“Tessa es una bebé tamaño recién nacida. Mide 51 cm. y pesa 2,8 kg. Tiene pestañas injertadas pelo por pelo. Llega a casa con 3 mudas de ropa, chupete imantado, manta, pañal y certificados”, postea la cuenta @bebesrebornargentina en Instagram. La publicación va acompañada de imágenes de una bebé de mejillas robustas y rosadas que usa un enterito rosa con botones en el cuello, capucha y parece estar durmiendo. Tessa parece real, pero no lo es. Es una bebé Reborn: muñecos de recién nacidos hiperrealistas que son “adoptados” por encargo.
Dicha cuenta pertenece a Leticia Casco, de 28 años, una artista Reborn desde el 2018. Ella, como todas las artistas de este campo, importan desde España, China, Canadá o Estados Unidos los “kits” de partes del bebé que luego pintan y acondicionan con extrema minuciosidad para darles ese aspecto realista.
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La mayoría están hechos de vinilo y tienen cuerpo de tela rellenado con microesferas de vidrio y vellón siliconado, lo que les brinda la flexibilidad y peso tan similar a la de un bebé de carne y hueso. Luego se colorean con pinturas termo sellables y se injerta cabello y pestañas de mohair -alpaca natural-.
El mercado de bebés Reborn es acotado en nuestro país, pero existe un nicho que se dedica a darles vida con “pasión y dedicación”. Son más que juguetes, más que muñecos: son un soporte terapéutico en algunos casos, un bien coleccionable o un miembro más de la familia al que se le realiza un Baby Shower, un bautismo o que, incluso, se venden en una placenta artificial para simbolizar su nacimiento. Pero, en ningún caso, se trata como a un juguete más y es precisamente eso lo que despierta tantas pasiones como reticencias.
“Dan miedo. Busquen un psicólogo. Es más sano comprar un perro. Quieren imponer a las niñas el ser madres. Mejor adopten un niño sin hogar”, enumera los comentarios la cuenta @elsuenodemiaysol, también perteneciente a artistas Reborn, respecto a las interacciones que suelen recibir.
“De mi entorno, no todos saben que soy coleccionista de bebés Reborn porque mayormente la gente no lo entiende. Nos llaman loquitas, perturbadas o traumadas, pero siempre desde la ignorancia. Puedo entender que les de impresión porque muchas han dicho que parecen bebés muertos, pero su uso es terapéutico”, contó a este medio Agustina, de 46 años y oriunda de Punta Alta, provincia de Buenos Aires.
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Agustina llegó a tener 12 bebés Reborn que exhibe con orgullo en @micoleccionreborn.arg, sin dejar de aclarar que no están a la venta, por lo que sus seguidores se limitan a halagarlos: “Me encanta. Se nota que es de buen comer este niño” o “Qué bello este gordo”, comentan en la foto de “Tomás”, uno de sus bebés Reborn.
Las repercusiones de las fotografías de estos bebés de vinilo son respetuosos y eufóricos, mayormente, aunque no siempre los comentarios que recibe Agustina son adecuados: “Algunos me preguntan por qué no tengo bebés de verdad. ¡No es lo mismo! Yo no tengo hijos por decisión propia, así que no vienen a cubrir ningún trauma o carencia. Siempre me gustaron las muñecas, y esto es arte en su máxima expresión”.
Agustina también colecciona muñecas tejidas al crochet, pero no es lo mismo. El bebé Reborn “es como tener un bebé que no crece”, que le ha permitido entrar “en un mundo nuevo”: “Yo que no tengo hijos, de repente me encontré comprando cositas de bebé como ropita. Me conecté con mi lado maternal. Todo para las fotos, no los saco a pasear ni los trato como reales. Simplemente me transmiten mucha paz, son mi cable a tierra”.
Los prejuicios traban el nicho Reborn. Todas las fuentes consultadas para esta nota han coincidido en que el mercado de estos muñecos está copado “casi al 100%” por mujeres. Sucede que si ellas al comprarlos son consideradas “locas”, los hombres son prejuzgados como “perversos”.
Es que a finales de abril de este año, la Policía detuvo al “mayor pedófilo de Internet” tras allanar su domicilio en Ituzaingó, zona oeste del Gran Buenos Aires, y encontraronen su computadora 110 mil archivos con fotos de niños y niñas en situación de abuso sexual, un manual para el abusador sexual y algunos bebés Reborn.
El hombre de 35 años no es un caso aislado. El uso de estos bebés hiperrealistas han sido un factor común entre numerosos pedófilos alrededor del mundo. En las redes sociales, la indignación de algunos usuarios hacían alusión a los bebés Reborns como “víctimas” y se apiadaron como si de bebés reales se trataran. Es que si su portador lo considera un bebé real, ¿su trato o maltrato hacia él es también real?
Aspectos jurídicos
Si puede computarse como un delito o como un agravante de delito el abuso o maltrato a un bebé Reborn lo respondió el abogado Diego Ortiz, especialista en Violencia Doméstica: “La adquisición de un bebé Reborn es la adquisición de un juguete que a veces puede venir acompañada de documentación ficticia para darle similitud de la registración de identidad de un niño o niña y lo que se haga con eso no es delito”, aclaró el letrado. Y se cuestionó: “Ahora ¿qué pasaría si ese juguete es destruido o dañado por algunos de sus compradores u otra persona que lo recibe? Porque tampoco podríamos decir que es violentado: no es una persona. Deberíamos entonces considerar el contexto en el que se produce ese acto y si esa misma actitud que tiene con ese producto la ha tenido con algún integrante de la familia”.
Por supuesto, el letrado aclaró que estos bebés hiperrealistas como productos no pueden ser ligados a derechos de niños, niñas y adolescentes. No obstante, “la destrucción del juguete en un contexto de violencia familiar, específicamente maltrato infantil, puede inducir a la autoridad judicial a encuadrar esta situación como violencia ambiental, psicológica y económica, al provocar la destrucción del bien, el impacto que eso genera en ese niño y el menoscabo de ese recurso”.
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Usos del bebé “adoptado”
El cuestionamiento a la salud mental de quienes adquieren o producen bebés Reborn es el primer impulso de los usuarios de redes sociales por fuera de las “comunidades Reborn”: “La tía de mi marido tenía armada una habitación para ellos, estaban en cochecitos, ‘durmiendo’ en la cuna o ‘comiendo’ en la sillita. Nunca vi algo tan creepy como esto”. “En la casa de un pedófilo encontraron varios así”. “Cuando vi que había gente que usaba esos bebés para hacer contenido totalmente repudiable me puse a pensar y creo que es hora de que nos extingamos para siempre”. “Leí que los hacen para personas que desean ser madres y no pudieron. Pero eso roza la esquizofrenia”.
El Destape dialogó con la doctorada en Psicología de la Universidad de Flores y especialista en duelos, Florencia Rodríguez (M.N. 47.400) que aclaró que así como muchas personas compran bebés Reborn para colección o para grabación de series o películas, muchas otras los adquieren como una herramienta de conexión emocional, por lo que especificó los perfiles de compradores y usos dados a estos muñecos hiperrealistas, en los que también aparecen delitos asociados a su compra, como la pedofilia:
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Personas/familias que no pueden tener hijos de manera natural y tampoco desean realizarlo por otra vía como la adopción.
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Mujeres/ familias que sienten vacío por haber sufrido un duelo perinatal (durante el embarazo) o la pérdida de un hijo (recién nacido, muerte súbita, por enfermedad, accidentes, entre otras). Algunos piden réplicas de sus hijos fallecidos.
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Mujeres/familias que han decidido que no quieren concebir un hijo de manera natural, ni llevar adelante todas las responsabilidades y cambios que eso conlleva (corporales, en la dinámica familiar, de identidad personal, etc).
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Familias que han presentado los trámites para procesos de adopción y no han obtenido los resultados esperados.
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Personas que sienten un fuerte sentimiento de soledad.
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Familias que tienen pensado ser "mapadres" en un futuro y quieren realizar una práctica, para ver cómo se desempeñan en esos roles.
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Personas que buscan desarrollar sus habilidades de cuidado y transitar emociones nuevas. Puede ayudarlos a reforzar su autoestima.
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Adultos mayores/gerontes que se encuentran transitando la etapa final de su vida y necesitan algo que les dé sentido: alguien a quién cuidar.
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Pedófilos.
Tal como señala la psicóloga, el mayor uso de estos muñecos son terapéuticos y así lo señala también la artista Leticia Casco que contó que vendió “bebés a geriátricos para gente con demencia senil” ya que “les hace bien tener una ilusión, algo que cuidar”.
También por este medio fue consultada otra artista Reborn, Victoria, de 45 años que vive en Vicente López, Ciudad de Buenos Aires, quien comenzó a pintar estos bebés el año pasado como un hobby pero sueña con poder dedicar su vida a esta “pasión” que “son parte de terapias que ayudan a ciertos momentos quizás difíciles para algunas familias”:
“Este trabajo tan artesanal es único y me encanta que tenga un fin beneficioso. No estoy tan de acuerdo en todos los usos, no son bebés reales como para que sean miembros de una familia, pero es algo tan personal…”.
Por su parte, Agustina opinó: “La gente critica pero lo que no que no saben es que son usados también por personas con alzheimer, niños autistas, mujeres que han perdido hijos, y sólo por nombrarte algunos ejemplos de sus beneficios”.
Alertas psicológicas
La psicóloga Rodríguez coincide en que los usos terapéuticos de los bebés Reborn pueden ser beneficiosos ya que “su utilización puede ayudar a las personas a establecer un proceso de conexión emocional con ellos mismos, y a trabajar en las emociones y situaciones que se vayan presentando, además de permitirles desarrollar nuevas habilidades sociales”.
Sin embargo, alerta: “No olvidemos que los seres humanos somos grandes escapistas. Buscamos muchos recursos para evitar encontrarnos con el dolor o con aquellas emociones que consideramos negativas. Por eso, si la utilización de estos bebés va acompañada de indicadores de ansiedad, despersonalización, confusión, aislamiento, dependencia emocional, es necesario realizar una consulta con un profesional de salud mental”.
Dónde está el límite entre un uso terapéutico y un uso perjudicial puede rastrearse desde el cuestionamiento de “para qué” se adquiere un bebé Reborn, para así concientizar “qué deseo real se encuentra detrás de la presencia de un bebé Reborn en la vida de cada uno”.
Para Rodríguez, es fundamental que quienes adquieran estos muñecos “puedan diferenciar que se trata de un objeto y no de una persona real”: “Personas que no tienen sentido de realidad (con diagnóstico de esquizofrenia, psicosis), pueden llegar a confundirlo con un bebé real y eso puede alterar aún más su cuadro de base”.
Tampoco “es aconsejable la utilización de estos bebés en procesos de duelo, sobre todo si piden réplicas del hijo perdido, porque es un indicador de que el duelo queda ‘congelado’ en el tiempo y dificulta su proceso de elaboración, generando un ‘duelo patológico’”.
Por esta razón, si se utiliza el bebé Reborn con algún fin terapéutico como transitar un duelo, ese uso debe ser temporal ya que “el bebé Reborn debe servir como una herramienta que sea parte de un proceso, y no que tape vacíos existenciales”.
Finalmente, la psicóloga desaconsejó que sea utilizado en niños o niñas menores de 5 años, ya que “al estar en proceso de construcción de su psiquismo y al tener características tan realistas, puede llevarlos a confundir fantasía y realidad”.
Mercado Reborn
Las artistas consultadas aseguran que “en Argentina tenemos artistas excelentes que no tienen nada que envidiarles a las de afuera” y poco valoradas están. Ellas hablan de arte lleno de “estigmas de perversión”, por lo que sus artistas son catalogadas como “locas” o “traumadas”.
Las artistas mencionan también una alta demanda de compra, ya que “acá no hay tantas personas que los hagan” no sólo porque el peso del prejuicio puede resultarles abrumador, sino que las piezas de los bebés son importados y repercute eso en su valor de venta: entre los 300 mil pesos y los mil dólares (o más), dependiendo los materiales y la cantidad y calidad del cabello injertado.
Según Agustina, la coleccionista, la Argentina tiene grandes artistas que dan a luz “un arte bellísimo, digno de respeto y admiración como cualquier otro arte” y que cargan con los estigmas producidos por quienes se corren de los márgenes del ámbito legal o psicológico en su uso.