Hace 5 años, un 18 de enero de 2020, el crimen de Fernando Báez Sosa a la salida de un boliche de Villa Gesell cambió la imagen de la costa argentina para siempre. Después, los movimientos de los jóvenes asesinos, la investigación, el juicio que siguió todo el país y una condena que para muchos resultó polémica. Máximo Thomsen, Ciro Pertossi, Enzo Comelli, Matías Benicelli y Luciano Pertossi fueron condenados a prisión perpetua mientras que Ayrton Viollaz, Blas Cinalli y Lucas Pertossi recibieron una condena a 15 años de prisión por ser partícipes secundarios del homicidio.
Durante los primeros meses de encierro, los asesinos se mostraban nerviosos y con miedo, al mismo tiempo que denunciaban amenazas y malos tratos por parte de otros presos. Finalmente fueron alojados en la Alcaidía 3 del penal de Melchor Romero, lugar donde siguen presos a 5 años del brutal crimen, después de que la sentencia dictada por el Tribunal Criminal 1 de Dolores fuera ratificada hace casi un año por la Cámara de Casación Bonaerense.
En la prisión, los asesinos de Fernando duermen separados en distintas celdas. “Están separados de a dos pero la convivencia entre ellos se desarrolla con normalidad”, señaló una fuente del Servicio Penitenciario que también destacó que esta situación se da desde hace mucho tiempo, pese a los rumores que corrieron de algunas peleas entre ellos cuando algunos familiares quisieron consultar otros abogados después de la sentencia. Además señaló que los rugbiers comparten el espacio de esparcimiento en el patio con otros presos, “no están totalmente aislados, comparten 4 horas de recreación en un patio común donde conviven con otros condenados y no se han reportado ningún tipo de inconvenientes”, señaló.
La misma fuente le contó a El Destape que desde hace más de un año los asesinos de Fernando hacen varios cursos. “Son talleres no formales que tienen que ver con lectura y alfabetización jurídica”, detalló y explicó que se trata de distintos cursos que tienen por objetivo profundizar la lucha contra la violencia de género y trabajar en los conflictos familiares que puede generar que un integrante esté tras las rejas. Estos talleres que se desarrollan en el ámbito del Servicio Penitenciario Bonaerense son llevados adelante, en su mayoría, por integrantes de la Justicia y al término se entregan distintos diplomas que podrían servirles en un futuro para solicitar algunos beneficios.
En el espacio interno en el que están alojados, los rugbiers tienen acceso a ver televisión y a recibir visitas una vez por semana. “Principalmente los visitan sus padres y familiares. Los días jueves son los días de visita, entre las 13 y las 17”, aseguró la fuente cercana al Servicio Penitenciario. La última visita fue el jueves pasado y estuvo rodeada del nerviosismo propio de la fecha, ya que la cercanía del aniversario del crimen genera molestias en los familiares y en los rugbiers. Pese a esto, los familiares les acercan comestibles, ropa y elementos de limpieza y aseo personal. En esas horas comparten charlas, tiempo en familia y algunos juegos. Esos juegos, sobre todo de mesa, se mantienen durante varias horas cuando las visitas ya se retiraron y son parte del tiempo que comparten juntos los asesinos de Fernando.
Además, fuentes cercanas al penal de Melchor Romero aseguraron que los rugbiers buscan mantener su estado físico y “participan de actividades recreativas y deportivas con un profesor de educación física. Esas actividades están disponibles para todos los pabellones, no es un beneficio sólo para ellos”, describieron.
Los cursos, las tareas internas, distracción y ejercicio son las rutinas de los rugbiers condenados por el brutal crimen de Fernando, mientras la familia de la víctima y de los condenados esperan el resultado de las apelaciones a la Corte Bonaerense, ya que todos se mostraron disconformes luego de que Casación confirmara las perpetuas y las condenas a 15 años. Para los padres de Fernando, todos deberían ser condenados a perpetua y están contra la anulación de la alevosía hecha por Casación, mientras que para los familiares de los rugbiers, la carátula fue errónea y las penas deberían haber sido menores.