El techo de cristal representa un obstáculo diario para las mujeres en su ámbito laboral. Este término viene a dar nombre a la desigualdad y el impedimento para crecer que tienen las mujeres a la hora de alcanzar puestos jerárquicos o incluso, sueldos equitativos en comparación a sus compañeros hombres que realizan sus mismas tareas.
Muchas veces es difícil de percibir estas actitudes a simple vista porque justamente, este "techo" está arraigado a la estructura de la sociedad y su modificación puede darse únicamente con un cambio cultural que de cuenta del machismo socialmente establecido.
Todavía predomina el estereotipo que relaciona al hombre como directivo y se considera que la mujer no puede serlo porque le falta capacidad de mando y autoridad. Además, el hecho de que la mujer siga siendo la que más horas dedica al cuidado de la familia y del hogar implica que encuentra menos tiempo para realizarse y crecer profesionalmente.
En resumen, el techo de cristal es esa barrera invisible impide que las mujeres alcancen las mismas posiciones de poder que los hombres y que está relacionada directamente con las normas y los estereotipos que perpetua el patriarcado.
Datos
Según un informe de la Organización Mundial del Trabajo (OIT), en Argentina solo el 6,9% de las grandes empresas, el 4,7% de las medianas y el 9,5% de las pequeñas son comandadas por mujeres.
En ese mismo relevamiento indican que apenas el 28% de los puestos gerenciales y de liderazgo en las organizaciones a nivel mundial están ocupados por mujeres
El origen del concepto
El concepto "techo de cristal" tiene su origen en 1978. Fue la consultora de ámbito laboral en Estados Unidos, Marilyn Loden, quien quiso poner en palabras la desigualdad que se vivía en su ámbito de trabajo.
"Pronuncié por primera vez la frase "techo de cristal" en 1978, durante una mesa redonda hablando sobre las aspiraciones de las mujeres. Al escuchar la discusión me di cuenta de que las mujeres que participaban se concentraban en las deficiencias de las mujeres en términos de socialización, su comportamiento autocrítico y la pobre imagen que supuestamente muchas mujeres tenían de sí mismas", afirmó Loden a la BBC.
Como conclusión, Loden reconoció que las barreras contra el ascenso que eran culturales y no personales. La experta llamó a reconocer "los sesgos que suponen que los hombres son "líderes innatos", que las madres trabajadoras no están comprometidas con sus carreras, que las mujeres son demasiado emocionales, que el acoso sexual no es un problema, y que no hay lugar en el salón de ejecutivos para gente que habla suave, que tiene un alto grado de inteligencia emocional y que favorece un liderazgo participativo en vez de una gerencia autocrática".
Un ejemplo muy claro para entender qué es el techo de cristal: mira a tu alrededor en tu lugar de trabajo. ¿Hay varias mujeres en cargos gerenciales? ¿Se les presta atención a sus ideas? ¿Se les respeta igual que a los hombres? Si eres mujer, ¿ves amplias posibilidades de ascenso en la organización? Si la respuesta es no para cualquiera de esas preguntas, es muy probable que en tu compañía haya un "techo de cristal".