Alfredo Zanetti, más conocido como “el tano”, todavía recuerda el primer helado que vendió cuando abrió la heladería Vía Maggiore, ubicada en Avenida Callao 777. “Eran las 21 horas de la nochebuena de 1984 y la mujer aplaudió cuando se lo entregué”, añora. Esa noche la familia Zanetti cerró el local minutos antes de las 12 y llegaron a su casa justo para el brindis. “Desde entonces en casa tenemos la tradición de brindar y después comer”, cuenta Alfredo entre risas.
MÁS INFO
Alfredo nació en 1941 en Palse, un pueblito ubicado en la provincia de Pordenone, al norte de Italia. Allí, cuando era muy jovencito, “ayudaba a servir” helado los fines de semana en la heladería de un amigo de su padre, ubicada en el centro de la comuna.
Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.
En 1955, con 14 años, se trasladó con su madre y sus hermanos a la localidad bonaerense de Lanús, donde los esperaba su padre, Oreste. Al poco tiempo, comenzó a trabajar en una heladería llamada “La Veneciana”, que estaba en manos de inmigrantes italianos. “La heladería iba creciendo, abriendo más sucursales y me decían ‘quedate’. Ahí aprendí el oficio de hacer helado artesanal”, afirma en diálogo con El Destape.
“Ellos me querían mucho, yo estaba en el colegio, soltero. Entonces los fines de semana trabajaba hasta las 12 o 1 de la madrugada”, recuerda.
En Lanús Alfredo también aprendió el oficio de artesano. Su padre tenía un taller y curiosamente comenzó a fabricar mobiliario, mostradores y bancos para heladerías. “Puse la primera fórmica que entró al país. Hice 14 heladerías, algunas a nuevo y otras las remodelé. Las primeras trece estaban ubicadas en Lanús, Villa Ballester, Francisco Solano, Lomas de Zamora, Monte Grande y Florencia Varela. La número 14 fue esta”, cuenta mientras señala el cartel de Vía Maggiore.
En 1984 llegó el turno de que Alfredo tuviera su propia heladería, con su propia impronta y donde poder volcar todo lo que había aprendido a través de los años. El nombre del local se debe a que, en aquella época, Alfredo intercambiaba cartas con uno de sus hermanos que se encontraba en Italia. Todos los sobres decían “Vía Maggiore” porque era la calle en la que vivía su hermano, y uno de los pintores que estaban acondicionando el local le sugirió bautizarla de esa forma.
Vía Maggiore y sus helados
Alfredo asegura que el secreto del helado artesanal es “una buena materia prima y prestar mucha atención a lo que se hace”. Además, detalla que siempre que pueden utilizan huevos de campo para la fabricación y que eso “se nota en el color de los helados”.
Actualmente la heladería cuenta con 46 gustos. Algunos varían según la estación o disponibilidad de la materia prima, como el “pistacchio siciliano”. En el último tiempo agregaron algunas novedades, como la mandarina granizada, la limonada al jengibre y los sabores apto veganos, por ejemplo el de palta. Los gustos más pedidos en Vía Maggiore son la mousse de limón, el bacione (chocolate amargo y avellanas) y el sambayón, la estrella del local.
“A los argentinos les gusta mucho el helado cremoso más que el helado al agua. Les gusta nutrirse”, comenta Alfredo entre risas.
Alfredo exclama orgulloso que fue uno de los primeros que hizo helado de tiramisú en Argentina. Y agrega: “En la década del 80 se pusieron de moda los granizados. Se pedía mucho el dulce de leche y la crema granizados. Después fue el turno de la banana split y la tramontana, y en los 2000 el mascarpone. Luego vinieron el lemon pie y la mousse de limón. Hoy en día no pueden faltar ni el maracuyá, ni quinotos al whisky, que antes no lo pedía nadie. Ahora, si no lo tenés, tenés que cerrar directamente”.
A la hora de sus hablar de sus gustos preferidos Alfredo se inclina por los frutales: “Yo soy limonero y me gusta también el ananá. Vos podés sentirte mal, pero tomas helado de limón o de ananá y te sentís mejor. El ananá tiene muchas vitaminas y es antiinflamatorio”.
Actualmente, la heladería funciona desde las 12:30 del mediodía hasta las 12 de la noche. Los fines de semana se extienden hasta la 1 de la madrugada. Allí trabaja Mirella una de las dos hijas de Alfredo, que aprendió el oficio de su padre. A veces Olga, la esposa de Alfredo pasa a “dar una mano”.
Como la heladería se encuentra cerca de los teatros de Avenida Corrientes, muchas celebridades suelen darse una vuelta después de una función: Rodolfo Beban, Leonor Manso, Carlos Portaluppi, Fernán Miras, Virginia Luque, Antonio Birabent, y Eduardo Bergara Leumann son algunos de los clientes habituales de Vía Maggiore.
“Tengo clientes de muchos años, hablo mucho con ellos y tengo muy buena onda con todos. Vienen generaciones de abuelos con sus hijos y sus nietos. Y a mí me gusta mucho estar acá a pesar de que implica mucho sacrificio. La actividad te mantiene vivo, ¿capito?”, sintetiza Alfredo.