Candela Francisco Guecamburu tiene 16 años y es de Pilar. En mayo se consagró ganadora del Campeonato Continental Femenino de ajedrez que se realizó en La Habana, Cuba, con una actuación notable: obtuvo 7 puntos de 9, con 5 victorias y 4 empates, incluyendo una victoria sobre la ex campeona mundial Deysi Cori Tello de Perú.
“El Continental fue una experiencia única, y lo disfruté mucho. Realmente quería ir a jugarlo, pero más que eso, quería ir a ganarlo. La pasé muy bien, me divertí y logré mi objetivo”, relata emocionada a El Destape. Esta victoria le otorgó 66 puntos y el título de Gran Maestra Femenina, convirtiéndose así en la tercera mujer en la historia de nuestro país en lograrlo, junto a Claudia Amura y Carolina Lujan y en la actual número 1 del ajedrez femenino argentino.
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Candela afirma que para ella es un honor poder representar a Argentina cuando juega los torneos internacionales, y en relación a su último título conseguido reconoce que “realmente lo anhelaba mucho, ya que es un récord en Argentina haberlo conseguido a esta edad”.
Al ser consultada sobre cómo vivió la experiencia del campeonato, asegura que siempre la han tratado con mucho cariño y respeto, que nunca sintió una mirada prejuiciosa por ser una chica tan joven en una disciplina en la que predomina la gente adulta, y principalmente varones. Al regresar del viaje, la argentina campeona americana de manera invicta recibió una distinción por parte del Ministerio de Cultura de la Nación. “Me siento muy contenta. La verdad es una bendición ser la tercera gran maestra de la historia de Argentina (...) Para mí, el ajedrez es un gran deporte para divertirse, pasarla bien con amigos y para quienes, aunque no busquen profesionalizarse, quieran pasar un buen momento”, expresó en su momento.
El inicio de todo
Candela cuenta que su primer contacto con el ajedrez fue a los 9 años y se dio de una manera completamente inesperada. Todos los sábados a la mañana sus padres colaboraban en un comedor de niños en Villa Rosa, y le propusieron hacer alguna actividad recreativa cerca de su casa durante esas horas de la mañana.
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Casualmente en un shopping de Pilar daban clases de ajedrez en ese mismo horario, así que le propusieron ir. Empujada por la curiosidad, ella aceptó. “Al terminar la clase, mis papás me preguntaron si me había gustado y si quería volver, y yo les respondí que sí. Luego de un par de meses de clases, el profesor quiso hablar con mi mamá para decirle que tenía condiciones”, recuerda.
Ese momento lo cambiaría todo para siempre. De repente, el ajedrez había llegado a su vida y se volvería su pasatiempo favorito y parte de su rutina. “Mi abuela era quien me llevaba y me iba a buscar a las clases”, a las que nunca faltaba. Gracias a su abuelo se enteró de la existencia de una escuela municipal de ajedrez en su ciudad natal, donde conoció a sus dos profesores Raúl Pérez y Boris Pápez. Tiempo más tarde, surgió la posibilidad de viajar a Villaguay, Entre Ríos, a participar del torneo nacional de ajedrez, el más importante del país, y Candela no dejó pasar la oportunidad.
Al llegar, cuenta que le comentó a su madre que no sabía jugar con las piezas negras. Desconcertada, ella le respondió: “¿No es lo mismo?” y la joven rió y le aseguró que no. Es que en el mundo de esta disciplina aseguran que la gran mayoría de las partidas las ganan las piezas blancas. La respuesta no tiene nada que ver con algo mágico o esotérico, sino que como son las que se mueven primero, juegan con un movimiento de ventaja y por lo tanto, suelen marcar el ritmo de la partida.
En esa ocasión, su primera gran competencia oficial, Candela obtuvo el tercer puesto y esta clasificación le permitió ser parte del torneo panamericano que se llevó a cabo en Montevideo, Uruguay.
De cara al futuro
El próximo destino al que Candela quiere llegar es la Copa del Mundo en Bakú, Azerbaiyán, que se va a llevar a cabo en julio del año que viene. “¡Va a ser realmente increíble poder participar en semejante torneo!”, dice emocionada, y revela que actualmente está buscando ayuda económica y sponsors para poder costear el viaje. Luego, irá tras el título de Gran Maestro que concede la Federación Internacional de Ajedrez, el cual es el más prestigioso del mundo hasta el momento. Su característica principal es que una vez que un jugador o jugadora lo consigue, lo conserva durante toda la vida.
Con tan solo 16 años, Candela ya comprobó que a veces aceptar nuevos desafíos y navegar los distintos caminos que se nos aparecen, puede ser una gran forma de conocernos mejor a nosotros mismos y vivir aventuras nuevas.