“En la Paternal nació, para ella y para él, Túnel. Su atención no se puede igualar, un ambiente familiar, por Paysandú tiene entrada, por Juan B. Justo también, por eso le hemos puesto Bar Túnel”. El que entona esta canción es el inigualable Gerardo Boga, apodado “Allright” o “El Gallego”, el mozo y dueño del Bar “El Túnel”, uno de los pocos bares porteños que tienen doble entrada y que supo alojar a buena parte de la cultura porteña de la década del ’70.
El bar fue inaugurado en abril de 1968 y su nombre se debe a que es un local al que se puede ingresar tanto por la Avenida Juan B. Justo 3951, como por Paysandú 1851. En sus épocas doradas estaba abierto las 24 horas y ofrecían pulpo, paellas y el más amplio repertorio de bebidas alcohólicas. Es de los pocos que aún conserva su fachada original con unos inconfundibles azulejos coloridos que remiten a otra época.
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La historia
Gerardo tiene muchos apodos, pero su verdadero nombre es Leandro. Nació en 1937 en Lestrove, un pueblito ubicado a 80 km de La Coruña, al norte de España. No conoció a su papá, es semianalfabeto y cuando era niño, junto a su mamá y sus cuatro hermanos, trabajaban “en la tierra”. “Teníamos vacas, conejos y gallinas”, recuerda.
Desde muy jovencito se vinculó con la música, su gran pasión. “Desde los 11 hasta los 15 años toqué el tambor en la banda de Carrandán, con más de 60 músicos. Yo era el más chiquito. El tambor es muy importante porque es el que le da la entrada a los demás músicos”, explica en diálogo con El Destape. Gerardo recuerda con emoción que en más de una oportunidad pudo tocar en la imponente Iglesia de Santiago de Compostela, de su querida Galicia. Sin embargo, lo que más destaca es su talento para componer letras de canciones, Gerardo se considera un verdadero “letrista”.
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Cuando se murió su mamá, Gerardo se quedó huérfano y como uno de sus hermanos se había ido a vivir a Buenos Aires, decidió “embarcarse” en el puerto de Vigo y venir a probar suerte de este lado del Océano Atlántico. A sus quince años se instaló en el barrio porteño de Parque Chas y consiguió trabajo como mozo en el antiguo bar llamado “Diego”, ubicado en la esquina de Juan B. justo y San Martín, en La Paternal.
Por allí pasaban infinidad de personalidades de la cultura como Pedro Quartucci, Julio Sosa, Zulma Faiad, Ámbar La Fox. Sin embargo, el dueño vendió el fondo de comercio, el bar pasó a llamarse Torino Norte y la nueva dirección echó a todos los empleados.
Gerardo le había tomado gustito a trabajar en un bar así que le propuso a cinco excompañeros de “Diego”, todos gallegos, abrir un bar juntos. Así fue como nació “El Túnel”, en abril de 1968.
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“Yo lo quería llamar Real Madrid, pero un socio me convenció de que era mejor ‘El Túnel’ porque son muy pocos los locales a dos calles. Creo que en Capital hay solo uno o dos. Y ahí, sobre la marcha, le hice una canción al bar”.
Épocas doradas
“Torino cerraba a las 2 de la mañana y ‘El Túnel’ no cerraba nunca”, asegura Gerardo. En esa época, el bar trabajaba a toda máquina y “no daban abasto”. Era frecuentado por músicos como Osvaldo Pugliese, Leopoldo Federico, Osvaldo Piro y Susana Rinaldi. “Todos los personajes del mundo del tango tomaban mucho vino”, admite.
Además, como dos de los dueños eran de Vigo y “sabían cocinar”, el bar ofrecía los más deliciosos pulpos y paellas, entre otras exquisiteces culinarias de origen gallego. “En cambio yo me dediqué a la bandeja y a hablar pavadas”, dice entre risas.
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Otros de los encantos del bar era que, en algún momento de la noche, Gerardo siempre cantaba a capella. “Soy letrista. Tenía una facilidad para escribir y tengo una infinidad de canciones de mi autoría. También hice jingles políticos para varios políticos peronistas”, agrega.
En las paredes del negocio aún se puede ver una foto de cuando Gerardo fue a cantar al famoso programa de Roberto Galán llamado “Si lo sabe cante”. “Fui con la partitura y temas propios y canté uno llamado ‘El tambor’ pero no gané. Yo quería ser cantante y triunfar cantando. Una vez me vino a buscar Osvaldo Miranda para llevarme a la tele. No lo hice porque no dábamos abasto en el bar”, apunta.
Un bar y mil anécdotas
“Como buen gallego meto la pata siempre. Si yo hablo se separa media Paternal. Una vez vino una pareja. Eran un hombre y una chica morocha. Al día siguiente, el hombre volvió a venir con una mujer diferente, rubia, tipo Madonna. Me pidieron una gaseosa y dos sándwiches. Cuando les llevé el pedido a la mesa le dije: ‘Esta no es la misma chica de ayer, ¿no?’. La mujer se levantó, le pegó con el plato en la cabeza, se callaron todos los que estaban acá y se fue. Y yo no podía creer cómo había metido la pata, pero me quieren así”, asegura.
Gerardo cuenta que llevó café al velatorio de Minguito y también al dueño del supermercado Coto, Alfredo Coto, y a todos sus empleados durante muchos años. “Me quieren con locura, hice muchas canciones para ellos”, remarca.
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Está casado con Alicia, que hoy tiene 78 años, a quien también le escribió una canción. Juntos tuvieron una hija llamada Karina que suele ayudar a su papá en el negocio. En la actualidad, Gerardo y Alicia viven en Flores, en un edificio que ellos mismos inauguraron. “Fuimos los primeros en vivir ahí”, cuenta Gerardo.
Los socios de “El Túnel” se fueron muriendo y Gerardo, con sus 86 años, es el único de los fundadores que sigue en pie. El bar funciona de lunes a viernes de 7:30 a 19:30 horas y los sábados de 8 a 14:30. Además del clásico café con medialunas ofrecen minutas clásicas como bife, milanesas de pollo, hamburguesas, sándwiches de jamón crudo o queso y salame.
El Túnel conserva la fachada original, al igual que los azulejos, mostradores y heladeras y la máquina para cortar fiambre a mano. “Bares así quedan pocos”, afirma Gerardo.
“Hoy estamos trabajando poquito, pero yo fui el creador de este bar”. Y como a todo lo que le tiene cariño, Gerardo le escribió una canción