Después de dedicar 25 años de su vida al mundo empresarial, de llegar a ser CEO de distintas organizaciones en Argentina, Colombia y Estados Unidos, Alejandra Hartman decidió cambiar de rumbo y expandir el legado familiar.
Hace aproximadamente siete años creó Lady Fierros (@ladyfierros) y, según su propia definición, se trata de un servicio 360. A través de sus redes sociales y del taller mecánico, brinda todo tipo de información relacionada con la industria automotriz. Desde talleres para perder el miedo a manejar, hasta información sobre distintos modelos, en qué hay que fijarse a la hora de comprar un auto, cómo mantenerlo, consejos sobre manejar y cuestiones técnicas como cambiar un neumático y qué tener en cuenta antes de ir hacerle el service y llevarlo al mecánico.
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Con casi 200 mil seguidores en Instagram, Alejandra destaca de su comunidad cuánto la nutre el ida y vuelta tan fluido que se generó. “Es lindo escuchar las experiencias. Que alguien perdió el miedo a manejar, o que se compró su primer auto. Y también muchas veces me proponen temas sobre los que hablar, por ejemplo ‘cómo saco el auto en una pendiente’, y ahí vamos”, cuenta a El Destape.
Entre el legado familiar y la impronta personal
El vínculo de Alejandra con los autos es anterior a todo: nació y se crió en un taller mecánico de Villa Devoto, Capital Federal, y siempre disfrutó de estar en contacto con los fierros. “Los domingos se veían todas las carreras, se leían todas las revistas de autos, íbamos a exposiciones, incluso mi papá ha armado autos desde cero”, detalla.
Y pese a tener un interés y un gusto tan claro, explica que en ese momento no se pensaba que una mujer pudiera continuar el legado fierrero familiar. “Así que mis padres me impulsaron a tener una carrera universitaria que ellos no habían llegado a tener, y me fui alejando de ese mundo”.
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El tiempo pasó y, cuando ya todo parecía definido, hubo un cambio de planes. Comenzó a replantearse si realmente quería continuar en el mundo corporativo, al mismo tiempo que su padre se preguntaba qué iba a suceder con el negocio familiar una vez que él decidiera dar un paso al costado. Y así fue como este contexto personal dio pie a un nuevo escenario profesional. Tras realizar investigaciones de mercado, Alejandra empezó a notar que había una necesidad de información contundente, sobre todo para las mujeres: la posibilidad de que sea otra mujer la que les muestre cómo llevar el auto al mecánico -y entender sobre tu propio auto- o tips en general, como cambiar un neumático.
Así nació Lady Fierros, que en palabras de su fundadora, “busca conectar mucho más a las personas, especialmente a las mujeres, con el mundo automotriz”. ¿Cómo? En principio atendiendo los obstáculos que alejan a las mujeres de ese terreno, como puede ser el miedo a manejar o el no animarse a llevar el auto al mecánico.
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“Mi primer posteo fue cómo hacer un puente cuando te quedás sin batería con el auto. Cuando comencé a ver las repercusiones, pensé ‘me parece que este puede ser el camino’. Y así arranqué, dando consejos en las redes sociales y motivando a que vengan al taller porque había alguien del otro lado que las iba a escuchar y que no iban a tener miedo”, recuerda.
El conocimiento, el mejor fierro
Antes de zambullirse de lleno en la industria automotriz, Alejandra se preparó mucho porque siempre tuvo como objetivo poder identificar qué era lo distinto que ella podía aportar al negocio familiar. Además de estudiar la carrera de mecánica, se adentró en el vínculo de la mujer y los autos a lo largo de la historia y descubrió que pese a las limitaciones del pasado, las mujeres hicieron grandes contribuciones al diseño de los vehículos.
“La luz de giro la inventó una mujer, la calefacción para los autos también, al igual que el espejo retrovisor. Otra mujer estadounidense fue la que creó las líneas divisorias de la ruta porque planteó que de no haber una división clara, la gente iba a chocar”, enumera Alejandra y, al mismo tiempo, reconoce que si bien “avanzamos muchísimo en muchos temas, en el auto todavía nos falta y para eso está Lady Fierros, para que en vez de tomar el toro por las astas, tomen el auto por el volante”, dice entre risas.
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Lo que propone Hartman es claro: tener conocimiento e información sobre el auto aumentará proporcionalmente las capacidades resolutivas ante una urgencia y será una herramienta más para no depender de nadie. “Puede no gustarte manejar y está bien que no te guste, pero a mí me parece que es como hablar un segundo idioma, nunca sabés con quién te vas a encontrar, cuáles van a ser tus oportunidades laborales, o por ejemplo, vas en la ruta y la persona que maneja se descompone, ¿qué hacés? Si sabés manejar, podés salir de ese apuro. O mismo una falla del auto, si empieza a calentar y vos seguís andando porque nadie nunca te explicó que si eso pasa lo tenes que parar, se va a fundir el motor”, argumenta.
Deseos y planes a futuro
La dedicación y entrega de Alejandra con el mundo automotriz en general es incuestionable. Por un lado, asegura que le encantaría que haya cada vez más personas manejando, especialmente mujeres, y que su comunidad haya contribuido a ese logro. Además, señala que la perspectiva ambiental también la convoca, y que le gustaría empezar a profundizar en las ventajas de los autos eléctricos y los distintos tipos de movilidad. “Me parece que se viene toda una generación mucho más consciente del cuidado del medio ambiente. Los vehículos funcionan a combustible y todavía falta mucho por hacer y por comunicar relacionado a eso”, asegura.
Siguiendo la línea de los cambios sociales, Hartman hace hincapié en que también le “preocupa y ocupa la agresividad que se ve en la calle”. Identifica a la pandemia como un punto de quiebre y afirma que, tras el COVID-19, todos estamos más intolerantes y agresivos. Y si a eso se le suma el incumplimiento de las normas de tránsito por parte de todos los transeúntes, la calle se vuelve el escenario perfecto para perpetuar agresiones dignas de compararse con Relatos Salvajes.
“Hay gente que cree que cuando cruza a mitad de cuadra tiene el mismo derecho que si lo hace como corresponde, por la esquina. El que va en bicicleta piensa que es omnipresente frente al resto de los vehículos. El que maneja, que cuando ve que el peatón va a cruzar, acelera en lugar de frenar. Me parece que todavía hay que trabajar muchísimo el respeto en la vía pública”, sintetiza la mecánica.