Un grupo de hombres vestidos de traje negro se ha convertido en una presencia recurrente en las distintas estaciones de subte. Su función es evitar que los pasajeros salten los molinetes, pero la falta de identificación y de claridad en sus tareas genera desconfianza entre los usuarios. Julieta Rey, una pasajera habitual de la Línea D, toma el subte tres veces por semana para ir a la facultad desde hace años, pero recientemente ha notado la presencia de hombres vestidos con trajes negros en las cercanías de los molinetes de las distintas estaciones de subte. “¿Quiénes son y quién les paga?”, les preguntó al verlos en varias oportunidades llamando la atención de pasajeros que intentaban ingresar sin pagar. “Estamos para que no te cueles”, le respondieron.
Algunos usuarios, sorprendidos, se resistían, y los hombres respondían: “Me están mirando los de Emova, me comprometés a mí”, según cuenta la joven a El Destape.
MÁS INFO
“Tienen una actitud desafiante, lo cual es ridículo porque ni siquiera llevan identificación. Quieren intimidar a los pasajeros, pero lo único que logran es generar más enojo. Se visten de traje para parecer respetables o autoridades”, relata la pasajera, que sostiene un emprendimiento propio para costear sus estudios, y se queja del aumento en el precio del pasaje. Afirma que cada vez le resulta más difícil viajar, y no solo por el incremento tarifario: “No sé quién les paga, pero creo que deberían invertir ese dinero en mejorar el subte, que está en pésimas condiciones: el asbesto, las paredes que se caen, los malos olores...”.
La falta de información clara sobre estos hombres vestidos de traje, que aparecen esporádicamente en algunas estaciones, despierta suspicacias entre los usuarios. De los seis pasajeros consultados por El Destape, ninguno supo decir con certeza quiénes son ni qué funciones cumplen estos trabajadores.
En redes sociales se los ha apodado informalmente como “los hombres de negro”, debido a su vestimenta, aunque su poder de acción sigue siendo poco claro.
Consultado sobre el tema, Néstor Segovia, secretario adjunto de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP), explicó a este medio: “Son trabajadores que la empresa Emova (exMetrovías) contrató por 60 días para tratar de frenar a la gente que se cuela en los molinetes”.
Según el gremialista, estos empleados “no tienen autoridad para actuar como policías, ya que son contratados como seguridad privada para proteger los intereses de la empresa y asegurar la recaudación”.
El Destape también consultó a Emova sobre la identidad y las funciones de estos trabajadores. La empresa respondió brevemente: “Desde Emova realizamos regularmente acciones para que el ingreso a la red de subte y la circulación en las estaciones sea ordenada. En junio se reforzó el personal por un período determinado. El objetivo es seguir promoviendo el cumplimiento de las normas de convivencia para que todos los usuarios puedan tener la mejor experiencia de viaje posible”.
Además, la empresa aclaró: “Es importante destacar que el personal de Emova, o el eventualmente contratado, no realiza tareas relacionadas con la seguridad de las personas. Esa función corresponde a la División de Subterráneos de la Policía de la Ciudad, con quienes se articula desde el Puesto Central de Seguridad del Subte”.
Disturbio en aumento
Desde el 1° de junio, el pasaje de subte pasó a costar $650, mientras que el del Premetro se estableció en $227,5. A esto se suma que, a partir del lunes 16 de septiembre, el Gobierno implementó un aumento del 40% en las tarifas de trenes y colectivos en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
A pesar de que las tarifas con descuento social se mantienen con una reducción del 55%, y que quienes utilicen una tarjeta SUBE no registrada deberán pagar el doble, los aumentos han generado un creciente malestar entre los usuarios. Este ajuste, que las autoridades justifican como parte de un plan para mantener la operatividad y seguridad del sistema ferroviario, se siente como una carga pesada para miles de pasajeros que dependen de estos medios de transporte a diario.
El nuevo esquema tarifario para trenes establece que el boleto mínimo para recorridos de hasta 12 kilómetros subió de $200 a $280. Para distancias entre 12 y 24 kilómetros, el pasaje ahora cuesta $360, un aumento superior al 38% en comparación con la tarifa anterior de $260. Los viajes de más de 24 kilómetros alcanzan los $450, incrementando considerablemente el costo desde los $320 previos. Los usuarios que pagan en efectivo enfrentan un costo aún mayor, ya que el boleto mínimo en esta modalidad asciende a $900, triplicando el valor del pasaje con SUBE.
Este aumento no solo golpea los bolsillos de los pasajeros, sino que también ha generado disturbios: muchos usuarios evitan el pago saltando los molinetes o incluso ingresan a las estaciones de tren caminando por las vías. "No me alcanza para pagar todos los viajes. No te voy a mentir, a veces salto el molinete cuando me quedo sin plata", confesó una trabajadora de acompañamiento terapéutico en un móvil televisivo en la estación del Tren Roca.
Los testimonios de enojo y frustración se multiplican. "Todos vimos esta semana cómo sacaron a un pasajero del subte porque no tenía para pagar. Esto es un problema diario. En cada línea, unas 100 personas o más saltan los molinetes, especialmente en hora pico, y es difícil controlarlo", declaró Segovia, quien mostró empatía por la situación económica que atraviesa el país. “No todos lo hacen de vivos; hay trabajadores que no pueden pagar. Me entristece, especialmente cuando veo a los jubilados o a niños pidiendo monedas o comida en las estaciones. Estamos viviendo tiempos muy duros”, agregó el gremialista.
Aunque el Gobierno argumenta que el precio del transporte público representa solo un 16% de su costo real, los sueldos y la calidad del servicio no acompañan ese ajuste. El salario mínimo vital y móvil es actualmente de $234.315,12, mientras que la jubilación mínima asciende a $234.540. “Aún así, hubo diputados que vetaron un aumento de $15.000 para los jubilados, y lo celebraron con un asado. Eso es jugar con los viejos”, criticó Segovia.
Orden en negro
Poco se sabe oficialmente sobre los llamados "hombres de negro" en el subte de Buenos Aires, pero su presencia ha generado controversia. Estos trabajadores, reconocibles por sus trajes oscuros, no pertenecen a las fuerzas de seguridad oficiales, sino que están contratados por la empresa operadora, Emova, con la misión de mantener el orden en las estaciones y trenes.
Su función principal es disuadir situaciones conflictivas, asegurar que los pasajeros cumplan con las normas, y supervisar el ingreso, especialmente el pago del pasaje. Aunque no tienen autoridad para actuar como policías, su presencia busca generar una sensación de control en el sistema de transporte.
A pesar de su rol, su presencia ha generado críticas entre los usuarios y trabajadores del subte. Para Néstor Segovia y pasajeros como Julieta, sería más adecuado destinar los recursos invertidos en estos agentes a mejorar la infraestructura del subte. "En lugar de gastar en personas que actúan como pseudo policías para controlar a quienes no pagan, sería mejor mejorar las estaciones, la limpieza y la seguridad real", sugirió Segovia. "Es necesario proteger a los pasajeros de los robos, no castigar a los que no pueden pagar el pasaje", concluyó el metrodelegado.