El 6 de agosto de 1945, Hiroshima, Japón, se convirtió en el epicentro de un evento que cambiaría la historia: el bombardeo atómico. La detonación de la bomba "Little Boy" liberó una devastadora cantidad de energía nuclear, que resultó en la pérdida de innumerables vidas y una destrucción sin precedentes. Sin embargo, el impacto del ataque no se limitó solo a la explosión inicial y la onda expansiva. Uno de los aspectos más insidiosos y duraderos del bombardeo fue la radiación, cuyos efectos continúan resonando en la ciudad y en la conciencia global hasta el día de hoy.
La radiación y sus efectos
La radiación liberada por la explosión fue una mezcla mortal de rayos gamma, neutrones y partículas alfa y beta. Estas partículas ionizantes tenían el poder de alterar el ADN y dañar células vivas. En el momento de la detonación, se liberó una intensa radiación que afectó a las personas y estructuras cercanas. Quienes sobrevivieron al bombardeo pero quedaron expuestos a altos niveles de radiación sufrieron síntomas agudos como quemaduras, náuseas, vómitos y diarrea. Muchos fallecieron en los días y semanas posteriores debido a la exposición a esta radiación inicial.
Persistencia a largo plazo
La radiación no se desvaneció con la explosión. Los materiales irradiados y la contaminación radiactiva persistieron en la zona afectada durante mucho tiempo después del ataque. La radiación residual continuó afectando a los sobrevivientes y a quienes se mudaron a Hiroshima en los años siguientes. La exposición crónica a la radiación provocó un aumento en los casos de leucemia, cáncer y otros problemas de salud relacionados con la radiación.
El espectro invisible: radiación fantasma
Uno de los aspectos más insidiosos de la radiación es su invisibilidad. A diferencia de las secuelas físicas inmediatas del bombardeo, la radiación no puede ser percibida por los sentidos humanos. Esto hizo que la amenaza fuera aún más difícil de entender y mitigar en los días y meses posteriores al ataque. La falta de comprensión sobre la radiación llevó a muchos a exponerse inadvertidamente a niveles peligrosos de radiación, ya que no podían detectarla ni evitarla.
Los efectos generacionales
La radiación no solo afectó a quienes vivieron el bombardeo, sino que también dejó su huella en las generaciones futuras. Los sobrevivientes expuestos a la radiación antes de concebir a sus hijos transmitieron posibles mutaciones genéticas a las siguientes generaciones. Esto generó preocupaciones sobre la salud y el bienestar de las futuras descendencias de los sobrevivientes.