En un mundo lleno de incertidumbre, la pregunta sobre dónde y cómo viviremos en el futuro es una de las que más resuena entre los jóvenes de América Latina y el Caribe, sobre todo con una profunda problemática en la región que los Gobiernos no supieron resolver. Según la CEPAL, la región albergaba en 2020 a 211 millones de personas entre 15 y 34 años, representando el 32,5% de la población total que enfrenta la crisis habitacional.
Sin embargo, la realidad del acceso a la vivienda plantea enormes desafíos para este grupo y otros segmentos de la población. En este artículo toda la información sobre esta problemática.
Dónde vivirán los jóvenes
El sueño de ser propietario de una vivienda parece inalcanzable para muchos. Un análisis revela que, si una persona de 25 años ganara un salario promedio de 400 USD y destinara el 100% de sus ingresos a la compra de una vivienda de 55 metros cuadrados, tardaría alrededor de 33 años en pagarla. Si solo destinara el 25% de su sueldo, este plazo se extendería a 133 años. Estas cifras reflejan la enorme brecha entre los ingresos y los costos de la vivienda en la región.
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A pesar de que 18 países de la región reconocen el derecho a una vivienda digna en sus constituciones, la realidad es que muchas personas enfrentan barreras significativas para acceder a este derecho fundamental. La informalidad laboral, los bajos ingresos y la falta de protección social son solo algunos de los factores que dificultan el acceso a créditos o programas habitacionales.
En este contexto, grupos como los jóvenes, las mujeres y las personas LGBTI+ son especialmente vulnerables. La informalidad laboral afecta directamente su capacidad adquisitiva y, por ende, su posibilidad de acceder a una vivienda propia. Además, las mujeres enfrentan desafíos adicionales, como ingresos más bajos y roles de cuidado que limitan su independencia económica.
Los intentos de solución
Sin embargo, a pesar de estas dificultades, la región es testigo de numerosos intentos de soluciones habitacionales. Desde programas de créditos para jóvenes hasta cooperativas LGBTI+ que luchan por su derecho a la vivienda, hay una amplia gama de iniciativas en toda la región. Aunque algunos proyectos han tenido éxito, otros han enfrentado obstáculos o quedaron en un limbo burocrático.
En última instancia, el problema de la vivienda en América Latina y el Caribe requiere soluciones creativas y sistémicas. Si bien no hay respuestas fáciles, es fundamental continuar buscando alternativas que garanticen el acceso a una vivienda digna para todos. La lucha por una vivienda digna es un esfuerzo comunitario y regional que requiere voluntad política y un compromiso constante.