Celia Skel nunca imaginó ser modelo a sus 85 años, pero gracias a su nieta surgió una oportunidad única que no desaprovechó. La propuesta surgió luego de que una de las nietas que diseña ropa en el barrio de Flores viera a Celia abatida por el fallecimiento de su esposo: “Si yo no la sacaba de la casa, se iba a quedar encerrada hasta el último día de su vida”, señaló la joven a El Destape. La historia de Celia transgrede los límites culturales y autoimpuestos. Junto a su nieta logró, casi sin quererlo, incentivar a la gente mayor a usar lo que quisiera sin preocuparse por lo que diga el resto. Algunos de sus videos acumulan más de 300.000 reproducciones
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Un día común y corriente, Florencia Shatal invitó a su abuela al negocio a probarse algunos conjuntos, y resultó ser el puntapié para esta nueva etapa de su vida. Hicieron una historia improvisada para la red social Instagram y la reacción del público fue sorprendente. La sonrisa y la actitud de Celia traspasaron la pantalla, hasta generar una catarata de mensajes positivos que la convirtieron finalmente en la imagen de Índigo Denim, el emprendimiento familiar de indumentaria.
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La marca de ropa la creó Jaime, el marido de Celia. El hombre tenía un negocio ubicado en Once que contaba con dos pisos; en uno estaba la fábrica y en el otro el local de venta al público. Jaime estaba metido más de lleno en la fabricación de jeans para otras marcas. Celia, por su parte, lo acompañaba y lo ayudaba en lo que podía. “En ese momento no teníamos presupuesto para contratar empleados porque la empresa no estaba afianzada entonces yo iba al negocio a dar una mano”, comenzó contando Celia. “Cuando mi marido se pudo acomodar y consiguió los empleados suficientes, yo iba de igual forma porque me gustaba ayudarlo”, siguió.
Luego de unos años, la pareja se casó y tuvo tres hijos, quienes al terminar la escuela se dedicaron al mismo rubro. “Cuando mi papá terminó la secundaria empezó a trabajar con mi abuelo. Luego de unos años Índigo Denim quedó a su cargo pero mis abuelos seguían yendo”, comentó Florencia, la joven de 25 años. La empresa fue pasando de generación en generación hasta llegar a las manos de ella y de su hermana. “A pesar de que estamos estudiando, nos encanta todo lo que es la moda y vimos este negocio como una oportunidad”, señaló la joven que actualmente se encuentra a cargo de las ventas en el local de Flores y de las redes sociales de la marca.
Sin embargo, la familia se vio envuelta en una situación de mucha tristeza cuando se enteraron que Jaime no estaba bien de salud. “Mi marido estuvo enfermo durante dos años. Contaba con una enfermera pero me pedía que yo lo atendiera; que esté para él a toda hora. Al fin y al cabo, durante todo ese lapso de tiempo, yo lo puse a él como prioridad y fue así como, por ejemplo, dejé de comer”, mencionó Celia con un dejo de angustia. Fueron tiempos duros. Celia dejó su rutina por él. Pasaba las 24 horas del día dentro de la casa haciéndole compañía a su esposo. “¿Sabés lo que son 58 años de casados? Uno puede tener discusiones y encontronazos pero son 58 años”, dijo la señora haciendo referencia al vínculo que tenía con Jaime y lo importante que era él en su vida.
A pesar de la lucha, Jaime falleció hace un año y su partida fue muy dura para Celia: “Cuando él murió yo lo empecé a extrañar un montón. Si antes estaba delgada, hace un año ni te cuento; bajé 25 kilos”. Florencia al notar a su abuela muy deprimida decidió un día llamarla para que la acompañase al local de ropa. Celia aceptó la propuesta sin vueltas. Al llegar al negocio, la nieta le pidió a su abuela que se probase algunas prendas que habían ingresado y Celia lo hizo sin pudor. En un abrir y cerrar de ojos, la emprendedora le sacó una foto y la subió a Instagram sin intención alguna. “Yo en ese momento recién arrancaba con las redes de Índigo y no pensé que iba a llegar muy lejos el posteo. Lo hice muy casero y al parecer gustó porque de la nada me empezaron a escribir un montón de personas”, recordó la muchacha.
Esta situación dejó en shock a Florencia. Sin embargo, al ser estudiante de la carrera de Comunicación Social notó que esta era una oportunidad para crecer como marca y también para dejar plasmado un mensaje. Y así fue como la dupla se puso en campaña. Empezaron a subir fotos y videos de Celia con conjuntos de la marca. El objetivo era claro: incentivar a la gente mayor a usar lo que quisiera sin preocuparse por lo que diga el resto. La respuesta del público fue sensacional. “Al principio no lo podía creer, venían muchas mujeres -de distintas edades- a preguntarme por ella. Ahora que la ven en el local le piden fotos”, dijo la joven entre risas.
“En el teléfono tengo un grupo de vecinos que cada vez que me ven en las redes sociales me mandan mensajes; me suben el ánimo. Pero también conozco mucha gente que no le gusta lo que hago, que me miran con otra cara cuando me cruzan por la calle”, aseguró la señora de 85 años. Siguiendo en esta línea, Celia comentó que ella siempre fue una persona coqueta. “A veces me pongo prendas de mi época y mis nietas me dicen ¡no abuela, no te pongas eso que no se usa más!, y yo les hago caso”. De todos modos, la situación ahora es totalmente distinta ya que Celia pasa horas en el local y entre charla y charla con su nieta de a poco se va adentrando en el mundo de la moda. “Hay ropa que vende Flor que me queda bien pero que me da vergüenza usarla porque es jugada. Así y todo, si me gusta alguna prenda, me la llevo y me la pongo en mi día a día”, dijo Celia haciendo alusión a que, gracias a su nieta, se animó a probar cosas en tendencia.
La mujer de 85 años se autodenomina “callejera”. Arranca sus días muy temprano. Por la mañana le gusta hacer compras por Flores y, si tiene algún rato libre, sentarse en un bar a tomar un café y leer una revista. A media mañana se dirige hacia el local. Hasta las 16 horas se queda allí haciéndole compañía a su nieta. De paso se prueba ropa y da su parecer sobre las prendas. Luego intenta juntarse con alguna amiga de toda la vida, y si no se vuelve a su casa a descansar. “Mi vida no sé si cambió. De día intento distraerme pero cuando llega la noche y estoy sola en mi casa la situación vuelve a ser la misma de antes. Yo constantemente recuerdo a mi marido pero a la noche mucho más”, aseguró Celia.
La relación de Celia y Florencia no es como cualquier otra. El contexto tiene algo que ver pero su unión va más allá de todo. Para Celia, la llegada de Florencia fue una renovación personal. La hizo sentir joven y actualizada, e hizo que su vida cobrase un nuevo significado. Para Florencia, su abuela se convirtió en su fuente de apoyo actuando como guía, confidente y amiga. Pero también se convirtió en una maestra: “Me enseñó que, a pesar de la edad, uno puede seguir haciendo lo que le gusta”. Esta enseñanza traspasó las pantallas y llegó a los corazones de las personas: “Mi nieta me cuenta que le mandan muchos mensajes diciendo que me quieren mucho y que me toman como su propia abuela. La veo tan contenta con lo que generamos que eso me hace bien a mí también”. A pesar de que crecieron las ventas y aumentaron los seguidores en las redes sociales, Celia resalta su objetivo como abuela: “La idea siempre fue ayudarla, como lo hice con todos los integrantes de mi familia”.