional que el patriarcado marcó pero que de a poco está comenzando a cambiar.
Romper con los mandatos
Desde la niñez, a través de los juegos, se pueden proyectar mundos posibles. Las opciones que recibe un niño o una niña tienen que ver con una división binaria que sigue existiendo a la hora de elegir juguetes. Son pocas las nenas que reciben una caja de herramientas y pocos los nenes a los que se les da una muñeca para que crezcan libres, en igualdad.
Podría pensarse que Charo es de las primeras generaciones que están pensando en cambiar esas normas estancas. "Quienes me han enseñado a curtirme en el trabajo eléctrico fueron varones cis, sin ellos no hubiese podido lanzarme y eso también es un shock porque las personas que me enseñaron a los 14 años ya sabían agarrar una máquina y yo aprendí recién a los 18. por eso sorprende. Algunas mujeres me contrataron pensando que soy un varón, cuando se dan cuenta que no lo soy se quedan sorprendidas y bastante felices."
Derribando todos los mitos de oficios masculinalizados, Charo cuenta que cada vez hay más diversidad en el ambiente y además están conectades: "Formo parte de en un grupo de WhatsApp llamado 'Oficios y deconstrucciones' donde hay personas que se desempeñan en distintos rubros, aunque la mayoría somos electricistas. Es algo lindo porque se genera una red donde nos pasamos clientes o nos recomendamos entre nosotres para poder visibilizar nuestro trabajo siendo mujeres, lesbianas, no binaries, trans, nos hermanamos y eso es una sensación muy linda porque nos ayudamos mucho.
Charo refuerza el rol de la visibilidad: "Es importante que nosotres tomemos la posta para que más personas se animen a laburar de esto. Mostrarnos crea una realidad habilitante para que otres piensen que eso puede ser parte de su futuro. Hay personas a las que les dijeron que por ser mujer no podían hacerlo y tuvieron que esperar 10 años para decir ‘sí, puedo’ y estudiar electricidad. Yo no pregunté a nadie, me mandé, hice el curso y cuando mi vieja se enteró me dijo: ‘Siento orgullo de que seas electricista’, esa fue mi experiencia, sé que hay otras personas a las que no les pasó eso.”
En esa lucha para torcerle el brazo al patriarcado y visibilizarse, Charo también brinda capacitaciones sobre electricidad domiciliaria y electricidad para espacios escénicos, además es docente de teatro y de ESI. Enseñar es su pasión y ya lleva dictados más de diez talleres. Cuenta que la gran mayoría de las personas que asisten a sus clases son mujeres, no binaries, lesbianas, trans. “En todos los casos, me han agradecido mucho la oportunidad de poder aprender un oficio porque capaz no se animaban a ir a un centro de formación por miedo a que les discriminen o sentir la incomodidad de aprender con un varón cis que les va a subestimar.”
Convocade por Cecilia Bacci de la agrupación “Nosotras electricistas”, en agosto Charo brindará un curso exclusivo para mujeres y personas de la comunidad LBTIQNB+ en la Cámara Argentina de Instaladores Electricistas - Acyede. Bacci es parte de la Comisión de Género en esa entidad que ella misma creó.
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Orgullose de seguir impulsando a otres a desarrollar el oficio, cree que hay algo que se pierde con el paso del tiempo cuando hablamos de este tipo de trabajos: “En todo esto, creo que hay un trasfondo un poco más amplio y que tiene que ver con la pérdida de los oficios. Ya no existe el varón que arregla todo con 20 o 30 años, pero tu abuelo o tu viejo sí. Creo que eso se está perdiendo, me refiero a los varones haciendo oficios porque hasta ahora fueron ellos los que ocuparon ese lugar, pero sería hermoso que lo haga cualquier persona que lo desee”, enfatiza.
Para Charo, es importante ir desmantelando esos estereotipos: “Siempre se espera que el varón lo haga por mandato o por ser el varón de la casa. En mi caso, mi viejo nunca arregló cosas por falta de tiempo. Ese mandato sigue estando, lo veo en mi familia. Mi vieja siempre le dice a mi papá que arregle tal cosa, a él no le gusta hacerlo. Yo lo sé, pero lo hace igual. El género atraviesa mucho al oficio, tanto para decir vos tenés que poder hacerlo o para marcar a vos no te corresponde realizar eso. Hay que romper esas ideas y creo que estamos empezando a cambiarlas”, concluye Charo.