Rubén Díaz ya sabía a los 7 años que iba a ser Maestro Mayor de Obras y Arquitecto, que al primer día de tener 18 años iba a tener el registro y que iba a recorrer el mundo. Por eso a los 21, a su mayoría de edad, sacó el pasaporte y se fue de viaje a dedo de mochilero. Así, ya lleva visitados 129 países e hizo dos vueltas al mundo.
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“Las preguntas normales a mí me cuestan contestarlas porque estoy loco. En mi vida siempre fui raro. De chico, no es que de chiquito me decidiera por el arte, siempre fui diferente y no sabía por qué. El arte es una consecuencia que llegó para expresar una filosofía de vida”, se definió el artista, arquitecto y fantasiólogo ante El Destape, que está gestionando su inclusión en el récord Guinness por haber hecho su segunda vuelta al mundo en 21 días, entre otras cosas.
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Cuando se recibió de Arquitecto le dijeron que para recibir el título se tenía que poner una corbata y les contestó a sus profesores que no estaba capacitado para usar corbata. Por eso estuvo años sin retirar su título y no se matriculó nunca.
“La Arquitectura es una mentira: doméstica, juzga, te exige y te lleva para donde quiere. Eso no es libertad y por eso fundé una profesión: la Fantasiología, donde como prioridad está la emoción. La belleza está por debajo de la emoción, por eso con mis obras lo que busco es sacar una sonrisa o que una persona la mire y se olvide un minuto de Javier Milei o de Sergio Massa”, explicó este personaje multifacético, que viajó varias veces a África (recorrió 19 países) para desarrollar tareas de ayuda comunitaria y en su última vuelta al mundo estuvo pintando en distintos lugares como Omán, Bangladesh, Birmania, Malasia y Singapur.
A Rubén lo llaman de los colegios primarios, secundarios, de jardines y de universidades. Y por eso dice que aprendió los cuatro idiomas más difíciles del mundo: el de los niños, de los jóvenes adolescentes, de los adultos y de los adultos mayores.
También a Rubén Díaz no le gusta la palabra adulto mayor, ni adolescente (para la academia española significa padecer o sufrir) porque considera que son definiciones tendenciosas que buscan discriminar a distintas personas por su edad.
“Tengo mi Torre Eiffel, mi Arco de Triunfo y mi Obelisco. También hice una torre Eiffel al revés, pero ¿Cuál es la normal? ¿Por qué el sur está abajo y el norte está arriba? ¿Por qué está el meridiano de Greenwich?, se preguntó el fantasiólogo de Ituzaingó, que enseguida ensayó una respuesta: “Porque los ingleses hicieron el mundo a sus ganas y sus medidas”.
Este viajero del Oeste estuvo en lugares tan remotos como Camboya, Laos, Malawi, Mozambique, Uganda, Ruanda, Túnez, Botsuana, Lesoto, Madagascar. También en India, Nepal, Sri Lanka, Tonga, Fiji, Samoa, estuvo una semana en el Amazonas, en Nicaragua en guerra, en un Golpe de Estado en Uganda y también en manifestaciones en Katmandú donde fue llevado preso.
“Viví y recorrí por eso puedo decir de la desigualdad que hay en el mundo y la tristeza que me da que la gente mire para un costado. África se está convirtiendo en un zoológico humano donde llevan alimentos, los dejan ahí y se van. Cuando vos alimentas una persona así pasa a ser un animal. Hay que alimentar el espíritu aparte del estómago”, describió este solidario aventurero que a su última obra la llamó "Torre Eiffel Invertida" Homenaje a "Héctor Chulo Rivoira".
Así, se fue hasta dónde están tribus que son consideradas hostiles en África y les donó hasta la ropa que tenía puesta porque quería demostrarles que no solo les daba lo que le sobraba y que todos somos iguales. “Cuando hacemos una fiesta en su aldea les llevamos los sanguches y se los hacemos nosotros porque ir y tirar comida es como tratarlos como a los que maltratan a los perros. A los grandes psicólogos, sociólogos y a la gente con poder esto lo sabe bien y no le importa”, se indigna quien construyó el Arco del triunfo de Carlitos Balá, la Torre de Pisa, Itu Obelisco "René Favaloro", la Casa mínima de San Telmo (Réplica) Juan Carlos Calabró, Caminito "Partenón" y el Coliseo romano “Charly García”.
“Cuando regalas, a la gente sin recursos, les quitas orgullo y dignidad. Para mí la solidaridad no tiene fronteras porque estuve en África, pero también con los Wichis, Tobas, Coyas y los aborígenes del Altiplano. Soy arquitecto porque me recibí, pero no respeto el título porque está para dividir estratos sociales. O para qué le sirve a una persona de 60 años 20 millones de dólares si no nos llevamos nada cuando nos morimos”, resaltó quien planea construir en su barrio un Aeropuerto, una Muralla China y reemplazar el cañón de guerra de la plaza principal de Ituzaingó por su Obelisco.
“Tengo hecho el Obelisco y lo quiero en la plaza de Ituzaingó. Por ejemplo, si Argentina sale campeón del mundo también la gente de zona y partidos vecinos lo puede festejar acá en el Oeste. Si te sacás una foto en el Obelisco del centro en unos años no va a cambiar, pero en mi partido si va a cambiar el paisaje y cuando lo veas de nuevo eso te va a causar emoción porque son recuerdos que dan pertenencia”, graficó Díaz que jugó en las inferiores del club Ituzaingó, aunque nunca de manera profesional.
En busca de varios récords Guinness
El artista enumeró los méritos para reclamar su lugar en el libro de los récords planetarios: “Di la vuelta al mundo en 22 días y también en 21 días, que esa va a ser Guinness. También hice el único ajedrez del mundo con fichas de los lugares representativos de algún país. Estamos presentando documentación porque soy uno de los cinco personajes de la Argentina que visitó más países en el mundo. También debo presentar el Guinness del ajedrez porque es único en el mundo y de la única Torre Eiffel original, aparte de la París”.
“Tenemos el único Arco de Triunfo donde se vive adentro. Somos el único país del mundo donde todos estos monumentos son privados. Por acá nada me lo da el estado o el municipio y eso no existe en ningún lado. Tenemos una república fundada: el Principado del Condado Border, en la avenida Santa Rosa”, subrayó confiado de que algunas de sus obras sean reconocidas a nivel mundial.
Traer las maravillas del mundo a Ituzaingó
Rubén Díaz siempre se consideró un ciudadano del mundo, pero que ya tiene su lugar en el mundo: “Sobre todas las cosas la cuestión está en generar emociones porque cuando inauguramos la torre Eiffel al revés la gente lloraba de la zona, me agradecía y me decía que siga así, que me daban las gracias por todo lo que hacía por Ituzaingó. No hago cosas hermosas, ni perfectas porque la vida no es perfecta. Las hago para que lleguen al corazón porque la belleza está devaluada. La belleza se termina, la emoción no se va nunca porque una pareja cuando tienen 50 años juntos se siguen amando y se siguen viendo lindos por la emoción”.
“La belleza se va a los 10 o 15 años y por eso la gente se separa después de ese tiempo, cuando se deja de ser lindo o joven. La belleza no suma, resta porque lo único importante es hacer sentir al corazón, sentir que uno está vivo para sacar al niño que tenemos adentro, sacar una sonrisa, ser feliz y jugar porque la vida es muy corta. Tengo cinco palabras: libertad, diversidad, fantasía, conciencia y memoria”, remarcó Díaz.
En sus viajes, al fantasiólogo le pasó de todo: le atacó un león, le picó una víbora coral, estuvo en la India con Sai Baba. “He recorrido mucho y el estudio universitario no te da cultura alguna. Una vuelta al mundo de 30 días con un coordinador y un grupo de diez personas te da más cultura que la universidad de cinco años. Pero no como turista, sino como viajero, yendo a las raíces de cada pueblo. Aunque también lo bueno de recorrer el mundo es volver porque lejos se valora más lo que uno tiene y deja acá”.