Luis Agote, un médico argentino nacido el 22 de septiembre de 1868 en Buenos Aires, dejó un legado inmenso en la medicina y la ciencia que perdura hasta nuestros días. Este médico se destacó en la historia de la medicina mundial y sus investigaciones, procedimientos y evoluciones están hoy en día vigentes.
En este artículo te contamos la historia de una de las mentes científicas más importantes de la historia Argentina.
La vida de Agote
Hijo de una familia acomodada, su padre fue diputado nacional y ministro de Hacienda, mientras que su madre, Quiteria García Sedano, dedicó su vida a criar a ocho hijos. Agote cursó sus estudios primarios en un colegio inglés y posteriormente se graduó de médico en la Universidad de Buenos Aires en 1893 con una tesis titulada "Las hepatitis supuradas".
El inicio de su carrera profesional lo llevó a convertirse en Secretario del Departamento Nacional de Higiene y posteriormente director del Lazareto en la isla Martín García, donde se enfrentó a la epidemia de fiebre amarilla. Su trayectoria médica lo llevó a ocupar el cargo de profesor titular de Clínica Médica desde 1915 hasta 1929.
En 1895, Agote contrajo matrimonio con María Robertson Lavalle, con quien tuvo cinco hijos. Su vida personal y profesional estaba en constante evolución, pero fue en 1911 cuando fundó el Instituto Modelo de Clínica en el Hospital Rawson, un centro de investigación que se convertiría en el epicentro de sus investigaciones revolucionarias.
Transfusión de sangre
En esa época, las transfusiones de sangre eran un procedimiento arriesgado, ya que se realizaban directamente de donante a receptor debido a la falta de un método eficaz para conservar la sangre. La preocupación de Agote por cómo recuperar la sangre perdida por los pacientes hemofílicos lo llevó a la búsqueda de una solución.
Junto a su colaborador, el laboratorista Lucio Imaz Apphatie, experimentó con recipientes especiales y diversas temperaturas, pero la sangre se coagulaba al estar en contacto con el aire. Fue entonces cuando Agote decidió agregar citrato de sodio, una sal derivada del ácido cítrico presente en el limón, a la mezcla. Después de dos semanas, descubrió que la sangre tratada con citrato de sodio no se coagulaba y que el organismo la eliminaba de manera segura.
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El siguiente paso fue experimentar con transfusiones entre perros de diferentes razas, sin observar rechazos. Incluso Agote se inyectó a sí mismo sangre mezclada con citrato de sodio sin experimentar reacciones adversas.
La primera transfusión
El 9 de noviembre de 1914, Agote y su equipo realizaron la primera transfusión exitosa entre humanos. Ramón Mosquera, el portero del Instituto Modelo de Clínica Médica, fue el donante y la transfusión se llevó a cabo en el Hospital Rawson bajo la supervisión del doctor Ernesto Merlo.
El 15 de noviembre de 1914, Agote demostró su método a las autoridades, incluyendo al Intendente Municipal, el rector de la UBA, el decano de la Facultad de Medicina y el Director General de Asistencia Pública. La paciente, una parturienta, recibió una transfusión exitosa de sangre tratada con citrato de sodio.
Este descubrimiento no se mantuvo en secreto. Agote optó por compartirlo con el mundo y no patentarlo. Durante la Primera Guerra Mundial, cuando miles morían en las trincheras, donó su método a los países en conflicto, sabiendo que podría salvar millones de vidas. Publicó su trabajo "Nuevo método sencillo para realizar transfusiones de sangre" ese mismo año.