Adolfo Pérez Esquivel es un activista y profesor argentino -entre tantas otras cosas-, que fue destacado con el Premio Nobel de la Paz en 1980 por su compromiso con la defensa de la democracia y los derechos humanos en el marco de las diferentes dictaduras militares que se dieron en América Latina. Más allá de todo lo logrado, de niño tuvo muchas complicaciones y no fue fácil para él estudiar. Pero Eva Perón apareció y le dio la oportunidad de transformarse en quien es.
Nacido el 26 de noviembre de 1931 en la Ciudad de Buenos Aires -específicamente en el barrio de San Telmo-, Pérez Esquivel tiene actualmente 90 años. Hijo de Cándido Pérez González, inmigrante español de Pontevedra que trabajaba como pescador y de su madre, a quien no conoció pero supo que era de origen vasco. Durante un tiempo vivió en el Patronato Español de Colegiales (colegio pupilo) y luego con su abuela, en el barrio de Haedo.
Sobre el final de su etapa primaria, donde ya se había enamorado de la escultura, se mudó con su familia a San Telmo y luego pasó a estudiar en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano en Retiro (donde después fue profesor). Pero más allá de todo lo logrado, es importante destacar que Eva Perón tuvo un papel central en su educación.
"Un niño sin madre y con padre ciego tenía que trabajar porque la plata no alcanzaba. Le escribió a Evita para que los ayude y a los pocos días recibieron una pensión que le permitió estudiar", escribió Andrés Pérez Esquivel en relación a su historia familiar. El familiar del Nobel sumó: "Años más tarde ese niño, mi abuelo, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz". Y completó: "Eso es Evita y el peronismo, una Argentina en la que nadie sobra".
No es la primera ni la única historia que se conoce de este estilo. El cantautor Facundo Cabral, nacido el 22 de mayo de 1937, tardó cuatro meses en viajar hasta la Capital Federal cuando residía en Tierra del Fuego para encontrarse con el presidente Juan Domingo Perón y su esposa Eva Perón ya que había escuchado que ayudaban a los más necesitados. "Un señor le comentó a mi mamá que había un presidente al que le importaban los pobres", comenzó.
De allí, viajó a La Plata porque le informaron que ambos iban a estar en un acto. Buscó acercarse al auto del máximo mandatario y este lo vio cuando las fuerzas de seguridad intentaban detenerlo. "¿Querías hablar conmigo?", le preguntó Perón. Y un Cabral muy pequeño, consultó: "¿Hay trabajo?". Eva escuchó y le dijo: "Por fin alguien que pide trabajo y no limosna. Por supuesto que hay, mi amor, siempre hay trabajo".
Seguido de esto se ocuparon de él, le dieron ropa, comida y lo regresaron a su casa en avión junto con una carta y un trabajo para su madre en una escuela de la localidad de Tandil. "Eva Perón nos salvó la vida, así de simple. Me hubiese gustado muchísimo que viva muchos años más porque me hubiese gustado agradecérselo personalmente. El problema para el que ha vivido tanto tiempo en la calle no es tanto el hambre o el frío, que son importantes, pero no es tan duro como el saber que uno está afuera del partido, estás absolutamente excluido de la sociedad", aseguró en aquel momento.
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