Sebastián Curi, el artista de Lanús que llegó a ilustrar una tapa del New York Times

Estaba estudiando periodismo poco convencido hasta que descubrió su verdadera pasión: el diseño audiovisual. Pasó por renombradas agencias, pero ahora las más grandes marcas lo eligen para sus diseños y acumula prestigiosos premios. 

19 de abril, 2023 | 00.05

Desde Lanús hasta Los Ángeles, Sebastián Curi comparte sus obras, simples y sofisticadas al mismo tiempo. Con varios premios en el lomo, el artista argentino destacó que lo movilizan particularmente aquellas producciones que le permiten llegar a más personas, como la que hizo para la tapa de un suplemento en el New York Times, su impactante mural en el Centro Cultural Recoleta o sus ilustraciones en las etiquetas de marcas internacionales. “Eso es un flash, es algo muy lindo que impacta en la gente y que te llena”, resumió sus sensaciones.

Curi relató su largo viaje, que incluyó en la infancia paradas en Bolívar, Mar del Plata, C.A.B.A. y Dock Sud, aunque su etapa profesional lo llevó a vivir en Estados Unidos, Canadá y Europa. “Viajar es una aventura y estamos en esa”, contó en diálogo con El Destape.

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Con formación en la Universidad Nacional de Lanús y luego en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires, pasó por varios estudios de animación argentinos como Le Cube y Plenty, mientras que también brilló a nivel mundial en el estadounidense Buck y el canadiense Giant Ant.  “Te enfocás mucho en el proceso más que en la obra. Al final de todo, sos vos dibujando en una hojita y eso me encanta”, señaló sobre su proceso.

Todavía lo sorprenden las repercusiones que en algunos casos llegó a tener por su arte. “Es muy loco que haya un chabón en Mongolia usando una remera mía y por ahí me etiqueten en las redes en idiomas o alfabetos que no sé ni lo que dice”, contó sobre el contacto directo con desconocidos en otra parte del mundo que tiene con sus fans a partir de su obra. 

Los inicios

Si bien su vocación estuvo siempre latente, terminó de despertarse en la adultez. “Me surgió más de grande. Siempre tuve una necesidad expresiva en cada proyecto de meter algo mío, que refleje mi impronta propia. De a poco, tal vez trabajando en diferentes tipos de trabajos que tenían que ver con la animación, me salió esta curiosidad, esta necesidad de meter algo mío en cada proyecto”, contó Curi.

La idea se le presentó hace unos cinco años, según contó. “Previo a eso trabajé muchos años como animador, diseñador, director de arte, de animación y director creativo. En estudios de diseño, 3D, animación, motion graphics. Eso me ayudó a generar herramientas, contactos e ideas propias”, aclaró sobre el bagaje con el que contaba al lanzarse en este camino.

Esas ganas contenidas se materializaron cerca de 2017: “Salté a presentar un cuerpo de trabajo propio y ahí se cristalizó. Venía armando un montón de cosas, porque siempre hice proyectos personales por las mías, pero como empleado de agencias. Entonces, cuando me lancé solo había mucho bagaje y explotó todo junto, pero yo lo venía aguantando”.

El New York Times, la marca Zara y el Centro Cultural Recoleta

Acerca de sus proyectos más populares, ubicó entre ellos al hecho de ilustrar una tapa del New York Times. “Me tocó hacer cosas que son una locura, pura fantasía. El año pasado me llamaron del New York Times y pensé que era para algo chiquito. Yo trabajaba para The New Yorker, una revista prestigiosa y conocida de acá. Había hecho muchas ilustraciones y te da chapa para trabajar con clientes de ese mundo más académico y editorial”, comentó en un principio Curi.

Sobre el contacto, resaltó: “La directora de arte que me llamó trabaja en un suplemento del domingo que es una versión infantil para los chicos. O sea, vos te comprás el diario, lo leés y le das la versión infantil a los chicos, con mucha gráfica para que se copen”.

“Todas las tapas las hacen artistas que son monstruos. Me llamaron y me volví loco. Encima justo era una especie de llamado a la acción sobre el cambio climático y qué podes hacer para generar acciones más sustentables. Es algo que encaja con lo que trato de hacer y dije ‘es la mía’. Terminamos en esa tapa que estuvo buenísima. Esas cosas tienen mucha repercusión con la gente”, valoró el artista.

Por otro lado, contó que también trabajó para la marca de indumentaria europea Zara. “Me llamaron para hacer diseños para una colección de ropa. Es un flash ver que personas de todo el mundo, de Asia, África y lugares que no tengo idea de dónde están usen una remera mía y se sientan identificados”, expresó.

Y reconoció: “Es muy loco que haya un chabón en Mongolia usando una remera mía y por ahí me etiqueten en idiomas o alfabetos que no sé ni lo que dice”.

Además, se refirió al mural que coordinó en el Centro Cultural Recoleta, en el marco del ciclo “Amor de Verano”. “Me tocó hacer el primero del ciclo y el último. Es algo que me encanta porque hacen fiestas, cursos y regalan cosas como posters, pines y remera para los chicos”, afirmó.

En ese sentido, valoró: “Yo sé que al Recoleta llega a mucha gente. Imprimieron 60 mil posters y los regalaron todos. Entonces, si hay un diseñador que estudia en la UNLa y no puede pagar la cantidad de dólares que pido en el sitio web, va al CCR y se lleva cuatro. También se lleva remeras, pines, todo de arriba. Nada más tenés que ir y eso está buenísimo”.

Viaje y adaptación

Con 36 años, Curi tuvo un derrotero que lo llevó por Bolívar, Mar del Plata, Dock Sud, Lanús, Estados Unidos, Europa y Canadá. Primero estudió periodismo. En esos años también tocaba en bandas punk rock y lo único que lo acercaba al diseño eran las remeras por ese entonces. 

En aquella realidad, llegó un nuevo llamado. “Un amigo estaba estudiando comunicación en la UNLa y me explicó en dos toques, en una charla muy informal, de que iba posproducción audiovisual y me encantó. Vi cierta cosa artística y que mezclaba cosas como películas y música”, repasó. “Yo tenía claro que debía laburar para hacer plata y acomodar las cuentas porque mi vieja es maestra y mi viejo tachero”, acotó y destacó: “Estudié tres años, empecé a trabajar en TV como asistente de video y de a poco me fui acercando al mundo 3D”.

Allí, comenzó la procesión por varias productoras reconocidas, entre las que destacó a Plenty. “Sentí que me llamaba la NASA para ir a la Luna. Le dije a mi esposa ‘vamos’. Vinimos a Estados Unidos y laburé dos años. Nunca había viajado, fui con un montón de miedos y trabajé con gente que ganó premios Emmy y Oscar, trabajé con las 100 marcas más grandes del mundo. Fue una locura y aprendí muchísimo del negocio y de la industria estadounidense”, remarcó.

Sin embargo, no fue todo color de rosas. “En ese proceso pasó que me terminé de quemar del mundo de agencia. Me agarró estrés, me enfermé y tuve burnout. Tenía un millón de problemas de salud, me sentaba en la compu y me mareaba, me dolía la cabeza”, advirtió Curi.Fue entonces que dio un paso al costado, pero para tomar impulso: “Decidí ir a Canadá a un estudio más chico, pero muy prestigioso en animación, como Giant Art.  Allí terminó de madurar su decisión actual. “Tenía esta necesidad de ser más artista”, valoró.

Su obra

“Mi trabajo se puede decir que es de formas concretas y simples, con un universo gráfico que es muy claro. Hay una pregunta y respuesta entre el cuerpo de trabajo de gestos de manos que hago que es muy pregnante. Es tal vez más abstracto, de líneas muy claras. Y del otro lado tenés este universo gráfico de personajes que anda por algún lado y es tal vez más alegre, un poco más complejo. Hay una economía de recursos que uso en las manos que no uso en los personajes y son dos polos opuestos. Conectan con gente diferente, formatos diferentes e industrias diferentes”, graficó.

El multifacético artista expresó: “A veces hago animación y eso requiere de cierta producción y circuito. Hago dibujos de mano que terminan siendo una pintura. Hago mucha serigrafía porque me encanta cómo terminan trabajando esas manos en colores plenos y hago trabajo de color y escala. Le entrás a tu trabajo por diferentes lugares y te va dando diferentes resultados. Es como una dieta. Comés un poquito, después otra cosa y así”.

La recepción de la gente

“Lo que te pasa siendo artista es que te enfocás mucho en el proceso y no tanto en la obra. Quiero sostener ir a mi estudio, dibujar, pintar, seguir haciendo y con eso estoy contento. El resultado es casi la consecuencia, pero no el objetivo. El objetivo es ir al estudio y hacer”, analizó Curi.

De todos modos, admitió que “la obra le queda a la gente” y se sinceró: “Tal vez vos la ves y decís ‘qué bueno esto’. Pero a mí me encanta también el reconocimiento, muchas veces te llena y te hace el día. Es un laburo re lindo porque vos hacés, compartís, la gente se copa. Hacés más cosas, te copás vos. Hay un contagio y un componente social”.

Hoy, ya instalado en su estudio propio en Los Ángeles, añadió: “Hay otra cosa y es que al final sos vos dibujando en una hojita. Me encanta eso. El espacio que tengo cerca de mi casa. Estoy con mi esposa, mi perro, me tomo un café, dibujo, hablo con la gente. La rutina que me toca hoy es privilegiada al 1.000%”.

Estudios y premios

Al repasar sus años de estudio, no ocultó su fascinación con la Universidad de Buenos Aires. “En la FADU aprendí muchas cosas muy rápido y me cambió. Venía súper curtido de la industria, era director de un estudio zarpado de Buenos Aires, pero me faltaban herramientas. Cuando entré a la FADU me acomodó todas las fichas rápidamente”, señaló.

En cuanto a la buena cantidad de premios que obtuvo, Curi los puso en un segundo escalón. “A veces me siento más premiado trabajando con algún medio como el NY Times o marcas como Apple, Nike, Spotify, Uber, The New Yorker o proyectos muy grandes que te pongan al frente”, planteó.

E insistió: “Ese tipo de proyectos los sentís como más grosos porque los ven más de un millón de personas. Al principio flashás por la escala que tienen, pero sin duda que los populares y universales son los que más me tocan. Que se pongan la remera y me etiqueten en las redes. Que cuelguen los posters del Recoleta en la pared. Eso para mí es un gol”.

“Premios gané un montón. De TV, diseño gráfico, ilustración. En EEUU, Latinoamérica, Canadá. Incluso participé de un proyecto con un francés para CNN y ganó un Emmy. Pero, siendo sincero, me copa más cuando hago un proyecto y aparece en todos lados. El premio no me mata”, sostuvo el artista.

La búsqueda del artista

Finalmente, consultado por un consejo para los artistas que estén en la misma búsqueda por la que anduvo él, sentenció: “No hay fórmula, pero sí hay caminos recorridos. La publicidad te pide replicar una cosa y vos querés hacer otra. Ese problema hoy lo abraza, por ejemplo, un ilustrador en Quilmes”.

“Casi que la publicidad es el vehículo del arte que queremos hacer. Pero no a todos nos da para pagar un estudio, tenés que construir esa cosa. Si pagás un alquiler, no te alcanza para otra cosa. Hay un montón de problemas y hay que ir adaptándose. Es una escalera”, comparó.

También consideró que hay que saber convivir con el fracaso: “Siempre trato de tener los pies sobre la Tierra y conectar muy fuerte con el proceso. Yo, en el estudio, haciendo. A veces uno vive más en el fracaso que en el éxito y uno en el fracaso tiene que estar bien. Te tiene que alcanzar ese acto fallido”.

“Trato de verlo como parte de hacer y ser artista. Hago una cosa, la saco, nadie la mira, tiene dos likes en Instagram, mi vieja la pasó por alto... Y yo digo ‘la pasé bomba’. Estoy contento con eso”, explicó.

En primera persona, de cara a la travesía de convertirse en artista, Curi admitió: “Tenés que poner el lomo y sostener la energía. Con disciplina, eso te puede llevar a otro lugar. A mí me trajo acá, no sé si tuve suerte o no, pero se lo debo a ese pibe que hacía tutoriales cuando tenía 24”. “La verdad, hoy le digo ‘gracias pibe’”, concluyó entre risas.