En plena dictadura militar había una búsqueda incesante de victorias nacionalistas que elevaran el orgullo de la gente para seguir mostrando un sentimiento "argentino" en medio de la tragedia que significaba la tortura feroz de los genocidas a cargo. En ese momento, cualquier hecho que significaba un triunfo era magnificado por esa necesidad. Sin embargo, hubo una historia que no permitió a los militares festejar sino que todo lo contrario, un hecho que trataron de derrumbar: el premio Nóbel de la Paz para Adolfo Pérez Esquivel. Clarín, por ejemplo, se alineó tras ellos.
Al conocerse la noticia el 13 de octubre de 1980, no hubo una reacción del gobierno militar que estaba en el poder. De hecho, ese silencio ocupó varias horas a los cuarteles. Tal cual relata el medio Infobae, ese día los militares se agolparon y se alinearon detrás de la bronca, el enojo y para salvaguardar su poder. De esta forma, sostuvieron que este premio solo servía para seguir con la campaña "antiargentina" en el mundo y, como publica ese medio, hubo un comunicado oficial en el que se sostiene que “Si dicho otorgamiento pretende utilizarse como una suerte de condena al Proceso de Reorganización Nacional, es necesario puntualizar que todo acto político o institucional requiere, para su correcta evaluación, del objetivo finalista que persigue y del tránsito elegido para su consecución”.
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Casi toda la prensa alineada a los militares salió a hablar contra Pérez Esquivel. Uno de ellos fue, por ejemplo, Clarín que nombró a Adolfo Pérez Esquivel como un "Católico de izquierda y taciturno arquitecto". Además, La Nación, en un editorial pidió que haya un premio Nobel póstumo para las víctimas de "grupos armados".
La realidad es que, al momento de entregarle el premio a Pérez Esquivel, desde la organización que entrega el premio se destacó la constante voz de Esquivel para llevar adelante una lucha contra los militares que gobernaban el país. Incluso, para ellos, Pérez Esquivel no estaba sospechado de estar en alguna organización y había sufrido la violencia estatal con prisión y torturas. También, desde ya, su acercamiento a las "Madres de Plaza de Mayo" le dieron ese lugar.
El nombramiento de Pérez Esquivel llegó sobre el final de la dictadura. La imagen del gobierno de facto argentino en el mundo estaba completamente en picada después de que se conozcan varias de las atrocidades que se cometieron en el país. El Mundial 78, la visita de la Confederación Internacional de los Derechos Humanos y las cartas de personalidades de la cultura y del deporte mundial pidiendo por los desaparecidos eran algunas de las situaciones que hacían ver lo que pasaba en Argentina.
Ante esta situación y con claro conocimiento de lo que pasaba en el país, la fundación Nóbel tomó la decisión de premiarlo. Desde los militares y la prensa aliada a ellos se dijo que era "una campaña", cuando en realidad fue otro paso al fin de tanta oscuridad.