En Argentina y en la región hay una deuda histórica invisible: quién cuida a las y les que cuidan. Las “tareas del hogar”, como se las conoce, constituyen en la actualidad el centro de atención para los feminismos, las organizaciones sociales, políticas e indígenas de América Latina y el Caribe, que todavía arrastra las consecuencias de la pandemia de Covid-19 a nivel social y económico. Por eso, bajo la consigna “Con los feminismos, los cuidados y la vida en el centro”, más de 3.000 personas de toda la región se reunieron esta semana en el Foro Feminista que se realizó en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA), en la Ciudad de Buenos Aires. Fue el puntapié inicial para la XV Conferencia Regional de la Mujer de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) que comenzó este martes.
El lunes coparon con banderas, con sus atuendos originarios, con música, arte y una feria y participaron de conversatorios y talleres, en los que abordaron diversos aspectos sobre los desafíos y las políticas públicas necesarias para el reconocimiento económico y social. Las conclusiones se volcaron en un documento que será presentado ante la Conferencia Regional de la CEPAL.
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“La expectativa es que estos aportes incidan en las miradas y en las decisiones de las políticas públicas de los países”, señaló a El Destape Pate Palero, directora ejecutiva de Católicas por el Derecho a Decidir Argentina. Ella hizo de presentadora durante todo el encuentro y estimó que “fue el foro más masivo que hubo en la historia”: participaron más de 200 organizaciones con representatividad de los 33 países de la región de América Latina y el Caribe.
Su construcción, autogestiva, colectiva y plural, comenzó en marzo con reuniones presenciales y virtuales en un desafío inédito por la masividad, la diversidad y la multiplicidad de matices de quienes formaron parte desde distintos territorios y contextos y, desde 1977, es la antesala de la Conferencia Regional de la Mujer de América Latina y el Caribe, organizada cada tres años por la CEPAL y la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres).
Son diversos los temas que atraviesan la discusión sobre los cuidados, quiénes se hacen cargo y por qué los Estados deben garantizar derechos para las mujeres, lesbianas, travestis y trans, sobre quienes en mayor medida recaen este tipo de tareas por las que no se percibe una remuneración a cambio: la situación económica, ambiental, el acceso a derechos sexuales y (no) reproductivos, a la tierra, a la vivienda, al trabajo formal a una vida libre de violencias y a cuidar y a ser cuidado. Todos estos parámetros fueron debatidos y hacen parte de las exigencias que se presentarán ante la XV Conferencia Regional, que tiene como lema “La sociedad del cuidado: horizonte para una recuperación sostenible con igualdad de género".
El panorama es más claro cuando se pone en números aportados por el Ministerio de Economía: en Argentina el 88,9 por ciento de las mujeres participan de las “tareas del hogar” y les dedican en promedio 6,4 horas diarias. Mientras tanto, sólo el 57,9 por ciento de los varones participa en estos trabajos, a los que les dedican un promedio de 3,4 horas diarias. El resultado acaba por aislar a las mujeres y cuerpos feminizados de acceder a un trabajo o a mejores condiciones laborales -por poner un ejemplo- y en una peor situación económica que restringe el acceso a derechos de la vida en general.
Eso explica el lema de este Foro Feminista: “La vida en el centro”, como una apuesta política para que desde los Gobiernos se impulsen medidas propositivas que garanticen una vida digna a través de una agenda de cuidados integral. La clave -sostiene el documento final- está en la existencia de un sistema económico que abre brechas de desigualdad: “Se puso mucho acento en los sistemas extractivistas, de concentración de capital insistiendo con que la redistribución de la riqueza y la construcción de sistemas más federales, igualitarios y con el centro puesto en la vida y en las personas es una clave para sociedades más vivibles”, explicó Palero.
La vida en el centro
La declaración política previamente elaborada -y que tiene previsto sumar las conclusiones de los talleres realizados en el Foro Feminista- contiene 20 puntos en los que las miles de militantes de América Latina y el Caribe coincidieron para presentar ante los 33 Estados de la CEPAL. Se exigen políticas públicas en ese sentido bajo el entendimiento de que “nada muestra tanto la injusticia de género como la división sexual del trabajo”, una premisa sobre la que se asienta la idea de que el cuidado no remunerado (y precarizado) es la responsabilidad exclusiva de las mujeres y feminidades, simplemente, “por amor”. La idea es derribar ese preconcepto.
Por eso, se propone “avanzar hacia sociedades del cuidado, que suponen la formulación de políticas integrales que reconozcan, redistribuyan y reduzcan el trabajo no remunerado que hacemos las mujeres”. Además, señala cómo las consecuencias de la pandemia aún tienen sus consecuencias en el desarrollo de la vida, que “produjo un marcado incremento en la desigualdad social con retroceso de 27 años en la pobreza extrema, con impactos negativos desproporcionados en las mujeres en todos los órdenes de la vida”.
En esos 20 puntos, entonces, se plantea, entre otros puntos, que el cuidado sea considerado como “derecho humano” y la creación -con presupuesto- de sistemas integrales de cuidados. A ello se suman propuestas con eje en las niñas y las adolescentes, en las personas con discapacidad, en las migrantes; y el acceso a la justicia con perspectiva de género y diversidad:
- Garantizar el acceso de las comunidades campesinas, de pueblos originarios y afrodescendientes al agua y a la tierra. Que se garantice el uso social de la tierra en territorios urbanos y el acceso a una vivienda digna.
- Reconocimiento de los cuidados comunitarios que realizan las organizaciones;
- Una agenda innovadora de mujeres, paz y seguridad para prevenir y enfrentar todas las formas de violencia hacia las mujeres;
- Programas de empleo real con salario digno, acceso a programas de vivienda, educación pública y salud integral;
- para prevenir, investigar y sancionar todas las formas de violencia basada en género que enfrentan las mujeres, juventudes, adolescentes y niñas, particularmente las mujeres trans, travestis, las trabajadoras migrantes y refugiadas;
- para acceder a la atención integral, integrada e intercultural de la salud sexual y reproductiva, incluido el acceso a los servicios de anticoncepción, anticoncepción de emergencia y el aborto legal y seguro. En este punto con especial atención a la situación en Centroamérica en donde hay países como Honduras y El Salvador, en donde está prohibido el acceso a las pastillas anticonceptivas y al aborto, que, además, está criminalizado;
Talleres y conversatorios en el Foro Feminista
El encuentro, autogestivo, colectivo y plural recogió experiencias anteriores de encuentros de la sociedad civil que acompañaron las Conferencias Regionales. Constó, en este caso, de distintas instancias que se llevaron a cabo durante toda la jornada del lunes. Una feria se asentó en la plaza central del Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA) y en el expabellón central se llevaron a cabo la apertura, los conversatorios y el cierre. Los talleres, en tanto, se realizaron en los edificios en derredor, cada lugar cargado de historias y recorridos de las y los militantes por los derechos humanos de la última dictadura cívico militar de Argentina.
Los desafíos hacia sociedades de cuidado feministas, ecológicas y con justicia social y organización lesbotransfeminista frente al modelo capitalista violento, neoliberal, extractivista, colonial y heterocis-patriarcal fueron los ejes de los dos conversatorios. Allí, estuvieron presentes referentas de Colombia, Trinidad y Tobago, Chile, Bolivia, República Dominicana, Perú, Guatemala, Argentina y México.
En la segunda mitad del día, el encuentro se dio en formato de rondas: cada taller abordó un tema en particular y cada quien levantó la mano para dar su mirada al respecto, se anotaron las propuestas y las conclusiones se leyeron al final del día. Los contextos, las historias son bien dispares en todo el territorio y se nota: desde Guatemala, por ejemplo, exigieron la construcción de guarderías y atención médica para las mujeres de un pueblito al que sólo se accede vía marítima. También se escucharon propuestas para hacer frente a las políticas extractivistas. Ana, ingeniera agrónoma de Colombia, llamó en ese sentido a “pensar en cómo estamos produciendo” y a “conformar redes de cuidadoras de semillas”, que se pierden ante los fertilizantes y las prácticas extractivistas de la tierra, así como el pedido para garantizar el acceso al agua como derecho humano.
El reclamo por leyes de identidad de género en todo el territorio
Claudia Vásquez Haro, presidenta de Otrans Argentina y de la Confederación Trans de Latinoamérica y el Caribe participó desde el inicio de la construcción del Foro. Sin embargo, el lunes por la tarde, tuvo que pedir el micrófono al final del encuentro, mientras se hacían las intervenciones artísticas y musicales. “Nos preocupa muchísimo no sólo no aparecer en el documento sino que nuestras demandas se escuchen, que se sancionen leyes de identidad de género y leyes que tengan que ver con el trabajo, con la educación, la vivienda, hay que pensar en las vejeces trans, en las infancias travestis y trans libres de violencia y de discriminación”, dijo ante El Destape.
Lo cierto es que las travestis y las trans sólo son mencionadas en una sola ocasión en la declaración y no se les señala como sujetos políticos de derecho, al igual que a las niñas y adolescentes, por ejemplo. Esta situación, dijo, “da cuenta que la violación sistemática de nuestros derechos humanos en términos de genocidio por acción u omisión del Estado”.
Es que, aunque en Argentina se cuenta con la ley de cupo laboral travesti trans, ley de identidad de género y documento no binario; y, en general, existen marcos normativos de ampliación de derechos para la comunidad LGBTI+, no en todos los países de la región es igual. Por el contrario, la criminalización y la persecución a las identidades disidentes es una constante. Lo paradójico, contó Vásquez Haro, es que en muchas ocasiones son las travestis que migran las que acaban por ser sostén económico de las familias de las que fueron expulsadas de pequeñas.