Abraham Gómez llegó a Argentina desde Perú, Lima, con 19 años y el sueño de encontrar su identidad. Se quedó en La Plata y comenzó a estudiar arquitectura. Hoy en día, con 30 años, se convirtió en un artista de los mapas. Él es capaz de hacer que las personas caminen nuevamente por las calles de sus recuerdos, que piensen sobre las historias que guardan esos lugares y lo mucho que pueden seguir creciendo. Sin embargo, cuando llega le preguntan cómo se define, él siempre responde: “Lo primero que digo es, soy ilustrador. Cuando me preguntan un poco más, digo, hago mapas. Se quedan pensando y ahí cuento que hago mapas a mano”.
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Abraham dibujó en detalle la Ciudad de Buenos Aires y la ciudad de La Plata, entre otros lugares característicos de Argentina. Su primer contacto con los mapas fue en el colegio, cuando le pedían ubicar dónde quedaba su casa. “En una de las planillas que te daba la escuela, tenías que dibujar el recorrido hasta tu casa. Y eso lo hacía yo, mientras mi mamá llenaba la ficha. Lo hice todos los años”, contó. Pero hubo otro momento en su vida relacionado con la llegada de internet. “Coincidió con la época en la que empezaba el Google Maps o Earth. Como eran modelos satelitales, le pedían ayuda a la comunidad para completarlos, como Wikipedia. Descubrí eso de casualidad y me pareció interesante. Te mostraban mapas históricos y, como Lima es una ciudad grande, había muchísimos de ahí”, explicó en diálogo con El Destape.
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Primero intentó estudiar geografía, pero finalmente eligió arquitectura en Perú. Sin embargo, el viaje entre el estudio y el trabajo se le hizo imposible y tuvo que buscar alternativas. Ahí apareció Argentina, país del que había leído algo, pero solo por curiosidad. Ese sentimiento fue mutando y se transformó en un futuro muy posible. En 2012, realizó el viaje y comenzó a crear un futuro en La Plata.
Con su inmigración, vino su pasión por el dibujo y los mapas, que creció mientras cursaba la carrera en la Universidad Nacional de La Plata. Allí se transformó en el ilustrador capaz de dibujar la Ciudad de Buenos Aires al detalle. “Me interesan mucho las ciudades, porque, en realidad, me interesan mucho las personas; y dibujo ciudades porque a las personas les interesa sus espacios”, expresó Abraham. Y agregó: “Hay un par de sentimientos que siempre son los que se repiten o, por lo menos, lo que yo identifico. La primera es ‘Este pibe está loco’. Esta ese factor sorpresa de ver que alguien hace esto mano en tiempos en los que te lo podría resolver cualquier otra herramienta. Pero también están las personas que reconocen algo en ese lugar, algo sentimental”.
Abraham mezcla un poco del arte y la cartografía para hacer sus mapas, y utiliza un método denominado “perspectiva isométrica”. “Mi hermana tenía dibujo técnico en su carrera. Tenía piezas de la carrera que está estudiando, que no me acuerdo bien qué era. Pero debía hacer siempre dibujos en perspectiva isométrica. Tenía hojas específicas y yo siempre se las pedía para dibujar cosas. Ahí fue donde lo aprendí”, contó. Nunca tuvo realmente la necesidad de usarlo hasta la facultad, y, claramente, ahora con sus dibujos.
Pero deja su marca en cada mapa que realiza. “Tomo la cartografía para poder hacer lo que hago, pero me tomo libertades artísticas”, explicó. En sus dibujos no pone leyendas o títulos, porque no lo considera una cartografía. Además, usa el color azul para marcar los espacios verdes. “Es por lo transgresor. Si lo hiciera verde, cae tan decantado que lo ves y ya está. En cambio, el azul genera que te llamé la atención y compares qué mapa tiene más espacio público”, dijo.
“Me gusta pensar en que la ciudad se puede mejorar. Yo creo que la relación más directa que hago es justamente con Lima. Cuando era chico, de algún modo y con la poca información que tenía, podía identificar ciertas cosas que a mí no me gustaban de la ciudad. Esa misma pregunta se fue trasladando para encontrar mejor las respuestas. Pero en la actualidad todavía está como esa intención de querer mejorar el espacio urbano”, expresó.
Sus dibujos lograron cruzar fronteras, y llegó a abrir su sitio web donde hace mapas a encargo. Uno de sus trabajos más complicados fue La Confluencia y Cuba. “El de La Confluencia porque estaba haciendo, bajo la misma técnica que usaba las ciudades, un área geográfica sin ningún punto de referencia. Además de que estaban las altura y yo nunca había ido. Así que me vi muchos videos y fotos, algunos de drones, para poder reconstruirlo. Con La Habana me pasó de que no llegan las imágenes satelitales. Entonces el cliente me pidió que hiciera solo un barrio, que es en el que nació. Con fotos e investigación lo pude hacer”, contó.
Abraham Gómez traspasó a una hoja millones de recuerdos de muchísimas personas. Él logró recrear las alturas, los monumentos y hasta esas calles que a veces se olvidan de que fueron importantes. Ahora busca poder terminar la carrera (le queda un año) y, posiblemente, hacer una exposición de todos sus trabajos. “Me gustaría exponerlos. En un principio no me animaba tanto, por la misma razón por la que no terminaba de mostrar mis dibujos. No sentía que era gran cosa. Pero ahora me siento con más confianza. Me pone muy contento que a la gente le guste algo que a mí me gusta hacer. No se si lo expongo y van a ir, pero hoy estoy un poquito más confiado en lo que hago”, expresó Abraham, y dejó la puerta abierta para todos aquellos preparados a redescubrir las calles que siempre recorrieron.