La historia de Natalí, la soldadora de los satélites argentinos que fueron un hito en la ciencia: "SAOCOM me da orgullo"

Estudió en una escuela técnica y antes de formar parte de la "NASA argentina" trabajó soldando placas comerciales, de electromedicina y en el sector automotriz. Gracias a su tarea de soldadura y de trabajo con los cableados, hoy existen los satélites SAOCOM 1A y 1B. "Hay un potencial enorme", define sobre Argentina.

01 de diciembre, 2023 | 00.05

Tras 11 años de su primer parto, Natalí Atencio parió dos satélites que están en órbita tranmistiendo información constantemente: “SAOCOM 1A y 1B me dan orgullo; que estén en el espacio, haberlos soldado, que una haya puesto su granito de arena en eso es hermoso”, expresa sonriente a El Destape.

Ambos satélites se usan para beneficiar a áreas productivas como la agricultura (porque “mide” la humedad del suelo, los índices de vegetación y el control de plagas), la potencia de mares y océanos (para, por ejemplo, poder informar el poder hidroeléctrico que poseen, a la vez que observa la contaminación existente en ellos) y el estado de los hielos y glaciares, entre otras. "Nata" -como le dicen sus amigos y compañeros de trabajo- fue una de las encargadas de su confección, combinando sus nociones sobre electrónica y soldadura en una sola tarea.

Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.

SUSCRIBITE A EL DESTAPE

De chica, no tenía un proyecto de vida, pero fue su padre el que la anotó en un colecio técnico que terminó moldeando su destino. Con esa decisión y con muchas otras, su papá la inspiró siempre: “Mi viejo era carpintero, por eso estoy acostumbrada a un mundo de herramientas y de oficio. Siempre nos decía que teníamos que saber hacer las cosas, por más que no vivieramos de eso, pero saber hacer, defendernos, al margen de un título, como cambiar una lamparita, saber lijar o pintar, entre otras cosas”.

Ese ejemplo fue tan fuerte que derivó en dos profesionales enfocados 100% en estudiar y “darse maña” con lo que sea: “Con esa enseñanza, con inculcarnos eso, logró que seamos técnicos de oficio; mi hermano trabaja en una fábrica automotriz y yo siempre me dediqué a la parte de electricidad”, subraya.

Mucho antes de formar parte del proyecto de SAOCOM, sentía cierta incomodidad por ser la única mujer en la sala de la escuela técnica a la que concurría. “Me sentía muy rara porque estaba rodeada de varones y no estaba acostumbrada; tenía 12 años, la división era de 40 alumnos y mujeres eramos apenas 3”, cuenta. Si bien recién al tercer año se sintió “en su salsa” socialmente hablando, ese colegio hizo que Natalí comenzara un camino sin retorno y de puro crecimiento hacía diversos oficios que se aprendían en dicho instituto: “Todos los años teníamos algo diferente (carpintería, electricidad) y en tercer año, a la hora de especializarme, elegí electrónica”, detalla.

Decidir en qué iba a enfocarse de ahí en adelante fue casi el puntapié inicial para lo que hace hoy en día: “En el mundo de la electrónica la parte técnica es soldar: armar, desarmar, reparar, hacer todas esas cuestiones”, especifica. De ahí salió con el título de técnica electrónica, pero era solo el inicio: "Me perfeccioné con muchas capacitaciones, muchos cursos de calidad, de soldadura espacial, de soldadura comercial”, destaca.

Hoy trabaja en la "NASA argentina" y formó parte de uno de los procesos más importantes de la historia de nuestro país: la creación de satélites nacionales. Hace 9 años es parte de VENG (N de R: Empresa Argentina de Servicios y Desarrollos Tecnológicos especializados en la actividad espacial), donde, con la colaboración de la Agencia Espacial Italiana (ASI) y organismos y empresas del sistema científico y tecnológico nacional, dieron a luz a SAOCOM 1A y 1B: "Hubo lágrimas porque realmente llevó muchas horas de trabajo, horarios cambiados, noche, tarde, jornadas largas, fines de semana y un equipo enorme detrás. Sin duda alguna vivimos en un país que da orgullo, que hayamos logrado eso, que podamos sacar bandera de eso", reflexiona.

Cree que es importante destacar el trabajo que hay detrás de estos proyectos en Argentina: "Muchas personas no saben que hacemos ese tipo de trabajo, que somos capaces, que hay un potencial enorme, que hay muchos científicos e ingenieros que son, la verdad, para sacarse el sombrero, porque hay mucha gente capaz, podemos hacer eso y más. Te juro que se me infla el pecho, fue muy lindo haber participado en eso, es una oportunidad que le agradezco a la vida; no cualquiera puede decir ‘hice o fui parte de un satélite’”, resalta.

Si bien hay gente que la reconoce como “soldadora de satélites”, ella prefiere enfocarse en algo pequeño, algo que le gusta mucho: “Una cosa muy linda es la parte de los jarnes, soldarlos y armarlos; es como el cableado que los satélites tienen, todas las cosas tienen en realidad, todo lo que convive con nosotros”, enfatiza.

Fue madre muy joven y cree que, tanto este proyecto como su hijo, la llevaron a sentirse plena personal y profesionalmente: "Siempre estuve haciendo mi vida, laboral, profesional, de estudio en paralelo con mi hijo. Ahora tiene 18 años, crecí con él. Tanto ingresar a ‘la NASA argentina’ como ser madre me llenó mucho personalmente”, resalta.

Cree que, para dedicarse a algo técnico y electrónico, no solo sirve la educación, sino también la apertura a ir incorporando nuevos conocimientos a través de la práctica y el oficio: "Te tiene que gustar y tenés que estar buscando siempre qué hacer, ganando experiencias, ayuda mucho tener trabajos. Antes de hacer lo que hago actualmente trabajé mucho soldando placas comerciales, placas de electromedicina y también en el sector automotriz”, describe a la vez que profundiza: “una va ganando experiencia en la parte técnica y en la de maquinaria también, porque se manejan máquinas en la parte electrónica; va haciendo el camino con todo eso, pero al margen de la experiencia tenés que sumar otras cosas, por ejemplo, aprender inglés, sobre todo si una quiere enfocarse en lo espacial”.

Hoy nota que las salas se llenan de más mujeres y eso le da esperanzas: "La parte técnica y la de ingeniería se ve cada vez más poblada de mujeres. Antes no era así, era como medio raro la mujer que elegía o que le gustaba eso, pero hoy cambió totalmente. Me gusta ver que las mujeres sean técnicas, que suelden, que corten, que lijen, que pinten, que revoquen, que hagan todas esas cosas, me encanta, están en oficios o en trabajos que antes decían ‘no, es de hombres’”, dice.

A pesar de haber logrado algo impensado, “Nati” sigue estudiando: “Estoy haciendo una diplomatura de calidad. La parte técnica nunca la podés dejar de lado porque estamos avanzando mucho en lo que es tecnología, siempre estamos en cosas nuevas y hay que seguir perfeccionándose; una tiene que estar al tanto y tiene que saber trabajar con lo que puede llegar a venir. Siempre hay que aprender un poquito de todo que ayude a la carrera, a este camino, a este oficio”, cierra.