El bar notable que ofrece tango en vivo un viernes al mes y al que asisten terceras generaciones de amigos: la historia de El Faro, un clásico

Fue fundado en 1931 y supo reinventarse a lo largo del tiempo. Hoy su distinción pasa por el tango y el horario de apertura, 6 de la mañana, para ofrecer sus tan codiciadas medialunas. Historia de un bar notable que brindó momentos a abuelos, padres y nietos. 

16 de junio, 2024 | 00.05

En una mañana típica el bar El Faro tiene sus mesas ocupadas por clientes, en su mayoría del barrio, que aún leen el diario en papel mientras toman un clásico desayuno porteño: café con medialunas. Si es una “buena mañana”, eso se ve reflejado en las pocas facturas que quedan en el mostrador, una imagen que cuesta conseguir en épocas de crisis como la actual. El Faro se caracteriza por su atmósfera familiar y un público estable, a quienes los mozos y mozas suelen saludar por sus nombres. El Faro es un bar de viejas costumbres.

El Faro tiene la particularidad de estar enclavado en el límite de cuatro barrios diferentes: Villa Urquiza, Parque Chas, Villa Pueyrredón y Agronomía. Por su ubicación, se encuentra alejado del circuito turístico tradicional. Sin embargo, en los últimos años supo instalarse como un bar de referencia para los amantes del tango ya que, un viernes por mes a la noche, ofrece pequeños conciertos. Desde 2010, El Faro integra la lista de bares notables.

 

Foto: Bruno Moglia

La historia

El bar fue fundado en 1931 por una familia española de apellido Oviedo. Comenzó como un almacén de ramos generales en el que también se vendía café y sándwiches y con el tiempo se fue definiendo como bar. Fue pasando por diferentes gestiones hasta que en 2007 Hugo Cavalles compró el fondo de comercio.

Foto: Bruno Moglia

Su época de esplendor fue a lo largo de las décadas del ’60 y del ’70 en la que el bar llegó a funcionar las 24 horas del día. “En aquella época, Villa Urquiza se movía al compás de la afluencia del tren y venía mucha gente de la localidad de San Martin y Villa Ballester. Este era el centro de toda esa zona. En los últimos 20 años, este barrió explotó por el surgimiento de nuevos edificios y la extensión del subte”, describe Hugo en diálogo con El Destape.

Foto: Bruno Moglia

“Según la información que fui recabando con uno de mis hijos, supe que antiguamente esta propiedad era más grande hasta que en la década del ‘60 se hicieron departamentos arriba, entonces el bar se achicó y se hizo un local al lado, que ahora es una carnicería”, agrega.

Hugo tomó las riendas del bar en un momento en que el local se encontraba en decadencia. “Estaba mal atendido por un muchacho joven. Se le cayó y nunca lo pudo levantar. Era un desastre y un caos”, recuerda.

Foto: Bruno Moglia

Por eso en el 2007, cuando se hizo cargo de la gestión, se propuso cambiarle el perfil. Refaccionaron la cocina y los baños, pero mantuvieron el histórico mostrador, las mesas y las sillas. Además, sumó opciones de platos caseros para las comidas del mediodía, el horneado de las medialunas de la mañana y de a poquito el bar “fue levantando”. Además, Hugo decoró todas las paredes con fotos y notas periodísticas del bar, con antiguas publicidades de bebidas y con imágenes de diferentes clientes habitués, como el periodista Víctor Hugo Morales.

“Conozco El Faro desde que era chico porque soy del barrio, nací acá. Es un lugar referente del barrio”, resalta Hugo que antes de tomar posesión del bar no se había dedicado nunca a la gastronomía.

Foto: Bruno Moglia

Un bar abierto desde las 6 de la mañana

Uno de los horarios fuertes del bar es entre las 6 y 7:30 de la mañana, cuando casi ningún otro negocio del barrio aún abrió sus persianas. A esa hora, se acercan muchos trabajadores del rubro del transporte y repartidores que se tientan con el olor de las medialunas de la primera tanda, recién horneadas.

Las comidas que ofrecen al mediodía son los clásicos de bodegón: mondongo, lentejas, pastas, milanesas con papas fritas y carnes, entre otros. Para las fechas patrias suelen cocinar locro, pastelitos y tortas fritas.

Foto: Bruno Moglia

El local también abre los sábados y desde el año pasado incorporaron la opción de los almuerzos los domingos.

Un bar para fanáticos del tango

El toque distintivo que le agregó Hugo a partir de 2007 fue la presentación de diferentes espectáculos de tango los viernes a la noche, el único día que abren en esa franja horaria.

“Hay un personaje que se llama Hernán Cucuza Castiello que ya lleva 17 años consecutivos en los que hace shows en el bar. Antes de la pandemia los hacíamos todos los viernes, ahora un viernes por mes. Por acá pasaron tipos importantes del mundo del tango como el bandoneonista y cantautor Rubén Juárez, el cantante Alberto Podestá, toda gente de la época de oro del tango, también cantantes actuales como el “Chino” Laborde, Dolores Solá y Ariel Ardit”.

Foto: Bruno Moglia

“Rubén era un enamorado del bar. Un año después de su fallecimiento le hicieron un homenaje en el centro porteño, y pusieron una placa en avenida Corrientes y Maipú. Después de eso, su hija, que también es cantante, hizo una movida para que, una vez que finalizara el homenaje, la caravana pasara por los lugares que su papa más quería y me preguntó si podía terminar acá porque él amaba el bar. Así que vinieron y trajeron el bandoneón blanco de Rubén”, detalla Hugo emocioado.

Foto: Bruno Moglia

Pese a estar alejado del circuito turístico tradicional, el bar supo armarse su clientela fiel, que un viernes por mes asiste a las diferentes presentaciones con distintos invitados. “Tengo la idea de armar un circuito alternativo de shows de tango por fuera del circuito turístico. El mes pasado, por ejemplo, vino un tour de 40 portugueses, y también vino un contingente grande del Colegio de Abogados de La Plata”, señala Hugo.

Foto: Bruno Moglia

La actualidad del bar

El bar suele tener un público habitué a los que Hugo suele saludar por sus respectivos nombres. También ofrece el servicio de diarios en papel, una vieja costumbre que se fue perdiendo. “Tenemos una barra de amigos que es fija, debe ser tercera generación que viene al bar. Vinieron sus abuelos, sus padres y ahora ellos que tienen entre 60 y 70 años. Vienen siempre los sábados al mediodía y en la semana siempre están dando vueltas”.

Foto: Bruno Moglia

Hugo admite que la situación actual del bar esta “complicada” porque los costos fijos aumentaron “una barbaridad”. “Me llegaron 200 mil y pico de pesos de gas, 600 mil de agua, 500 mil de luz y yo no puedo aumentar el café un 5 mil por ciento. A este lugar viene toda gente común, gente trabajadora y de barrio, entonces no le puedo cobrar el café lo mismo que Café Martínez. No podés seguir el ritmo de todos los aumentos. Es complicado”, concluye.