Nacida el 20 de octubre de 1963 en la provincia de Córdoba y madre de cuatro hijos, la historia de Adela Narowlansky con la enseñanza comienza desde cuando era pequeña. Habla inglés, portugués, francés e italiano, pero con el idioma hebreo tiene una conexión especial que la remonta a las raíces de su vocación. En plena adolescencia, se le presentó una oportunidad que ni en sus sueños hubiese imaginado que le iba a anticipar su destino: “No sé ni dónde ni cómo fue pero yo solo recuerdo que una mujer -se lo agradezco para toda la vida- me preguntó si yo le podía enseñar hebreo para viajar a Israel. Era una persona que ni siquiera pertenecía a la colectividad judía. En fin, yo no sé de dónde saqué la caradurez pero le dije que sí, y le enseñé”, recuerda Adela. Hoy enseña desde YouTube a estudiantes de todas partes del mundo, iniciativa que nació en la pandemia.
Sin embargo, la siembra de algo que iba a florecer después fue tomando nuevos rumbos, cuando la cordobesa estudió para ser bioquímica y trabajó tanto en hospitales públicos, maternidades y en el sector privado. Luego puso un laboratorio en un centro médico junto a una amiga pero no dio sus frutos debido a la situación del país. “La hiperinflación y la cadena de pagos de las obras sociales eran muy lentas entonces cuando cobrabas la plata no te rendía ni para reponer reactivos”, detalló.
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Al ver que el laboratorio le generaba más sufrimiento que satisfacción decidió bajar la persiana, dejar de lado la profesión de bioquímica y meterse de lleno con la educación. Ella dictaba clases esporádicamente pero luego de verse envuelta en este escenario se replanteó la docencia. Años más tarde se puso una academia -cerca de la Facultad de Medicina y de Ciencias Químicas- para preparar a todos aquellos que quisieran ingresar a carreras relacionadas con la salud.
Cuando todo parecía ir encaminado, Adela sufrió una de las pérdidas más importantes de su vida: su esposo. Un pilar fundamental para ella y para tres de sus cuatro hijos. “Tenía que buscar algo que me permitiera estar un poco más en casa y más cerca de mis hijos”, confesó Narowlansky, quien -con 39 años en ese entonces- le puso el pecho a la situación y siguió adelante.
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La mujer oriunda de Córdoba decidió montar un aula en un rincón de su casa y dedicarse a las clases particulares para ingresantes a la universidad como también para chicos del nivel primario y secundario. “Tengo un aula en la que entran 20 alumnos aproximadamente. En ciertos horarios tengo grupos que hacen una preparación en específico pero en el resto de las horas esto se convierte en una sala de estudio donde chicos -de 7 a 20 años- se acercan para que los ayude a estudiar”, detalló.
Del aula a YouTube
La pandemia fue algo que la tomó por sorpresa. La docente que hasta ese entonces había dictado clases con material impreso, una pizarra de fondo y muchos chicos a su alrededor debió aggiornarse a la virtualidad y a la digitalización. “El día que anunciaron el aislamiento obligatorio yo comenzaba a dar un curso que duraba un año. No sabía qué hacer ya que no prendía una computadora hacía siglos. Unas horas antes empezamos a armar todo con mi actual marido; es más, me acuerdo de haberle pedido prestada una cámara al vecino ya que yo no tenía”, comentó Adela.
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“A medida que la cuarentena iba transcurriendo, yo escuchaba por televisión que muchos chicos se desconectaban o que ya no prendían la cámara; que la educación se venía a pique y que iba a ser una debacle”, dijo la maestra, quien rápidamente creó un servicio de apoyo escolar gratuito por Whatsapp. Es decir, por la mañana contestaba los mensajes y por la tarde daba clases virtuales. Inspirada por el contexto, Adela decidió abrir un canal de YouTube y con ayuda de su esposo -quien en ese entonces se encargaba de grabar y editar los vídeos- empezó a publicar contenido educativo para que sus alumnos complementasen lo visto en clase.
Luego de unos meses se le ocurrió la idea de hacer transmisiones en vivo por la misma plataforma para que cualquier persona que quisiera sumarse, resolver problemas y seguir aprendiendo tuviera la opción. Para lograr esto, Adela tuvo que llegar a un número de suscriptores y visualizaciones; una tarea que demandó mucho esfuerzo y perseverancia pero que logró superar. “Al principio los directos no tenían mucha repercusión; se me sumaban dos o tres personas. Frené por un tiempo. Pero este año me sorprendí al ver una estadística de la cantidad de chicos que están desconectados del sistema educativo, y tuve la necesidad y el impulso de volver a intentarlo. Hoy puedo decir que se suman un montón de personas de distintos lugares del mundo”, confesó.
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La dinámica consiste en que los días sábados las personas le mandan al WhatsApp las consultas, y todos los domingos a las 20 horas las resuelven en directo. “Salen unos vivos hermosos porque a raíz de la comunicación por el chat de YouTube y por WhatsApp uno va a empezando a tener alumnos que sin conocerlos los va a considerando como tal”, dijo Adela.
Sobre la educación actual, Adela considera que las escuelas tienen un sistema educativo obsoleto y poco seductor para el alumno: “Hoy por hoy la compresión de texto está totalmente destruida porque los chicos de por sí no leen en sus casas y en la escuela no se trabaja la lectura. Además hay una tendencia de hacer pasar de grado a cualquier alumno a pesar de no haber alcanzado los objetivos de ese nivel”.
A raíz de esta problemática, la cordobesa está muy entusiasmada de armar un micro televisivo educativo: “Me gustaría hacerlo en un canal de aire para poder llegar a todas las casas. Tal vez los niños no ven televisión pero los grandes sí. Muchas abuelas ayudan a sus nietos con las tareas del colegio, hay madres y padres que no tienen o no recuerdan los conocimientos, y creo ser de muy buena ayuda”.
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En ese camino, la docente hizo un gran hincapié en la satisfacción que le da la profesión: “Si bien lo tomo como un trabajo formal y 90% del alumnado termina aprobando los exámenes, es muy ameno el clima que se genera ya que uno está conectado constantemente con la juventud y la buena onda, y eso hace que yo me mantenga un poco más joven y activa”.
Además de la bioquímica y la docencia, Adela participó en merenderos, se unió a campaña solidarias vinculadas a la plantación de árboles e hizo aportes en el centro vecinal de su barrio en cuestiones ligadas a la educación y cultura, entre tantas otras cosas. "Siempre intento prenderle una lucecita a alguien para que pueda seguir su propio camino. De eso se trata la vida, despertar la curiosidad”, aclara. Ahora, con casi 60 años, se postula en “Docentes que inspiran”, un reconocimiento a los mejores docentes de Argentina. Sin embargo, el premio ya lo ganó con sus alumnos, con sus seres queridos, y con todos aquellos que se nutrieron de sus enseñanzas.