Gustavo Mosquera comenzó a trabajar de muy joven en el rubro de la gastronomía; cuando tenía tan solo 13 años. Ya de grande, y gracias a un contacto de un local de comidas rápidas tuvo la chance de mudarse a Europa y cambiar su forma de vida. Luego de unos años, y de mucho pensar, decidió renunciar al puesto de encargado de una cafetería muy concurrida en Alicante, España debido a que este trabajo le estaba quitando tiempo de estar en familia. Tomar la decisión fue difícil, y es por ello que tuvo la necesidad de escribir una carta en Facebook para agradecer públicamente los años compartidos con sus compañeros y clientes. Sin embargo lo que él no sabía es que esa despedida llegaría a un empresario noruego, quien le ofrecería una oportunidad de trabajo impensada pero acorde a su nueva visión de vida.
Nació el 9 de julio de 1981 en Ciudadela pero se crió en San Telmo junto a sus abuelos y su madre. “Mi abuelo casualmente era cocinero”, dijo Gustavo Mosquera para dar inicio a su historia. Es que el hombre comenzó a trabajar a sus trece años de edad en un local llamado Pizza Tracy en Patio Bullrich. “Empecé repartiendo volantes, luego fui ayudante de cocina, y por último camarero”. En el año 2006, el gerente de la empresa se acercó a Gustavo para comentarle que se mudaba a Italia por trabajo, y que estaba entusiasmado de que él se sumase a la aventura. Gustavo, sin muchas vueltas, aceptó. Convivieron durante un tiempo hasta que el muchacho oriundo de Ciudadela decidió probar suerte en España.
Durante los primeros dos años se alojó en Barcelona y trabajó como agente inmobiliario, pero luego se desplazó hacia Alicante y se desempeñó en el rubro de la hostelería. “Como estoy en zona costera, el tema de la actividad es algo estacional; hay mucho trabajo en verano y en invierno afloja todo. Entonces, al principio, trabajaba solo en temporada alta, y en temporada baja me iba a otros países a hacer changas. Cuando quedé fijo la cosa fue distinta”, señaló el argentino.
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Consiguió un trabajo como encargado de una cafetería muy concurrida. “Era un trabajo en el que yo ganaba muy bien pero me consumía la mayor parte del tiempo ya que ante cualquier cosa yo tenía que estar a disposición. A pesar de que el local quedaba a 200 metros de mi casa, a mis hijos los veía poco y nada”, comentó Gustavo, quien -durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio- se cuestionó el estilo de vida que estaba llevando. “Fue en ese entonces que me di cuenta que no quería seguir en la vorágine de trabajar y trabajar, así que terminé renunciando al puesto”. Como forma de agradecimiento por su paso por el local gastronómico, el argentino escribió una carta en Facebook. Y resulta que esa publicación la leyó un cliente noruego. “Me llamó para preguntarme qué tal estaba, y ahí le comenté que me sentía cansado; que quería pasar más tiempo con mi familia. Al instante el empresario me dijo que Noruega es un país muy amigable con las familias, y que podía ofrecerme trabajo en un hotel de él”. Gustavo evaluó esta propuesta con su esposa Ana, y decidieron intentarlo. Primero viajó solo, luego se sumó la mujer, y si creían que el lugar era propicio para vivir, se mudaban con sus hijos.
Fue así como el año 2022 la familia Mosquera se acopló a la vida en Noruega. Sin embargo, la estadía duró un año ya que a su esposa e hijos les costaba adaptarse al cambio, y echaban de menos a la familia, a los amigos y las costumbres de España. Entonces, los tres volvieron a su casa en Alicante mientras que Gustavo terminaba la temporada. “Yo tenía muchas ganas de seguir trabajando en Noruega así que le pregunté a mi jefe qué posibilidad había de que me de un espacio en los barcos pesqueros”, recordó el hombre. A los días lo contactó el hijo del jefe -encargado del reclutamiento del personal- para decirle que se aproximaba un viaje bastante corto y que tenía la posibilidad de experimentar la vida en el mar. Gustavo no dudó ni un segundo. Tenía asignado el rol de cocinero; su trabajo era preparar el desayuno, el almuerzo y la cena para toda la tripulación. La experiencia fue tan gratificante al punto que volvió a repetir la aventura dos veces más. Hoy en día, el hombre lleva dos estilos de vida en el año: durante seis semanas se hace presente en suelo noruego, y navega por el Océano Ártico, y las seis semanas posteriores vuelve a su hogar en Alicante para disfrutar de la familia. Y así sucesivamente.
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“Mi itinerario previo a un viaje es bastante sencillo e intento cada vez llevarlo a cabo lo más rápido posible. Armo mudas de ropa para el margen de una semana, y las guardo en una bolsa como la que llevan los nenes al colegio”, dijo riendo. “Soy el único encargado de la cocina así que unos días antes me avisan cuantas personas van a estar arriba del barco y cuánto va a durar el viaje. Con esos datos yo hago la compra”, agregó.
Cómo es la vida en un barco pesquero
La empresa pesquera tiene dos terminales: una en el norte de Noruega, en una ciudad que se llama Tromsø, y otra en el oeste, que se llama Måløy. Gustavo toma un vuelo directo de Alicante a Oslo. De allí se moviliza en un vuelo interno o en bus. Al llegar al puerto, se dirige hacia el barco, guarda sus cosas en la habitación, y pone manos a la obra. “Arrancamos con el primer plato a las 7:30 de la mañana, 13:30 la segunda comida, y 19:30 la cena. Es muy importante que la comida esté en horario, y que sea suficiente para todo el mundo”, subrayó el argentino. Gustavo disfruta el tiempo en la cocina: “No soy chef profesional ni mucho menos; entiendo mis limitaciones así que me apoyo mucho en la gente que pueda saber algo al respecto”. Los menús incluyen todos los tipos de carne, pastas como también mucha verdura; a su vez, suma refrescos y cosas dulces para el postre. Relacionado a esto, el hombre oriundo de Ciudadela resalta que la gastronomía de Noruega no tiene semejanza con la argentina ni la española; pero, casualmente, en el último viaje el segundo hombre a cargo de la nave era cocinero profesional, y lo ayudó a aprender cosas nuevas.
Mosquera destaca lo importante que es estar mentalmente preparado: “Es un trabajo muy físico, son muchas horas y a un ritmo bastante acelerado. Así que el laburo previo y durante es muy importante para mantenerse positivo. Además, al estar constantemente en una atmósfera cerrada no todo el mundo puede soportarlo”. A medida que pasan los días, el cansancio y las malas condiciones climáticas pueden hacer de un viaje una pesadilla. Entonces el hombre asegura que la clave es saber gestionar las acciones y emociones para que la situación no te abrume ni sobrepase.
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Según Gustavo, su trabajo no da lugar al miedo. “En mi último viaje tuvimos el peor temporal de los últimos 30 años. Sorteamos tres huracanes. A pesar de que los barcos están preparados para estos imprevistos, lo que sucedió fue tremendo. Los vientos superaban los 200 km/h y las olas llegaban a 15 metros; nuestro barco se columpiaba de un lado para el otro, y miles de cosas salían disparadas hacia el más allá. Poco se puede hacer ante la fuerza de la naturaleza. Solo rezar”, destacó el hombre.
Gustavo se embarcó por primera vez en agosto de 2023 y su plan es continuar con esta vida por unos años más, ya que disfruta ser parte de la empresa de pesca más grande de Noruega, que utiliza el método autolínea amigable con el medio ambiente. Estar lejos de la familia, navegar en aguas tormentosas, con temperaturas que oscilan los cero grados no es una tarea fácil, y que todos puedan hacer. En este caso, el argentino entiende que se puede dar el lujo de vivir esta experiencia porque tiene un gran sostén a su lado. “Si no fuera por mi esposa que se hace cargo de todo y por mis niños que acompañan muy bien, este trabajo no lo podría hacer”.