María José Campos llegó al mundo del ajedrez “de grande”. A los 15 años aprendió a jugarlo y a los 17 empezó a participar en torneos competitivos, hasta cumplir con 24 años su primer gran hito en la historia de este deporte: ser campeona argentina. En su joven carrera, ganó un Sudamericano, fue al mundial en Azerbaiyán y fue convocada para representar a América en Polonia.
Con un juego aguerrido, se ganó el mote de “jugadora del pueblo” y ahora apunta bien alto, con el objetivo de ser Gran Maestro (GM) absoluto en América Latina, algo que hasta ahora no consiguió ninguna mujer en la historia.
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Detrás de su juego hay una historia de superación. Por temas personales se alejó de su casa a los 15 años y allí fue que conoció a su novio, Diego, quien hoy es su marido y al que describe como “un pilar fundamental” para el desarrollo de su ascendente carrera.
Una combinación de pasión y estudio
Su arribo fue tardío en comparación con la mayoría de los ajedrecistas, pero lo compensó con talento, pasión, y estudio. “Cuando conocí el juego, a los 15, me maravillé. Me gustó que parece complejo, pero no lo es. Cada pieza tiene su movimiento y uno puede manejarla a su estilo”, confió la joven a El Destape.
Detrás de eso, Majo reconoce que hay una clara vocación. “Cuando se trata de ajedrez, me nace mucha energía, ganas de estudiar, jugar y entrenar”, contó y sentenció: “Definitivamente es mi pasión”.
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Eso lo acompaña con un alto grado de estudio, ya que “cada vez las competencias son más exigentes y tengo que estar analizando mis debilidades y fortaleza con mis entrenadores”.
“Me gusta mucho estudiar el ajedrez clásico, partidas donde no existía la computadora y se puede apreciar más la evaluación humana, pero también mirar las novedades por la constante evolución con la llegada de las computadoras”, sintetizó.
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A ese combo le suma la parte física, ya que el deporte no es sencillo y así lo graficó la campeona argentina: “Hago ejercicio porque cada partida puede durar 5 horas, con lo cual necesito tener mucha resistencia”.
Sobre su modo de encarar las partidas admitió que no tiene “un estilo definido”, aunque señaló: “Muchos maestros del ajedrez me han comentado que ven en mí un juego aguerrido, sobre todo en momentos de dificultad”. Es, quizás, una filosofía de vida y así lo resumió Majo: “Yo creo que nunca me rindo y lucho hasta el final, el ajedrez saca mucha fuerza en mí”.
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El orgullo de ser campeona y el sueño de romper una barrera
Al repasar su obtención del título nacional, Majo expresó: “Ser campeona argentina no sólo trajo felicidad y un lindo cierre para un 2023 donde gané un Sudamericano, fui al mundial en Azerbaiyán y fui convocada para representar a América en Polonia, sino que también cumplió ese deseo que nació desde el día uno en que me introduje en este mundo de 64 casillas de poder ser campeona de mi país”.
De cara al futuro, tras haber ganado recientemente un torneo en Florianópolis, Brasil, “la jugadora del pueblo” contó que su mayor sueño es “ser GM (Gran Maestro Internacional) absoluto en América Latina” y confesó: “Por eso entreno duro todos los días, para derribar una barrera que todavía no superó ninguna mujer”.
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“Es una meta alta, pero no imposible. El año que viene voy a buscar revancha, que es una de las cosas que amo del ajedrez”, anticipó, aunque para eso será fundamental la obtención de recursos: “Primero voy a disputar algunos torneos de la zona, mejorar mi performance y a la espera de oportunidades”.
Sobre este deporte en Argentina, sentenció: “Ser ajedrecista profesional es difícil en el país porque las competencias de alto nivel son muy costosas entre pasajes al exterior, alojamiento y entrenadores, pero tengo tanta pasión y amor por el juego que esas dificultades no van a impedir que siga luchando por mis sueños”. En ese aspecto, resaltó que la asistencia estatal es fundamental: “Por suerte desde el año pasado me acompaña la ayuda de mi municipio, Avellaneda, con el intendente Jorge Ferraresi”.
El apoyo de su esposo y el rol de su entrenador
Es en ese contexto que se hace fuerte la familia que supo forjar. “Vivo con Diego, mi pareja, que nos casamos en pandemia y es un pilar fundamental en mi vida. Siempre me apoyó e impulsó mi carrera”, expresó la joven y admitió que “antes de convertirme en profesional no tenía recursos para cubrir los gastos y el siempre confió en mí y me dio una mano”.
Un fiel reflejo de lo que fue su camino son las palabras de Gustavo Celis, el maestro FIDE (Federación Internacional de Ajedrez) que la guía hace 7 años. “Nuestro primer contacto fue en el club SIRE de Remedios de Escalada y en la primera experiencia ya se notaron las ganas y pasión que siente por el ajedrez”, le contó Celis a este medio.
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Celis destacó entre sus virtudes “las ganas, ánimos, humildad y profesionalismo” y la definió como “una apasionada del ajedrez y una gran persona, que donde va deja marca y huellas”.
Justamente por eso no le sorprende la actualidad de Majo. “Las horas de entrenamiento en algún momento iban a dar sus frutos. Es muy metódica y sigue cualquier consejo al pie de la letra”, valoró.
Con respecto al sueño de ser GM, consideró que la joven tiene todo para lograrlo, aunque aclaró: “Primero tendría que hacer giras por otros países para ir adquiriendo roce internacional con otros GM. Paso a paso: primero hay que ir por los títulos de Maestro Internacional (MI) o Gran Maestra Femenina (WGM)”.
Sin dudas, la carrera de Majo es un mensaje de superación para todo el mundo y por eso la joven llamó a la gente a seguir su vocación. “Cuando me dicen jugadora del pueblo, siento que ven y creen que se puede luchar día a día por un sueño y que nada es imposible. Creo que todos podemos hacerlo y luchar por lo que queremos”, sentenció la joven.