El 17 de febrero marca un hito en la historia argentina, ya que recuerda un evento de valentía y resistencia que aún resuena en la memoria colectiva. Hace más de cien años, lo ocurrido data de 1922 puntualmente, mientras el país se recuperaba de la trágica represión militar a la huelga de trabajadores agrarios en Santa Cruz, cinco trabajadoras sexuales del prostíbulo La Catalana desafiaron el terror.
Su historia fue rescatada del olvido y dio claras muestras de que las acciones comprometidas pueden trascender en el tiempo. Su compromiso con la vida, no dejará de ser recordado, y en este artículo repasamos su historia.
La historia de la rebeldía
Consuelo García, Ángela Fortunato, Amalia Rodríguez, María Juliache y Maud Foster, junto con Paulina Rovira, regente del prostíbulo, se enfrentaron a los soldados con un grito valiente: "¡Nunca nos acostaremos con asesinos!", y se negaron a acostarse con un grupo de militares fusiladores. Su resistencia desafió el poder opresor y dejó una marca imborrable en la historia de la lucha por los derechos humanos.
Este acto de rebeldía, liderado por trabajadoras sexuales en un contexto de represión y hostilidad, es un testimonio de la fuerza y el coraje que reside en aquellos que se enfrentan a la injusticia y la violencia. Aunque su valentía fue castigada con brutalidad, su nombre quedó registrado en la memoria de quienes valoran la lucha por la justicia y la dignidad.
Reconocimientos
La Comisión Putas de San Julián, junto con colectivas feministas y activistas LGBTIQ+, al cumplirse cien años rindieron homenaje a estas heroínas con una jornada de intervención artística. La idea es desafiar la idea tradicional de los monumentos y crear un "anti-monumento", que rechace la glorificación de figuras opresoras y colonizadoras. El evento fue un recordatorio de la importancia de reconocer la valentía y la resistencia en todas sus formas, y de dar voz a aquellos cuyas contribuciones han sido históricamente ignoradas o minimizadas.
La Patagonia Rebelde
En la región patagónica, la situación era particularmente grave. Los trabajadores rurales, conocidos como peones, se organizaron en sindicatos y comenzaron a reclamar por sus derechos. En 1920 y 1921, se produjeron dos huelgas generales que fueron duramente reprimidas por el Gobierno nacional.
El punto más álgido de la lucha se produjo en 1921, con la masacre de obreros en la estancia Rospentek, en Santa Cruz. El 7 de diciembre, un grupo de trabajadores rurales en huelga se dirigió a la estancia para reclamar por el pago de sus salarios. La respuesta del gobierno fue brutal: la policía y el ejército abrieron fuego contra los manifestantes, lo que causó la muerte de entre 150 y 300 personas.