En las redes sociales no todo son bailes. Ernesto Raffo consiguió cerca de setenta mil seguidores en TikTok contando su historia. Él tiene una hija de cinco años y es viudo pero, lejos de detenerse, tomó una decisión clave: conectarla con los recuerdos de su mamá pero sin anclarse en el pasado, más bien mirando hacia el futuro para así ayudarla a construir su identidad.
“Guille es una nena feliz”. Esa es una de las primeras afirmaciones que hizo su papá al momento de contar cómo es su vida después de uno de los momentos más duros que le tocó atravesar hace dos años: la pérdida de Betina, la mamá de su hija, por culpa del cáncer de mama. Ernesto tiene 39 años, lleva adelante un emprendimiento de productos de coctelería, y hace algunos meses viene ganando gran repercusión en TikTok donde decidió contar una importante parte de su vida: “El primer video que subí es en el que estoy hablando con mi hija en el auto y ella me pregunta por qué la mamá había perdido el pelo, y yo se lo cuento lo más natural. Ese video explotó. Pasé de diez seguidores a mil. Ese fue el puntapié inicial”.
Hoy cuenta con cerca de setenta mil seguidores que lo apoyan y ven sus videos en los que muestra cómo lleva adelante la crianza de Guille, su hija, luego de una gran pérdida y con la idea clara de estimular sus recuerdos. “Quiero demostrar a través de ella que, más allá de todas las adversidades, se puede ser feliz y salir adelante”, expresó como parte del propósito que lo llevó a tomar la decisión de contar su historia.
Guille, el reflejo de su mamá
Cuando Betina murió, Guille tenía casi tres años. “En el momento nos sentamos y le dijimos que mamá no estaba más, que a partir de ese momento era una estrellita en el cielo, y que ella la iba a tener siempre en su corazón, y nos dijo: ‘Bueno’, se dio media vuelta y siguió jugando”, recordó y agregó: “A esa edad es complicado, no saben qué es la vida, ni qué es la muerte. De hecho, ahora con cinco años todavía no lo sabe y menos algo sobre una enfermedad”. Por una cuestión de edad, los recuerdos que generó sobre ella son mínimos. Sin embargo, Ernesto intenta revivirlos para que, lejos de anclarse en el pasado, pueda continuar hacia adelante y ayudarla así a construir su identidad.
“Cuando Guille cumplió cinco tenía que ir renovarle el DNI y fuimos donde nos casamos con Betina porque nos correspondía. Entonces le empecé a mostrar todo. Y ahí fue donde dije: ‘estoy haciéndola conectar con los recuerdos en los que estuvo presente, pero no pudo vivir’. Me pareció muy sano, porque al no tener a su mamá yo soy el puente”, contó entusiasmado.
Y este no es el único momento en el que sirvió como conector entre Guille y su mamá. Hace poco le pidió conocer la casa donde vivía Betina, un lugar por el que pasan siempre pero que ya tiene otros dueños. “Cuando me dijo que quería conocerla le mandé un mail a Ivana, la actual dueña. Enseguida me respondió y me dijo que éramos bienvenidos. Así que un día después del Jardín la llevé de sorpresa”.
Una de las características que identifican a esa nena de 5 años es la curiosidad: “La madre también lo era, tenía que estar en todo siempre. Es un reflejo. Entonces, en cierta forma, es como tener a la madre dando vueltas todavía por acá”. Y, como no podía ser de otra manera, las preguntas son algo habitual, pero para esto Ernesto tiene una postura clara “ser sincero, honesto y abierto” con ella.
“Hace un tiempo me preguntó de qué había muerto su mamá, y yo le dije de cáncer. Después me preguntó: ‘¿Y qué es el cáncer?’, y yo me quedé sin saber qué decirle. ¿Cómo le explico a una nena de cuatro años? Así que a veces yo mismo me meto en embrollo que no puedo salir”, sostuvo entre risas.
“Tenemos una relación muy linda. Ahora que va todo el día Jardín, en el medio puedo hacer mi vida, pero después, cuando sale ya vuelvo a ser papá”, expresó, aunque reconoció que no todo es color de rosas: “Cuando se pone intensa con los caprichos, por ejemplo, es un tema. Yo estoy solo con todo eso. La gente me dice siempre que no lo estoy, pero yo soy el que toma las decisiones sobre mi hija por más que tenga ayuda. Y a veces se complica, pero bueno, es la que me tocó y lo acepto”.
El homenaje que todavía lo emociona
Betina falleció durante la pandemia, con todo lo que eso significa, por lo que no pudieron despedirla de la forma que hubiesen querido. Pero, a fin de ese año, Ernesto decidió hacer algo especial.
“Yo tenía las cenizas en mí casa y siempre pensaba qué podía hacer. Tenía un montón de planes, pero se me ocurrió hacer una ceremonia en la que participe toda la familia y podamos despedirla todos juntos”, contó. Y así fue. La Quinta que era de sus padres, y que ahora pertenece a su hermana, fue el lugar elegido por dos simples razones: en primer lugar, porque iba tener acceso para cuando él quisiera ir. Y, después, porque se trata de un espacio muy especial para ellos, ya que allí festejaron cumpleaños, navidades, y pasaban los fines de semanas.
“En una cajita pusimos todas las cosas que la representaban. Por ejemplo, el barbijo que había usado en la pandemia, un pañuelo del pelo que ella usaba que lo había perdido y que encontré después de que murió, la familia puso fotos, y otras cosas. Y ahí hicimos la ceremonia. Di unas palabras, le canté una canción, pusimos la cajita y todos empezamos a tirar la tierra”, relató.
Y no solo fue algo para los adultos. Participaron todos, también Guille y los sobrinos de Betina. Sobre esto, Ernesto sostuvo que “Betina era una excelente tía y una excelente madre” y que “el amor que ella le dio a todos esos chicos estuvo plasmado ahí, en ese momento en el cual todos fueron a tirar tierra y a plantar un arbolito en su honor”.
Soltar para vivir
Ernesto recuerda perfectamente el día que conoció a la compañera de la facultad de su cuñado. Ella bajó por las escaleras de su casa y, según sus propias palabras, quedó impactado: “Fue un flash, amor a primera vista”. Desde ese momento fueron inseparables.
Sin embargo, hoy las cosas son distintas: “Hubo un par de mensajes en TikTok relacionados a por qué me refería a Betina como la mamá de mi hija, y la realidad es que no tengo otra manera de referirme a ella porque mi estado civil es viudo y ella no es más mi pareja. Entonces esa es una manera también de mostrar que hay que soltar, sobre todo en estos casos”.
Igualmente, comprende a quienes están en su situación y les cuesta más dar este paso: “Yo estuve casado con Betina dos años, pero estuvimos ocho juntos y a veces hablo con gente que estuvo toda la vida y yo la verdad entiendo perfectamente cuando no pueden soltar. Yo lo decidí, obviamente tengo 39 años y la vida sigue, y tengo un motor que es mi hija y tengo que salir adelante”.
Ella siempre está…
En uno de sus últimos videos, Ernesto contó una peculiar situación que vivió en el cumpleaños de su hija y que significó para él la confirmación de que aunque no la pueda ver físicamente, Betina siempre está.
“En el momento de soplar las velitas fueron todos los primos con ella y cuando le estábamos cantando el cumpleaños se abrió una puerta y entró como un frio. Yo me emocioné”, comenzó su relato que te pone la piel de gallina y continuó: “Cuando le pregunté a Guille si la vio me dijo que sí, que estuvo en el pelotero con ella y que le estaba dando besitos. Ahí la abracé, pero todo como normal. Así como hablo con naturalidad de la muerte, que sé que mucha gente lo ve como un tema muy tabú, también están estas cosas de la vida que sigue, y que, creer o reventar, están”.
Padre, hija y todo lo que conlleva
Socialmente, y por el machismo que de forma inconsciente influye en nuestra forma de ver las cosas, es más habitual pensar en la posibilidad de una madre criando sola a sus hijos que de un padre criando solo. El primer caso, tal vez, llama menos la atención, sin embargo en los casos como el de Ernesto comienzan los cuestionamientos de siempre: “¿Un padre criando sola a su hija mujer?”, “¿cómo va a ser cuando sea más grande?”. La respuesta de Ernesto es clara: se puede.
Aunque a veces se complica en lo cotidiano: “En el vestuario del natatorio donde va Guille, las madres pueden entrar con los nenes al vestuario de nenas, o pueden entrar con los nenes al vestuario de hombres, pero yo tengo que ir al vestuario de hombres si o si y mi nena se tiene que cambiar con nenes. Hay un gris ahí”.
Y como todos los padres, ya sea criando solos o no, el miedo al futuro siempre está. “No sé cómo va a ser. Así como yo antes de enviudar, cuando ya sabía que no había muchas esperanzas con Betina, tenía miedo de quedarme viudo con una nena de casi tres años, también se me viene a la mente cómo va a ser cuando sea grande. A la adolescencia le tengo un miedo terrible, pero bueno, veremos qué pasa”, expresó, y agregó: “Para lo que no pueda respaldarla siendo hombre va a estar mi hermana, también está la abuela y tiene otras tías. Tiene un montón de mujeres que la rodean”.
Los hijos como motor
Como es de imaginar, Ernesto no es el único en esta situación. A veces por elección, y otras, como en su caso, por circunstancias de la vida, puede tocarte enfrentar solo las decisiones sobre el cuidado de un hijo. Por él, y por todos y todas las demás, es que tomó la decisión de contar su historia, como un mensaje positivo de que se puede salir adelante pese a la adversidades.
“Hay un padre específicamente que me escribe porque está en la misma situación que yo con una nena chiquita. Yo lo que siempre le digo es que mire el motor que tiene ahí en frente. Guille es mi motor. Yo salgo adelante o me levanto todos los días por ella, porque desde que tiene dos años que depende completamente de mí y yo no me puedo tirar a la cama a llorar. Obviamente el duelo lleva su tiempo y demás, pero no puedo caer, porque ella me necesita”, puntualizó.