Diario Crítica, el períodico que marcó el pulso de las primeras décadas del siglo XX

Se cumple un nuevo aniversario de la fundación del Diario Crítica, el períodico que marcó la agenda en las primeras décadas del siglo XX. Un repaso por sus innovaciones en materia periodística y su ambivalencia política, 

15 de septiembre, 2023 | 11.23

El diario Crítica fue el medio gráfico que desde un tono dinámico y más al hueso que sus sucesores y contemporáneos, marcó el pulso de las noticias en las primeras décadas del siglo XX, llegando a un público popular, mientras las oleadas migratorias provenientes de Europa todavía llegaban al país, el proceso de urbanización se consolidaba y la alfabetización de las clases bajas era cada vez mayor. Desde sus páginas, tuvieron lugar plumas de altísimo nivel como el propio Jorge Luis Borges, quizás el caso más paradigmático, que dirigía el Suplemento Multicolor de los Sábados, dedicado a la cultura.

Pero también, este medio nacido un 15 de septiembre de 1913, fue el emprendimiento de Natalio Botana (1888-1941), un “hombre de medios” del siglo XX a la manera del film Citizen Kane (Orson Welles, 1941), nacido en Uruguay pero radicado en Buenos Aires, que funda su gran emprendimiento periodístico a los 25 años. Un personaje que supo insertarse en el toma y daca del poder desde la plataforma que le confirió periódico, en pleno auge del periodismo asalariado, tan característico del siglo que estaba comenzando. Por su quinta de Don Torcuato pasaron las figuras más preponderantes de la política de la época, para negociar un tratamiento diferenciado en este dispositivo de importante influencia.

Botana, hombre clave del periodismo del siglo XX

Botana, hombre clave del periodismo del siglo XX

El ámbito desde el que Crítica se hizo popular fue la sección policiales. Allí sus plumas supieron combinar el rigor del dato que exige la práctica periodística con el vuelo literario que, bien llevado, puede atrapar a los lectores. La forma de dibujar perfiles de los malhechores, el relato pormenorizado de los crímenes y el seguimiento día a día de los acontecimientos a la manera de una novela por entregas, hizo de Crítica, una marca de fábrica.

Hay en Crítica una dicotomía que desde una perspectiva progresista puede resultar antagónica, pero si se observa el panorama político de la época puede no serlo: Crítica era un diario popular, pero conservador. Las páginas políticas que llamaban a la acción en las calles, la organización de los trabajadores y al cuestionamiento del poder eran otras, más ligadas a las expresiones de izquierda del momento, como La vanguardia, del Partido Socialista. Esta no dependencia de ningún partido, otorgó al diario mayor libertad de movimiento para el tratamiento de las noticias. En el grueso de sus años, Crítica fue un diario opositor.

La sección policiales fue desde donde Crítica se hizo un diario popular.

Desde 1926, el diario de Botana apoyó al Partido Socialista, que perdió las legislativas en un momento de fuertes divisiones internas (de hecho, una de esas escisiones, el Partido Socialista Independiente -PSI-, contó con Roberto Noble como uno de sus fundadores, alguien que en el futuro sería fundamental en el panorama mediático fundando el Diario Clarín).

Tras una huelga de los trabajadores del diario organizada por el sindicato gráfico liderado por los socialistas, la buena relación de Botana con esta expresión política se rompió. La medida de fuerza había tenido lugar por intentos de reducción de personal y por realizar búsquedas de trabajadores no sindicalizados. El conflicto no terminó ahí: en señal de repudio, la Federación Gráfica Bonaerense realizó un boicot al diario.

Pero la salida de Botana del conflicto fue metiéndose de lleno en la interna. En 1927, el órgano de prensa de la rama “independiente” del PSI empezó a imprimirse en los talleres de Crítica. El apoyo del diario al PSI fue abierta, aunque fraccionada: lo acompañó en las legislativas porteñas pero en las nacionales le dio favor en sus páginas al candidato radical, otrora denostado por sus plumas en su mandato anterior, Hipólito Yrigoyen, quien efectivamente fue elegido Presidente por segunda vez.

La intervención política del diario en defensa del líder radical tuvo una autojustificación filosófica en percibirse como la voz del pueblo, por lo que, si esa es su condición, concibieron imposible no apoyar a la candidatura que concitó el apoyo popular. En el tono de su discurso, el propagandismo de un partido político estuvo disfrazado con la cobertura de portar una “verdad pública”, una especie de esencialismo popular que funcionó como cobertura de los movimientos políticos de Botana.

Pero ese apoyo a Yrigoyen duró poco. Ya en los primeros meses del “Peludo” en el poder, el diario retomó los viejos cuestionamientos al líder radical: “demagógico”, “arbitrario” y “anti-democrático”. Así fueron algunos de los epítetos que desde las páginas vertieron contra las intervenciones federales, la política parlamentaria y la crisis económica, que pronto se agudizaría con el crack de la bolsa de Wall Street en 1929.

Para las legislativas de ese año, Crítica explicitó su intervención pública, llamando directamente y sin tapujos a aportar a la campaña del PSI. Los cuestionamientos al gobierno radical se agudizaron: desde sus principales plumas, se recurrió al ejemplo ahistórico de equipararlo al régimen rosista. Para criticarlo, retomó la fórmula sarmientina de “civilización o barbarie” y comparó a los radicales con La Mazorca, la fuerza parapolicial de aquél régimen decimonónico.

Crítica fue la principal pata civil del golpe del 30

El apoyo al golpe tuvo en el diario de Botana a uno de sus principales propagandistas, sino el máximo desde el panorama mediático de la época. El periódico ‘vendió’ al gobierno ilegal como una administración conjunta entre civiles y militares, en la que Crítica funcionaría como una especie de guardián moral. Lo paradójico del planteo de sus páginas, es que el golpe de Estado del 30 fue auspiciado como en defensa de la democracia. La toma del poder por la fuerza militar y la interrupción inmediata de la Constitución fueron juzgadas desde el diario, como un paso necesario para restablecer un supuesto camino democrático perdido por los atropellos de Yrigoyen.

La redacción estaba ubicada en pleno centro porteño, sobre Avenida de Mayo y contaba con una una estación radiofónica y una sirena desde 1925. En la fatídica noche del 6 de septiembre, cuando se produjo el primer golpe de Estado de la historia democrática argentina, que llevó a José Félix Uriburu al poder, estas instalaciones fueron utilizadas para comunicar a los transeúntes lo sucedido, invitarlos a aclamar el desfile de cabos y soldados en celebración a la asonada y para el traslado de contingentes.

La agitada vida y simpatías políticas de Crítica darían un nuevo viraje tras el golpe, ya con Yrigoyen detenido. De “Revolución” el golpe de Uriburu pasa a “Contrarevolución”, y las críticas a los atropellos del nuevo régimen no se hicieron esperar. Pero el interlocutor ya no era el gobierno radical, sino una dictadura militar de simpatías fascistas, así que de igual manera que anuló la carta magna, también clausuró al diario. Recién volvió en 1932, denunciando casos de torturas a opositores. El Presidente ya era Agustín P. Justo, un líder que tuvo una relación menos turbulenta con Botana.

Entrada la década del 30 el panorama mediático empezó a ser otro y la influencia de Crítica sobre el sentido común de las clases populares perdió fuerza. El país de la Década Infame en las grandes ciudades perdió pujanza y se interesó más por la cobertura de los problemas económicos y políticos, acuciantes y críticos. La capitalización del periodismo para las clases medias que logró El Mundo, la aparición de Noticias Gráficas y la consolidación de la radio como el medio masivo de comunicación por excelencia empezaron a marcar la decadencia de un diario que revolucionó el periodismo argentino.
 

Fuente: Sylvia Saítta Regueros de tinta. El diario Crítica en la década de 1920 Buenos Aires: Sudamericana, 1998