Marcelo Parada es veterano de Malvinas, profesor de historia y el primer licenciado en educación ex combatiente egresado de la Universidad de Hurlingham. Volvió de la isla con un objetivo: transferir desde las aulas a las nuevas generaciones el amor por la “causa malvinera” y el respeto por la democracia. Hace algo más de un año que con un grupo de alumnos de la Secundaria 21 lograron imponer el nombre “Héroes de Malvinas” para redefinir la escuela y ahora luchan para que la calle de su colegio pase a ser “Veteranos de Malvinas”. “Malvinizar es antes que nada cuidar la memoria de nuestros caídos”, explica.
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Por mucho tiempo, las imágenes de la guerra lo asaltaron por sorpresa. Marcelo intentaba esconderlas, olvidarlas o sepultarlas. Pero era imposible. Iban con él a todos lados. Los silencios se llenaban con gritos internos, con sensación de peligro, con ojos que había visto vaciarse de miradas.
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Cuando comenzó su camino en la docencia, esas imágenes que trataba de enterrar, florecieron, mediante las preguntas de sus estudiantes, de una nueva manera. Ya no desde el terror, sino desde la responsabilidad que daba la docencia. “Siempre digo que los chicos me salvaron la vida a mi. Porque me dieron una razón más para luchar por este tema. Como un faro. Ahora mi lucha para defender las islas no iba a ser con fusil, sino con una lección de historia”, le cuenta a El Destape, con las pupilas que comienzan a humedecerse.
La lucha cambió de forma (por suerte), pero sigue viva. La defensa de ese territorio que parece tan lejano ahora se hace con paciencia, libros y pasión para llegar a esos chicos que nacieron mucho después de 1982, pero que lo llenan de preguntas cada vez que se toca el tema en clase.
Parada cuenta una ironía porque por años no quiso siquiera ir a los centros de Veteranos para “que no vuelvan los recuerdos” aunque ahora trabaja diariamente con sus estudiantes en “inculcarles la necesidad de recordar la lucha de los caídos que tenían su misma edad”.
Cuando se le pregunta por un compañero, aparece inmediatamente un nombre: Lobito, su mejor amigo y muerto en combate. “Era un compañero inigualable, al que extraño todos los días de mi vida” Y agrega: “Cuando hablo con los chicos, siento que lo estoy haciendo un poco con Lobito y esa es parte de mi lucha, saber que él no se fue en vano”.
“Mi batalla personal-define- es la de mantener viva la llama de los veteranos que abonaron con su sangre la turba malvinera. Y la de los compañeros que fallecieron en la posguerra. Esa es mi obligación como ex combatiente/docente”.
Expandir territorio
Cuando llegó a Malvinas, el 10 de abril de 1982, como parte del Regimiento 3 en Logística, sabía que su misión era defender esas tierras del invasor inglés. Lo que no sabía es que 40 años después esas tierras las seguiría resguardando bajo sus pies, primero en las aulas, luego en el colegio y ahora también en el barrio de Hurlingham. “Lo primero que hicimos fue re-nombrar las aulas que estaban nominadas con héroes del siglo XIX y las modificamos por otros de carne y hueso que estuvieron en esta guerra contemporánea”, cuenta.
El segundo paso fue el nombre de la escuela. Ese proyecto se dio por votación. Los mismos chicos de 5to años propusieron el nombre malvinense. El licenciado explica que fue un proceso en el que se barajaron varias opciones y que por una elección democrática el ganador fue “Héroes de Malvinas”.
Luego de la llegada de la resolución de la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires que ponía en marco legal la nueva nominación llegó un tercer desafío.
Se enteraron que a unos kilómetros de ahí, en la ciudad bonaerense de Salliqueló, otra escuela secundaria que quedaba en la calle Inglaterra, había cambiado el nombre de su calle por “Héroes de Malvinas”, por pedido y gestión de los alumnos.
La Secundaria 21 de Hurlingham queda en la calle Florence Nightingale, su nombre corresponde a una enfermera y escritora inglesa muy conocida, pero que poco tiene que ver con la historia de estos chicos y chicas. “Y si hacemos lo mismo que los chicos de Salliqueló, profe”, preguntó un estudiante y otra vez el grupo se puso en campaña.
No iba a ser algo fácil. Esta vez el proyecto saldría incluso de la escuela, necesitaría autorización municipal y la aceptación de los vecinos, pero el fin era seguir expandiendo la lucha por Malvinas. “El nombre elegido fue Veteranos de Malvinas. Los chicos presentaron un proyecto de ordenanza municipal en el que argumentan que es necesario consolidar la identidad nacional con hechos”, cuenta el profesor.
Según Parada el proyecto llegará pronto al Concejo Deliberante local y ahora están pensando en charlar con los frentistas para que acompañen la medida. “Es otro sueño impensado, pero ya ver a jóvenes de 17 años detrás de esta lucha, es algo que me llena de emoción”.
“Los chicos están re enganchados. sienten que antes de irse de su escuela pueden malvinizar su calle, como ya hicieron con el nombre de la institución y de las aulas. Y que un día pasen y digan ´yo logré malvinizar mi escuela´, explica orgulloso.
Un soldado, el himno y el gol de todos los tiempos.
Cuando piensa en los recuerdos más fuertes como ex combatiente, más allá de sus amigos, cuenta:
“A nosotros nos llevaban detenidos en un transatlántico, que tenía un salón bailable y un piano enorme en el medio. Ahí estábamos la mayoría, rodeados de soldados ingleses. En un momento dado, un muchacho le pregunta al oficial a cargo si podía utilizar el piano. Le dieron la autorización. Y el soldado argentino empezó a tocar el himno. Alguien desde el fondo empezó a cantar y todos lo seguimos. Cuando los soldados ingleses se dieron cuenta nos pusieron a todos cuerpo a tierra. Pudo pasar cualquier cosa, pero incluso ellos (los ingleses) valoraron el valor nuestro para hacer eso”.
Años después, Marcelo trabajaba como mozo en un importante boliche bailable porteño y hubo un encuentro que para él fue “uno de los mayores regalos que le dio la vida”. “Me mandan a llevar cosas al vip, la luz era muy tenue, y por un pequeño haz de luz veo al tipo que me dió una de las alegrías más grandes de mi vida. Disculpame Diego: pero soy ex combatiente y cuando le hiciste el segundo gol a los ingleses me hiciste llorar como nunca en mi vida, ¿te puedo dar un abrazo?”.
Y completa la narración: “Maradona me dijo que sería un honor y que le agradecia lo que había hecho por el país, fue uno de los momentos más fuertes que vive como ex combatiente”
¿Qué es Malvinizar?
Sobre qué es para él Malvinizar, señala: “Malvinizar es no entregar nuestros recursos naturales o nuestra dignidad. Malvinizar no es hacer tocar el himno en Ushuaia, no es honrar a Margaret Thatcher o ir a recibir a la Jefa del Comando Sur. Eso no es malvinizar, eso es una entrega”.
“Mirá yo a los chicos les pregunto siempre: ¿qué es para ellos la Patria? ¿Es el terruño?,¿Es pensar en el otro? ¿Es pensar desde la solidaridad? Yo creo que ellos tiene que encontrar esa respuesta, pero por mi parte, hasta el dia que me jubilé (y después también) voy a seguir dando pelea, para que la causa Malvinas no se entierre en el olvido, sino que se disemine, y se extienda, para que cada vez se haga más grande, se lo debo a los chicos que hoy me miran y me preguntan, y se lo debo a Lobito”, cierra Marcelo. O mejor dicho abre, por respeto a sus fantasmas y sus ángeles, abre para que Malvinas nunca más sea un caso cerrado, en el aula, en la escuela y en el barrio.