Es el bar con mayor repertorio patrimonial y preservación de materiales: reabrió La Flor de Barracas, fundado en 1906 por dos mujeres

Comenzó como bar, luego se transformó en una fonda española, fue restaurante, un bar de billares y hasta funcionó como locutorio. La crisis económica que produjo el COVID-19 generó que el bar tenga que cerrar, pero un grupo de trabajadores resistió y lo mantuvo a flote. Hoy reabre sus puertas respetando su historia y su arquitectura original.

16 de enero, 2024 | 00.05

Hace algunas semanas, en la esquina de Avenida Suárez y Arcamendia, volvió a abrir La Flor de Barracas, un legendario cafetín con más de un siglo de historia y con aires de fonda que conserva su arquitectura original. Según el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se trata del bar porteño con mayor repertorio patrimonial y preservación de materiales originales.

Fue fundado en 1906 y nunca cerró hasta que llegó la pandemia por COVID-19. Comenzó como bar, luego se transformó en una fonda española, fue restaurante, un bar de billares, y hasta funcionó un locutorio por un breve tiempo.

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Parte de su historia se fue perdiendo, pero se pudo reconstruir que, durante su época de fonda, fue gestionado por dos mujeres españolas que llegaron a Argentina huyendo de la Guerra Civil de su país. A través del bar “transmitieron sus sabores españoles a lo largo y a lo ancho del barrio porteño de Barracas”, según detalla Hernán Greco, actual administrador del centenario negocio.

Cuenta la leyenda que, durante ese período, el bar cambió su nombre varias veces. Se llamó "Genova" o "Genoveva", "Tarzán" y "La puñalada". “Este último habría sido consecuencia de una historia que trascendió sobre una pelea entre dos que terminó con una puñalada, aparentemente fatal. Todo es historia antigua así que elegimos creer en el legado y no cuestionamos demasiado”, cuenta Hernán en diálogo con El Destape.

En 2009, el local fue comprado por Victoria Oyhanarte, hija de Julio Oyhanarte, exministro de la Corte Suprema. En un principio lo gestionó ella junto a su familia hasta que, un tiempo más tarde, tomó su concesión el gestor cultural, guionista, y amante de los bares notables, Carlos Cantini. Según Greco, él y su familia hicieron de La Flor “mucho más que un espacio gastronómico”. Desde 2011 pasó a integrar el listado de Bares Notables de la Ciudad.

En 2020, en plena pandemia por Covid-19, el bar cerró sus puertas por primera y única vez. “Así estuvo un buen tiempo hasta que un grupo de trabajadores históricos de La Flor lo volvió a abrir y, con algunos platos, sostuvo una oferta limitada hasta este año, que llegamos nosotros”.

La propuesta actual

Este año, Agustina Díaz y Hernán Greco se asociaron y tomaron posesión del antiguo local con el objetivo de reivindicar la historia de las manzanas del sur de la Ciudad y poner en valor el espacio. La propuesta es consolidar la identidad del bodegón porteño, protegiendo el legado que caracterizó a La Flor en sus casi 120 años de historia. “Queremos respetar su infraestructura e historia porque la entendemos como un patrimonio edilicio único en la Ciudad”, afirma Hernán.

El bar mantiene sus clásicas ventanas fileteadas con letras color ocre, los dos faroles a cada lado de la puerta principal y en su interior conserva su antigua barra de madera. De fondo, en todo momento suenan tangos, que funcionan como la expresión musical de esa identidad que la Flor de Barracas busca conservar. El cafetín cuenta también con un espacio semiabierto, denominado Patio Arolas, en honor al bandoneonista, compositor y director Eduardo Arolas, que era vecino del barrio de Barracas.

La gran incorporación de la nueva administración es el llamado Club Don Narciso, que está ubicado en el salón contiguo al principal. Es un lugar donde se realizarán conciertos, shows con músicos en vivo y proyección de películas. “Trataremos de plasmar esta idea de que el plato principal sea lo ‘artístico’. Es decir, en Don Narciso podrán escucharse diferentes expresiones en vivo de música, recitales de poesía, presentaciones de libros, conferencias, y hasta prácticas de tango. Pensamos que todo eso nos ayudará a consolidar nuestra identidad ‘surera’”, explica Hernán. En esa línea, en enero planean empezar a dar talleres de ajedrez los sábados a la mañana.

Uno de los objetivos es que las noches de La Flor estén emparentadas a las presentaciones en vivo que se realicen en el escenario de Don Narciso. Luego de estas performances, los “parroquianos” podrán comer los platos del menú del bodegón porteño.

Entre sus platos principales, se destacan el pastel de papas, milanesas, tortillas, lengua a la vinagreta, buñuelitos de verdura y pastas caseras. En invierno sumarán guiso de lentejas, mondongo y locro.

El local abre de martes a domingos a las 7 de la mañana. Los jueves, viernes y sábados cierran a las 00 horas. El resto de los días, a las 18. A partir de febrero, el horario nocturno se extenderá hasta la 01:30, acompañando la programación de Don Narciso.

Por la Flor de Barracas pasaron muchos personajes de la cultura, del arte y de la política. “Sin ir más lejos, una de las personalidades más importantes que pasó por este espacio fue Cristina Fernández de Kirchner en 2017. Fue todo un acontecimiento para el lugar y para el barrio. La gente, hasta el día de hoy, lo recuerda como una visita memorable, no solo en la Flor sino en el barrio”, resalta Hernán.