El matrimonio de Chechu y Waldo se volvió viral en redes sociales en muy poco tiempo, luego de que reconstruir una camioneta para viajar por toda la Argentina se convirtiera en su nuevo gran proyecto y una zanahoria a perseguir día a día para después de su jubilación. Una claraboya, un revestimiento, un aplique de luz. Repuesto a repuesto avanzan en la reconstrucción de la Sprinter 4-13 y hace cinco semanas muestran a sus seguidores todos los detalles. Su historia atravesó miles de lugares y despertó a los fanáticos del amor. Sin embargo, los más sorprendidos terminaron siendo ellos. “Nunca tuvimos la intención de contar nuestra historia y ahora todo el mundo quiere saber sobre nuestro amor. Waldo refunfuña siempre y dice: ‘yo quiero hablar de la camioneta’”, remarcó Chechu sobre el proyecto en el que decidieron embarcarse, que hoy es seguido por miles.
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El primer destino es Buenos Aires y la Patagonia; y luego, seguirían por el resto al país, cuando la camioneta este lista. Esto, que comenzó siendo un proyecto de a dos, termino en los celulares de millones de personas. “Nosotros estábamos en un almuerzo un fin de semana en mi casa. Y con Waldo, el año pasado, hicimos el camino de Santiago. La empresa que nos hacía las reservas de los hoteles nos hizo una entrevista para su página. Una de mis hijas mirando la página dijo que era el video que más ha visto. Mi otra hija, que estudia cine, nos dice ‘hay algo que ustedes dan y gusta’. Y planearon el primer video que ves en TikTok. Así que, en realidad, eso era una prueba”, reveló Chechu.
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Ese primer video logró 2 millones de visualizaciones en TikTok, y la página de Chechu y Waldo llegó a más de 65 mil seguidores. “Es impresionante la cantidad de mensajes que hemos recibido de personas que que se ofrecen para darnos una mano con los muebles, con el piso de la camioneta, con mecánicos. La gente muy solidaria” contó ella. Lo primero que había comentado Waldo, sin embargo, era "¿Quién va a mirar esto? ¿A quién le importa?”.
Pero no se puede hablar de su objetivo para después de jubilarse sin hablar de cómo se conocieron. “Ya hace tiempo, hace muchos años. Yo fui jefe de ella en un trabajo, así empezamos”, relató Waldo en diálogo con El Destape. A lo que ella agregó: “En realidad no era jefe directo. Era el intocable que estaba allá arriba, al que no podía acceder nadie. Nunca nos dimos pelota en esa época. Éramos muy jóvenes, el trabajo no era fijo, y yo estaba de novia”.
Sin embargo, el tiempo hizo su trabajo y volvieron a encontrarse. Era sabido que Waldo ayudaba a estudiantes de diversas universidades de La Plata con los apuntes, y Chechu fue una de ellas. Unos años después, en las escalinatas de la Catedral, se realizó un concierto de música clásica que los reunió de manera inesperada. “Lo vi de lejos, estaba sentado vestido todo zaparrastroso. Yo lo había visto siempre de saco y corbata. En toda la noche no paré de pensar en él”, confesó Chechu.
Y agregó: “Le dije a mi amiga ‘Le tengo que hablar’. Vi que venía por el costado, me puse cerca de él y fingí tropezarme. Todo esto se lo conté en un aniversario de casados”. Sin embargo, la noche para ellos no terminó ahí. Una fuerte tormenta cayó, y los acompañó en todo su viaje de vuelta a sus hogares. “Vivíamos muy cerca uno del otro. Entonces, cuando llegamos al departamento de él, me invitó a tomar un café. Yo jamás hubiese subido al departamento de un tipo sin antes conocerlo. Pero había algo especial, y fue una noche muy linda. Fue una cita improvisada, con mucha magia”, contó ella.
Finalmente, y luego de unos meses de salir, ellos se casaron. “Me asustó un poco que a los cinco meses me pida matrimonio. Yo aparte venía con otro proyecto: tenía una beca en Francia, y quería irme a vivir al exterior. Pero creo que a los dos se nos cambiaron los planes cuando nos conocimos”, admitió Chechu.
Desde que se casaron, e inclusive cuando tuvieron a sus hijas, decidieron tomarse los días que pudieran para viajar por Argentina. Era algo que compartían y las ideas surgían de manera natural. Ellos se habían enamorado y su moneda corriente fueron los viajes. “Una vez, ya casados, teníamos un Renault 6, hecho pelota, que lo usamos para hacer viajecitos todas las semanas. Íbamos de camping, a un arroyo. Después cambiamos de auto, y fuimos a otros lados. Y con nuestras hijas lo mismo”, dijo Waldo.
Con el correr del tiempo, volvieron a ser ellos dos solos. Llegada la adolescencia de sus hijas, ellos sabían que no podrían seguir involucrándolas en los viajes que armaban. “Nosotros somos muy libres con nuestras hijas. Cuando vimos que ya era por compromiso, las liberamos de ese tema. Claramente si querían viajar con nosotros, viajaban. Y si no hacían sus viajes solas, sobre todo la más chica”, expresó ella.
"No entiendo por qué nosotros"
Sin embargo, esta familia viajera de cuatro nunca se imaginó que llegaría el día en que su historia se conociera. La pareja tomó una de sus actividades favoritas y crearon su nuevo objetivo: una vez jubilados los dos, armarían una camioneta y la usarían para viajar. “Nuestras hijas nos acompañan dándonos aliento a seguir, y en lo tecnológico. Los amigos de nuestra hija también ayudan. Son community managers, y nos dan una mano en todo lo que es revisar los mensaje, cuando nosotros dos nos damos abasto”, expresó Waldo. Y agregó: “Tuvimos que aprender a usar TikTok, cómo funcionaba Instagram, responder mensajes, subir videos. No tengo paciencia, yo soy de otra generación. Por eso, el tema de viralizarnos me causa gracia”.
“No entiendo por qué nosotros, y me lleva a preguntarme sobre lo que la gente necesita o busca y consume”, reflexionó Waldo. Por su parte, Chechu opinó: “Yo lo tomé como una cuestión divertida de comunicar algo a través de las redes. No es mi manera, pero me divierte y me lo tomo como un juego, y eso también puede entretener a otras personas”.
Este camino recién comienza y ellos son muy conscientes de eso, aunque no dejan de disfrutar el proceso. “Esto va a ser un proceso de mucho tiempo, recién en octubre, si yo puedo, presento los papeles de la jubilación. Fíjate que la camioneta recién ahora está en el taller. Después tenemos que armar muchísimas cosas”, comentó Chechu. A lo que Waldo coincidió: “Es un proceso que lo tenés que llevar con gusto y no por obligación. Si se transforma en un trabajo, se termina. Ya me jubile. No quiero ningún trabajo. Quiero hacer cosas que me provocan placer”.
Desde que se conocieron, hasta cuando formaron su propia familia, Chechu y Waldo trabajaron como un equipo . “Somos compañeros de vida. No estamos mimetizados. Él tiene sus amigos y salidas, y yo las mías. Pero sabemos que estamos para el otro. Somos individuales juntos”, reflexionó Chechu.
Por su parte, Waldo agregó: “Uno debe tener en cuenta siempre de que somos seres vivos. Nacemos y vamos a morir, y que, en ese tiempo, hay tanta cosa para hacer en la vida. Por eso, hay que probar y equivocarse constantemente. No tiene que ver con la edad. En la medida en que uno quiera aprender, siempre vas a estar de espíritu joven”. Sus amigos, sus hijas, y toda la comunidad de redes sociales los acompaña en este nuevo viaje, lleno de romance y aventura. Esta es la odisea de dos extraños que viajarán por Argentina, pero llegó a todas partes del mundo.