Las últimas horas de Evita antes de su muerte: así fueron los días previos a su fallecimiento

Se cumple un nuevo aniversario del fallecimiento de Evita y la crónica de su último día marca, sin dudas, lo trágico de muerte para sus seres amados, como el presidente Juan Domingo Perón, y para el país. 

26 de julio, 2024 | 15.11

El 26 de julio es una fecha muy especial para los amantes de la figura de Eva Perón, ya que se cumple un nuevo aniversario de su fallecimiento en 1952. Evita, como era llamada popularmente, sin dudas marcó un antes y un después en la historia de la política argentina al convertirse en la primera mujer en protagonizar con nombre y apellido, en el sistema democrático como lo conocemos hoy, la política nacional y el movimiento popular de mayor trascendencia, el peronismo. 

El destino hizo que en sus pocos años de vida, falleció a los 33 años, su historia quede para siempre retratada en la memoria popular de la nación. Asimismo, la crónica de sus últimas horas cobraron relevancia al ser el momento en que mayor fortaleza tuvo, justo cuando su cuerpo estuvo más vulnerable. 

Las últimas horas de Evita

Ricardo Finochietto, distinguido cirujano de la época, sostuvo la cabeza de Eva Perón en sus últimas horas. Según se conoció en la reconstrucción de lo ocurrido, el médico la ayudó sujetándole la mandíbula para evitar que se asfixiara. El cardiólogo Alberto Taquini estaba al lado de su cama y tomaba continuamente el pulso de Eva. La cama de la primera dama estaba rodeada por su esposo, el presidente Juan Perón, su madre Juana Ibarguren, y sus hermanos Elisa, Erminda, Juan y Blanca Duarte.

Además, estuvieron Orlando Bertolini, esposo de Erminda Duarte, y parte del equipo médico liderado por Finochietto, que incluía a Jorge Taiana, el cirujano Abel Canónico, el ginecólogo Jorge Albertelli y el radiólogo Joaquín Carrascosa. Eva Perón estaba debilitada por un agresivo cáncer de útero, y se encontraba en sus últimas horas de vida.

Eva y Juan Domingo Perón

La enfermedad de Eva había requerido que el vestidor de Perón sea una sala de hospital improvisada pero equipada con una cama ortopédica, un tocador con un espejo ovalado, dos sillas y varios muebles pequeños cargados de medicamentos. "Me tengo que morir para que me armen una habitación como la gente...", dijo Eva en forma de broma cuando entró por primera vez en la habitación. 

La noche del 26 de julio de 1952, la mayoría de los funcionarios del Gobierno nacional estaban en la residencia presidencial: el gobernador de Buenos Aires, Carlos Aloe, el subsecretario de Prensa y difusión Raúl Apold, el ministro de Asuntos Técnicos Raúl Mendé, el ministro de Educación Armando Méndez San Martín, el presidente de la Cámara de Diputados Héctor Cámpora, el canciller Jerónimo Remorino y el intendente de la residencia, Atilio Renzi. Alrededor de 20.25 de la noche, Taquini miró a Perón y le informó: "No hay pulso".

Las horas posteriores

Finochietto finalmente dejó dejó la cabeza de Eva descansar en la almohada y cerró sus ojos. Juan Duarte, en un lapsus de dolor, corrió de la habitación gritando "Ya no hay Dios... Ya no hay Dios...". Erminda intentó consolarlo, diciéndole: "Sí, hay Dios. Esta ha sido su voluntad...".

El locutor Jorge Furnot quien, con tono grave y voz pausada, informó el comunicado oficial que anunció al país: "Cumple la Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación, el penosísimo deber de informar al pueblo de la República que a las 20.25 horas ha fallecido la señora Eva Perón, Jefa Espiritual de la Nación. Los restos de la señora Eva Perón serán conducidos mañana, en horas de la mañana, al Ministerio de Trabajo y Previsión, donde se instalará la capilla ardiente".

Cuando Eva Perón falleció, el doctor Pedro Ara, encargado de su embalsamamiento, recibió la noticia mientras una multitud rezaba frente a la residencia presidencial. Ara sugirió que el cuerpo fuera preparado por especialistas nacionales y se dirigió a buscar los "ingredientes esenciales" y la ayuda de un colega catalán. Juntos, ingresaron en la habitación donde yacía Eva y Ara describió la escena con términos de belleza tranquila, liberada finalmente del sufrimiento físico.

Finochietto, después de cerrar los ojos de Eva, salió dejando algunas recomendaciones, mientras el padre Hernán Benítez rezaba en voz alta a los pies del cuerpo. A las ocho de la mañana del 27 de julio, el cuerpo de Eva Perón ya mostraba signos de incorruptibilidad.

Efemérides

Juan Duarte cortó un mechón de su cabello para su madre. Cuando Ara estaba a punto de colocar un rosario en las manos de Eva, su manicura, Sara Gatti, entró en la habitación. Gatti le recordó a Ara el último deseo de Eva de que se le retirara el esmalte rojo de las uñas, lo cual fue autorizado por Perón.

En 1951, a pesar de su grave estado, Eva promovió el voto femenino, lo que garantizó la reelección de Perón. Aunque aspiró a ser su compañera de fórmula, renunció a esa idea en agosto del mismo año, quizás debido a su enfermedad o a presiones militares. Esta renuncia se presentó como un acto de lealtad y Eva recibió la Medalla de la Lealtad en una ceremonia el 17 de octubre.

En noviembre, Eva fue operada nuevamente, esta vez por el doctor George Pack, un cirujano estadounidense de renombre, aunque ella siempre creyó que fue Finochietto quien realizó la intervención. Tras la cirugía, Eva votó por Perón desde su cama en el hospital, y Perón ganó las elecciones con un 66% de los votos.

En mayo de 1952, ya en una condición muy delicada, Eva pronunció su último discurso desde la Plaza de Mayo. Consciente de su inminente fallecimiento, sus palabras fueron proféticas y emotivas. El 20 de julio, dos médicos alemanes confirmaron que su muerte era inminente. Perón preparó a la nación para la noticia y Eva se despidió con una claridad inquietante.

El 26 de julio, Eva Perón falleció rodeada de su familia y sus médicos. Sus últimas palabras reflejaron su aceptación de su destino: "Me voy a descansar. Eva se va... Eva se va...". Su muerte significó el final de una era y el comienzo de su transformación en leyenda.

Las atrocidades del odio

El proceso de embalsamamiento de Eva Perón dio inicio a una serie de tratos indignos con su cadáver tras el derrocamiento de Perón en 1955. Su cuerpo fue enterrado en secreto en el Cementerio Maggiore de Milán bajo una identidad falsa. El 22 de noviembre de 1955, poco después del golpe de Estado contra Juan Domingo Perón, la dictadura liderada por Aramburu y Lonardi ejecutó el siniestro plan.

Su propósito era erradicar toda expresión del peronismo, y para lograrlo no solo destruyeron estatuas, cuadros y símbolos, sino que también decidieron secuestrar el cadáver de Eva Perón, que se encontraba en la sede de la Confederación General del Trabajo. Esa noche, un grupo de hombres ingresó al segundo piso de la CGT y retiró el cuerpo de Eva Perón.

La operación estuvo a cargo del coronel Carlos Eugenio Moori Koenig, quien pronto se obsesionó con el cadáver. Para verificar la identidad del cuerpo, los militares le cortaron un dedo para obtener las huellas digitales y el lóbulo de la oreja para realizar un examen histológico. Durante meses, el cuerpo fue trasladado a diferentes lugares en Buenos Aires, mientras militantes peronistas lo buscaban y dejaban velas y mensajes en los sitios donde sospechaban que podría estar.

La recuperación del cuerpo

El 29 de mayo de 1970, Pedro Eugenio Aramburu fue secuestrado por Montoneros, quienes exigieron la devolución del cuerpo de Eva Perón. El dictador fue asesinado antes de que se pudiera cumplir con la demanda. En 1971, bajo el gobierno de Alejandro Agustín Lanusse, se acordó devolver el cadáver a Perón, quien vivía en Madrid. El coronel Héctor Cabanillas coordinó el traslado, y el cuerpo fue restaurado por el Dr. Pedro Ara. En noviembre de 1972, Perón regresó a Argentina, aunque el cuerpo de Eva permaneció en Madrid hasta el regreso definitivo del líder en 1973.

El 24 de marzo de 1976, un nuevo golpe de Estado liderado por Jorge Rafael Videla derrocó a Isabel Martínez de Perón. Después de unos meses, Videla ordenó el traslado de los cuerpos de Eva y Juan Domingo Perón desde la cripta donde estaban sepultados. Los restos de Eva Perón fueron trasladados al Cementerio de la Recoleta, mientras que los de Perón fueron llevados al cementerio de la Chacarita.