Antonia Fantuzzi, Angela Caporaletti y Dora De Neurohr solían repartir alimentos en Claypole y en los barrios cercanos para ayudar a otros pero un día de 1965 sintieron que no era suficiente. Tras el fallecimiento de un niño por desnutrición, se juntaron para juntas buscar una nueva forma de acompañar a las familias del barrio. “Ese suceso fue lo que las impulsó a hacer esta maravillosa obra”, contó Alicia Buonocore, quien trabajó 50 años en la institución. Durante el gobierno del presidente Javier Milei, reciben al menos a 197 chicos todos los días.
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“En el comienzo el objetivo era la alimentación y luego se le agregó la educación”, narró Alicia, quien ingresó en 1974 para trabajar como preceptora, continuó en la institución hasta 2024 como directora y luego, en conjunto con Juan Madsen, Enrique Pokoroski y Héctor Sirito, fue presidenta de la comisión que acompañó el desarrollo del establecimiento tras el fallecimiento de las fundadoras. “El niño que venía entraba directamente, porque se vivía una extrema pobreza. Los chicos venían en carrito, a caballo o a pie desde distancias muy largas”, recordó Alicia. A su vez, afirmó que la idea era que los padres y madres tuvieran el día libre para trabajar y cambiar su situación.
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Después de 59 años de trabajo, este establecimiento sigue en pie. La guardería es completamente gratuita. Para ingresar, los padres deben trabajar, el chico debe estar escolarizado, debe contar con el calendario de vacunación completo y un certificado de buena salud o certificado médico oficial (CMO). “Eso no significa que van a quedar afuera, se intenta que tomen conciencia y se hace un seguimiento”, aseguró la ex presidenta de la comisión directiva. También pueden acudir a la institución y contar con un apoyo aquellos niños que están pasando necesidad, una realidad que afecta a muchos durante el gobierno de Milei, con una pobreza que, de acuerdo a la UCA, alcanzó al 52% de la población.
Desde las 7.45 hasta las 18 horas, de lunes a viernes, la guardería se prepara para recibir a los 197 chicos que están inscriptos. Quienes concurren a la mañana a la escuela llegan al mediodía a la institución y, luego de hacer higiene personal, almuerzan y hacen tareas de apoyo a lo que están viendo en la escuela, y viceversa los que van a la tarde, según detalló Alicia.
Las historias dentro de la guardería son muchas, pero “algo que me dejó marcada fue una alumna que, siempre que podía, pasaba por la puerta de la guardería, porque nunca se le había ido el aroma y el gusto de la sopa–y la ex directora agregó–, esa que tanto nos costaba que tomaran”. Después de años de contarle a su marido y a sus hijas de su tiempo allí, se acercaron al establecimiento de Claypole. “Fue antes de jubilarme. Nunca me voy a olvidar cuando tocó el timbre y entró: lloraba de alegría, fueron muchos recuerdos juntos”, contó emocionada la ex presidenta de la comisión directiva. Agregó que recordaba con claridad la niñez de la joven: su madre era el sostén de seis hijos y trabajaba durante el día. Inclusive, cuando no llegaba a buscarlos, una de las cocineras los llevaba hasta Solano y se quedaba a esperar con ellos.
Para construir los cimientos, “al principio las tres fundadoras y el cura Vicente Re juntaban muchísimo dinero con rifas y con kermés. Ellos iban con alcancías al hipódromo y a las canchas de fútbol, donde le lloraban la carta a todo el mundo”, relató la ex directora. Lo primero que se construyó fue una cocina, un baño y un comedor donde se daba de almorzar a todos los chicos que se acercaban. Con la construcción de más salones y un comedor más grande, también se amplió la obra y se inauguró el jardín de infantes “Sagrado Corazón de Jesús”, la escuela primaria “Santísima Trinidad” y, para alentar a los niños a continuar sus estudios y evitar que caminen largas distancias solos, la escuela secundaria.
Parte de su sustento fue y es el Estado: el Ministerio de Bienestar Social de la Provincia de Buenos Aires (PBA) donó alimentos, muebles, útiles, juegos de jardín y vajilla en sus inicios. Luego se solicitó ayuda al Ministerio de Bienestar Social de la Nación y a la Gobernación de PBA, que brindaron un soporte para mantener en pie el establecimiento. Como complemento se utilizaba lo recaudado en el antiguo cine de Claypole, que hoy funciona como salón de actos de la escuela que está frente a la institución, “El Ave María”. Actualmente, la guardería cuenta con el subsidio del programa de Unidades de Desarrollo Infantil (UDI) de la Provincia de Buenos Aires que colabora con el objetivo de brindar atención alimentaria y ayudar en el proceso de aprendizaje.
“La guardería vivió un montón de crisis–reconoció Alicia–. Hubo muchas épocas que el cheque de subvención estatal no llegaba, y se tornaba muy difícil”. Recordó cuando se vieron obligados a reducir al mínimo el personal porque no se podían pagar los sueldos.
“Es mi casa, es mi segundo hogar –confesó Alicia–. Uno aprende a quererla, no quiere que eso se derrumbe, quiere seguir lo que las señoras habían comenzado. Siempre con piedras en el camino, pero el padre Vicente Re decía que no es vida si no hay alguna piedra en el camino”.