El cura Franco Alberto Lütens, de 61 años, fue denunciado por abuso sexual y generó un fuerte repudio en el partido bonaerense de Quilmes. Dicha acusación se llevó ante la Fiscalía N° 8 de dicha ciudad, a cargo de la fiscal Bárbara Velazco, quien recibió las denuncias de tres personas que están siendo asistidos por la ONG Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos (SAE) en Argentina y una psicóloga que pertenece a dicha agrupación. En las últimas horas, el obispo José Tissera decidió apartar al sacerdote y aseguró que "ha sido pasado a resguardo" a través de redes sociales.
"Este señor estuvo protegido por el Obispo Tissera hasta que la cosa no dio para más y por suerte los medios se hicieron eco. Tomó esa decisión que se está publicando", manifestó la psicóloga e integrante de la ONG, Liliana Rodríguez. Este martes 12 de noviembre, el equipo de Protección de Menores y Adultos Vulnerables de la Diócesis de Quilmes dio a conocer que el obispo "apartó al sacerdote denunciado de la parroquia y de las actividades pastorales, ante la constatación del inicio de la causa penal", mientras que se dio inicio a una investigación interna.
En esa línea, el comunicado de la Red de Sobrevivientes señaló que la decisión de "pasar a resguardo" fue comunicada a la comunidad parroquial y ello genera una dificultad para notificar al denunciando; a su vez, en el texto remarcaron que desconocen su lugar de permanencia y eso dificultará la notificación al denunciado. La carátula de la causa, actualmente, es por el delito de "abuso sexual gravemente ultrajante, con acceso carnal, agravado por haber sido por un ministro del culto".
Ante la existencia de datos para aportar, solicitan que se comuniquen por mensaje privado a redes sociales asegurando "reserva absoluta", indicaron desde la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos.
"Fue denunciado a principios de este año. Su causa cayó en la Fiscalía N° 8 de Quilmes, cuya fiscala es Bárbara Velasco. A partir de allí, comienza todo un camino muy sinuoso donde la fiscalía pone el centro en los tres denunciantes -de los cuales preservamos su identidad-, hace acciones que tienen que ver con sus pericias, toma las declaraciones a las víctimas y a siete testigos pero Lütens no está imputado todavía", señaló la psicóloga. Más allá de esto, el sacerdote fue citado a sus pericias pero no se presentó.
Sobre esto, Rodríguez señaló que su segundo llamado ya fue oficializado y la citación se dispuso para fines de noviembre –26 y 27 de este mes–. "Si no se presenta, solicitamos a la Fiscalía que lo haga por la fuerza pública", apuntó. También, desde la Red SAE, apuntaron contra el motivo del traslado –"resguardar su integridad física", cuando dudan que exista algún peligro sobre ella– y mostraron una "profunda preocupación por este accionar", solicitando así la protección de los denunciantes y alertando la posible fuga del denunciado. "Es un sujeto que tiene un gran aval y esto ha asegurado que crea que realmente tiene una impunidad. Pero esa impunidad se está resquebrajando", añadió.
De todas formas, la historia no llega a su fin en el proteccionismo de la Iglesia. La Universidad Abierta Interamericana (UAI) de Berazategui, donde estudia psicología en tercer año, también es protagonista de la historia. "La Red le informó el 1° de julio sobre esta denuncia, le pasa los datos, la fiscalía... Pidiendo que apliquen el Protocolo. No lo hicieron, generaron situaciones de mucha incertidumbre y dolor dentro del estudiantado. Ellos comenzaron a comunicarse con la Red, porque los hostigaban y los silenciaron", lanzó la psicóloga. Y apuntó contra las autoridades de UAI: "La facultad también lo protegió y lo habilitó a andar libre por las cátedras, por el Borda, en charlas".
Desde la ONG aseguran que "son muchos más los que fueron abusados" por el mismo sacerdote denunciado, pero que solo tres se animaron a acusarlo ante la Justicia. "Lütens quebró la confianza que ellos depositaron en él. Ese señor avasalló sus cuerpos. Ellos transmiten un dolor profundo, porque esto que atravesaron deja huellas profundas y emocionales que no son visibles, pero sí dejan datos para una mirada capacitada, aunque no hay secuelas físicas a la vista. Esto no es un pecado como quiere instalar la Iglesia, esto es un delito y debe castigarse", sentenció la psicóloga en declaraciones a la prensa.