Kuka, la colectivera que descubrió quién quería ser en la dictadura y transicionó arriba del 86 hace casi 20 años

Desde que decidió subirse al colectivo como Kuka tuvo que luchar para ser reconocida. Trabajó como conductora durante 16 años, mientras descubría su identidad trans. Una comparsa durante la dictadura la animó a ser quién siempre había querido y un comentario de Néstor Kirchner la empujó en 2006 a subirse al 86 con sus tacos y estampados coloridos.

13 de julio, 2023 | 00.05

Kuka conoce toda la extensión de la Provincia de Buenos Aires, sabe de memoria las rutas y los caminos más transitados según el horario, cada rincón lo anduvo en bicicleta, camioneta, moto, camión y colectivo. Esta fanática del Torino aprendió mecánica a los 12 años, pero no pensó que tener ese conocimiento le iba a salvar la vida en varias oportunidades. Es colectivera y camionera, fue fletero, ciclista y motoquero.  Maneja desde que era un niño. Cuando se refiere a ella misma, usa pronombres femeninos y masculinos, se siente cómoda en esa variedad: “En el barrio soy Kuka, todos me conocen así. A mí siempre me gustó la variación de nunca un solo color, siempre varios". 

Cuando estaba por terminar el primario, su padre le dijo que tenía que trabajar. Al año siguiente, no empezó el secundario. Kuka se subió a una camioneta para ocuparse de los repartos en la carnicería familiar. “Tus hermanas no pueden trabajar en esto, tenés que venir vos”, le habría dicho su papá, en ese entonces. Ella recuerda esos tiempos con mucha claridad y ternura, aunque reconoce que era una edad para jugar, a él le tocó trabajar. Se sorprende cuando vuelve a esa niñez y enumera todos los lugares a los que viajó siendo un niño.  Hace casi un año se jubiló, está cansada de trabajar en el rubro y quiere dedicarle tiempo a sus hijos y su nieto. Sin embargo, por una cuestión económica, y para “no perder la maña” sigue tomando algunos trabajos temporales entre semana. 

Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.

SUSCRIBITE A EL DESTAPE

Mientras el trabajo ocupaba un gran porcentaje de su vida, otra inquietud habitaba en ella desde los 6 años. No se sentía cómoda con la ropa que usaba: “Yo quería ponerme los zapatos y vestidos de mi mamá. Lo hacía cuando era chica pero después ya no me dejaba, aunque mi papá nunca me dijo nada”, dice sobre esos deseos que necesitó ocultar cuando llegó a la adolescencia. Agrega que conocer a una amiga "marica" le habilitó el camino para sentirse acompañado y darle cauce a ese sentimiento. Sin embargo, el trabajo volvió a imponerse entre sus deseos. De la camioneta del negocio familiar, pasó al camión de un amigo de su padre. Salió a recorrer el país asistiendo a un camionero, una etapa que le permitió viajar y aprender a manejar camiones con acoplado.

Sobre esos años arriba de un camión rescata la posibilidad de viajar y salir de la casa de su familia, poder conocer otras formas del mundo. En ese tiempo entendió que no quería esconderse más porque según ella la vida hay que vivirla como una quiere. “Fue en el 80 cuando ya tenía autonomía económica y me empezaron a dar los tiempos para salir en el Carnaval, en las comparsas. Ese momento fue increíble”, rememora. Participó de “Los rebeldes de Castillo” y “Los reyes de la matanza”, se montaba con plumas, tacones de colores y brillos en todo el cuerpo, desfilaba por las calles del oeste bonaerense. “Después de ese me di cuenta que quería ser así todos los días. Pero el contexto de dictadura militar lo complicaba todo”, lamenta. 

Poner el cuerpo

En un contexto de terrorismo de Estado, los cuerpos disidentes que desobedecían el mandato heteronormativo también fueron perseguidos y torturados. Es el caso de Kuka, que padeció esos años de persecución y acoso sobre su cuerpo. Es por eso que se suma al reclamo de una ley de reparación histórica para la comunidad travesti- trans, como se reclamó en la última marcha del orgullo el pasado 28 de Junio, aniversario de la Revuelta de Stonewell. 

“Me agarraban en la calle, en la parada de colectivo, en la panadería. Se burlaban, se cargaban de risa, nos hacían limpiar toda la comisaría. O nos tiraban a lavar los móviles, me salvó saber de mecánica, después en el barrio los policías me buscaban para arreglar el móvil”, enumera con mucha bronca. La voz se le modifica cuando habla de esos años que caminó las calles a todas horas y conoció, por la fuerza, muchos calabozos.

“Me hice fuerte y me endurecí, en la calle aprendí a defenderme”, reconoce. Es por eso que considera necesaria una reparación. Aún cuando se recuperó la democracia, la detención y encarcelamiento a las personas travestis y trans siguió siendo una de las formas más extendidas de violencia estatal hacia este colectivo. Históricamente, estuvo amparada en los Códigos Contravencionales, de Faltas y los Edictos Policiales. Normativas que restringen la permanencia y circulación en la vía pública y son la principal herramienta de control sobre esta población. Un ejemplo explícito son los Códigos Contravencionales, vigentes hasta 2012, de las provincias de Formosa, Mendoza, Neuquén, Santa Fe y Tierra del Fuego que sancionaban expresamente el “homosexualismo” o el “travestismo”. 

"A la sociedad le diría que no dañen, que no nos maltraten"

“De González Catán a la Boca por Laguna”, es el recorrido del 86 que hizo durante más de 15 años, lo describe haciendo referencia a una frase de la canción de Joaquín Sabina, Dieguitos y Mafaldas. Una tarde, Kuka escuchó por televisión a Néstor Kirchner decir que una persona trans puede ir a trabajar vestida como quiera. No recuerda con exactitud fechas, sabe que fué en 2006. Al día siguiente, se presentó en la empresa vestido como Kuka.

“En ese momento no me querían dar servicio. Les respondí que si no me dejaban trabajar iba a denunciarlos en INADI. A partir de ese momento me hicieron las mil y una, fue muy difícil trabajar,  no me cambiaban un franco, no tenía ninguna prioridad, ni por cuestiones de salud, no me perdonaban nunca nada, ni cuando murió la mamá de mis hijos”, describe que la situación era muy complicada, a pesar que sus compañeros la apoyan y muchos pasajeros, sobre todo las mujeres, la felicitaban por la decisión. Kuka denuncia que la empresa la maltrató por más de 16 años, pero considera que más allá de eso fue una lucha ganada ya que para 2012 había una ley que respaldaba. 

A Kuka le encanta la ropa y vestirse bien, hace muchos años tiene una modista, una alternativa para no lidiar con vendedores o con los talles excluyentes que hay en los locales de ropa. Tiene una colección de pelucas, uno de sus colores favoritos es el rojo, le gustan los estampados floreados o cuadrillé. Usa tacos, botas y bucaneras, disfruta estar siempre coqueta, más cuando maneja el colectivo. “Ahora que me jubilé, quisiera hacerme el DNI”, comenta que no lo hizo hasta el momento porque en la empresa para la que trabajaba ya le había hecho la vida imposible y por una cuestión de trámites que debería encarar. Ella siente que fue inspiración para muchas personas, que aún no se animan a ser quienes realmente quieren ser, pero que se han acercado a hacerle preguntas.  

Kuka formó parte del documental "Les trabajadores del TRANSporte. Moviéndose por la igualdad". Una realización de Verónica Pérez y Candela Hernández  que aborda los desafíos en la inclusión e integración al mundo del trabajo de las personas que pertenecen al colectivo LGTBQI+ en el sector. Se trata de una producción del Programa Interdisciplinario de la UBA sobre Transporte (PIUBAT) y se puede ver de forma libre y gratuita en YouTube.

“Muchos jóvenes se identifican conmigo y me dicen que verme es como verse, y no se sienten solos. Por eso a la sociedad le diría que no dañen, que no nos maltraten, que no nos castiguen, que no se burlen, que no nos insulten. Porque ser quiénes queremos ser se vuelve difícil si no hay acompañamiento. Tengo dos hermanas que no me hablan  porque no les gusta como soy”, cuenta Kuka y subraya que construyó su propia familia con sus amigxs, sus hijxs y ahora un nieto, al que le dedica la mayor parte de su tiempo. “Es algo único e inigualable ser quien querés ser. Cuando me puse el vestido y los tacos para salir a la calle me sometí a muchas cosas por el rechazo social, pero elegí mostrarme como soy porque eso me hace feliz”, concluye.