Estuvo en la cárcel, el yoga transformó su vida y hoy es profesor: el camino de Tobías hacia la libertad

Tobías tiene 22 años, estuvo privado de su libertad durante tres años. Nunca imaginó que dentro de la cárcel "iba a transformar la oscuridad en luz". Este año se recibió de profesor de yoga, en noviembre recuperó su libertad y hoy brinda clases a la comunidad. Una historia de superación y transformación.

15 de diciembre, 2022 | 00.05

Era viernes, el calendario marcaba 11 de noviembre. Cuando Tobías miró el reloj eran las 11:11 y en ese momento se dio cuenta de que "no era un día normal". Sintió una cierta emoción pero todavía no sabía por qué. Estaba practicando yoga en la Unidad Penitenciaria de San Martín, donde hacía poco se había recibido de profesor y empezó a dar clases a otros internos. Tiene 22 años y nunca en su vida creyó que iba a ser profesor y menos de yoga. El día siguió normal, unos compañeros de otro pabellón lo invitan a almorzar hasta escuchar que gritan "Tobi Tobi, te buscan de control.". Ese día todo cambió: se volvió a convertir en civil (como le dicen técnicamente a los detenidos que recuperaron su libertad). Ese 11/11/22 cuando miró el reloj y marcaba 11:11 no fue exagerado sentirse feliz. Dos días después estaba enseñando yoga en un centro de San Isidro y escribiendo una nueva historia fuera de la cárcel.

Tobías entró en el sistema penitenciario en 2019 después de dos robos, estuvo en un calabozo, pero más tarde ingresó en el sistema carcelario. Fue allí donde se dio cuenta “de la gravedad de la situación”: su mamá y su papá también pasaron por la cárcel y él ya intuía, por sus experiencias, lo que iba a vivir. Ahora tenía que cuidar su integridad física y no mostrarse débil "porque ahí se aprovechan de eso”. Creía que se venían años de alerta, de desconfianza y mucha oscuridad y que, finalmente, no había vuelta atrás, que tenía que pagar por "los errores cometidos". Afuera quedó su mamá, sus hermanos y su novia que hasta hoy lo sigue acompañando. Su papá continúa preso en un penal y hoy Tobías, ya afuera, le envía fuerzas y consejos para que aguante para salir mejor.

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Dentro del encierro encontrar la libertad 

Cuando apenas ingresó a la cárcel, Tobías sintió que iba a salir peor y “con un dolor en el corazón''. Él sabía que donde mostrara una debilidad se iban a aprovechar de eso, pero agradece que “llegué a un lugar donde se hacen las cosas bien”. A pocos meses privado de su libertad, cuenta que “aprendió a rezar” y a conocerse internamente. “Yo no tenía registro de nada, era una persona del mal que revertía todo el dolor haciendo cosas malas, por un dolor por mi padre de crianza que había muerto”, contó.

Rápidamente, comenzó a hacer cursos, se involucró con el deporte hasta que, en medio de la pandemia en 2020, llegó el yoga a su vida. “No quería salir peor, no quería atravesar todo lo que atravesó mi mamá y mi papa, quería romper ese eslabón de mi familia”, sostuvo. Apenas ingresó al pabellón comenzó a practicar rugby con Los Espartanos, que brindan clases desde 2009 en la Unidad Penitenciaria de San Martín. Después le pareció interesante la idea de sumarse al proyecto Moksha Yoga, que nació en 2015 en la cárcel. Al principio lo hizo para aliviar los dolores del rugby pero después descubrió "la transformación que te da la práctica". 

Tobías enseñando yoga en el penal de San Martín

Isabel Aldao es profesora y una de las fundadoras de Moksha y destaca que la práctica en la cárcel apunta a que “el tiempo de encierro sea una oportunidad de transformación hacia una nueva forma de ver y vivir en el mundo”. Hoy el proyecto, que comenzó hace siete años, se expandió a las unidades 46, 47 y 48 de la cárcel, en 14 pabellones con más de 600 alumnos y alumnas y 55 profesores voluntarios. Este año también comenzó con la práctica en la Unidad Penitenciaria de Ezeiza. Después de la pandemia, en marzo de este año, sumaron un profesorado en el que se recibieron 17 personas, entre ellos Tobías. 

"Lo que pasa en las prácticas es difícil de explicar pero los chicos experimentan la confianza y el contacto amoroso con el otro, algo que quizá nunca habían experimentado. Nosotros hacemos una práctica de parejas y acroyoga donde tienen que trabajar con el otro y el primer contacto les costaba un montón porque no están acostumbrados a un contacto amoroso y de confianza. Ahora se entregan felices”, detalló Isabel que enfatizó que están “convencidos de que somos seres de luz, no somos oscuros sino que te opacaste en un momento de tu vida: estaban opacados porque sufrimos violencia, padres presos, entorno de oscuridad que se convierten en una cadena, pero a través del yoga te reencontras con ese ser luminoso que sos, es una transformación”.

Tobías siente que, con las prácticas de yoga, las posturas y las meditaciones, vivió “un cambio drástico” en el que se encontró con él mismo. “Hoy en día puedo decir que haber transitado ese lugar de oscuridad revirtió todo y lo convirtió en luz. Hoy siento que con mi testimonio de vida puedo ayudar a muchas personas porque cambié y lo transmito”. Previo a salir en libertad, Tobías ya impactaba con su cambio de vida: durante las salidas transitoras regresaba con mucha paz y entusiasmo al penal. "Yo tenía las salidas y pasadas las 24 horas volvía y nadie podía creer, porque muchos no vuelven más. Ahí el yoga me ayudó a aquietar mi alma y tener paz", expresó.

Tobías a días de recuperar su libertad dando clases en San Isidro

“Cambié los pensamientos malos de que 'yo no iba a poder' y aprendí que dentro de todo lo malo siempre hay algo bueno y que tenía que luchar por mis sueños”, agregó. Hoy Tobías se siente orgulloso de su transformación y de que con la práctica de yoga se le abrieron nuevos caminos: ahora se está preparando para dar clases en un centro en su barrio. La primera experiencia fuera de la cárcel fue a dos días de haber salido en libertad, recuerda que se sintió un poco nervioso, pero todo salió bien: “La gente no me juzgó. Al terminar la clase tuvimos un círculo de igualdad y pude hablar de mi historia con lágrimas en los ojos. Recibí mimos en el corazón y supe que ese era el camino. Además, miré a mi izquierda y estaba mi compañera de vida”, contó

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“Puede dar mi primer clase afuera y estuve un poco nervioso pero seguro y confiado", contó Tobías

Hoy Tobías tiene 22 años y vive con su mamá y hermanos en un barrio de San Martín, trabaja y también da clases de yoga. Junto con su novia, que lo acompañó durante los tres años que estuvo detenido, hoy sueña con formar una familia. “Planté una semilla y ahora estoy de este lado. Está floreciendo y tengo que seguir alimentándola para que siga haciéndolo. El yoga es parte de mi vida porque me transformó cambiando la ira en paz y sigo ese camino porque quiero ser una persona de bien para mi familia y para los que me rodean”, completó.