Kinesiólogos le piden a Kicillof que declare la actividad como esencial

El Colegio de Kinesiólogos bonaerense elevó pedidos para habilitar consultorios privados. Comenzaron a funcionar en el interior, pero aún no pudieron hacerlo en el conurbano.

19 de mayo, 2020 | 17.27

La habilitación de nuevas actividades en la provincia de Buenos Aires debe contar con el aval de los intendentes y la aprobación de los Gobiernos bonaerense y nacional. Desde el Colegio de Kinesiólogos bonaerense elevaron notas a cada uno de los mandatarios comunales de los 135 distritos, así como a Axel Kicillof, para permitir la apertura de consultorios particulares ante la necesidad de atender los tratamientos en curso – o nuevos -, en muchos casos graves o que generan complicaciones para la vida cotidiana. Los profesionales del área trabajan actualmente en hospitales y clínicas, dentro de la terapia intensiva, y consideran que si pueden mantener los cuidados y protocolos en esos ámbitos de riesgo, también los podrán implementar en sus oficinas con estrictos mecanismos de prevención.

Juan Felipe Orta, presidente del Colegio de Kinesiólogos de la provincia de Buenos Aires, explicó a El Destape que con el decreto de la cuarentena obligatoria, el 20 de marzo, los consultorios se cerraron. Con el paso de los días, se habilitaron las atenciones de médicos clínicos y odontólogos, por ejemplo, pero no de otras especialidades. En el caso de ésta particular, sí pueden atender en caso de emergencia, “pero es muy poco y bajo el porcentaje de kinesiólogos que lo hace”.

El 19 de abril enviaron una nota al Gobernador bonaerense y a los 135 intendentes para solicitar que se los incluya como profesionales esenciales de la salud, adjuntando una sugerencia para las atenciones, lo que conocemos como el protocolo. En 85 municipios del interior comenzaron a funcionar pero no así en grandes conglomerados, pese a que sí empezaron a trabajar en lugares como San Isidro, Vicente Lopez, Tres de Febrero y San Miguel.

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“Cumplimos un rol muy importante en la terapia intensiva. El kinesiólogo está al lado del médico trabajando con los respiradores, controlándolos y sacándolos si los pacientes lo necesitan”, explicó Orta, y remarcó que ese es el punto más alto de contagio: “Si nos podemos cuidar ahí cómo, como profesionales de salud, no vamos a poder llevar a cabo un protocolo en un consultorio”. Aseguró que, a diferencia de un comercio, los profesionales saben a quién atenderán porque brindarán turnos previos con la conveniente consulta de síntomas o la situación epidemiológica del barrio, algo así como una “selección previa”.

En terapia intensiva, los kinesiólogos se encargan de todo lo que tiene que ver con equilibrar la respiración del paciente y ayudarlo con la rehabilitación, sea por COVID-19 o por otra afección que comprometa los pulmones, limpiándoselos, rotando a la persona, moviéndola entre otras técnicas. “Cuando el sujeto va a evolucionando, hay que empezar a sacarle el respirador, ayudarlo con la adaptación del cuerpo para sentarse, pararse y moverse así como hacer un seguimiento de su condición y ayudarlo con la rehabilitación”.

No todos los kinesiólogos están en los hospitales y clínicas, por lo que propusieron trabajar una nómina en conjunto con el Ministerio de Salud para, con el fin de evitar la propagación del virus, que no trabajen en sus consultorios particulares quienes lo hacen en nosocomios o geriátricos, por ejemplo. “No es por la parte económica, es por la salud de la población” que quieren comenzar a brindar sus servicios nuevamente.

El problema es que una persona puede sufrir dolores que la afectan en su vida cotidiana, desde respiratorios hasta problemas cervicales o una quebradura y “el paciente no quiere ir a una guardia a hacerse atender por un doctor, hay que descentralizar” para no colapsar el sistema ni aumentar los riesgos de contagio, sostuvo. Por ejemplo, “si a alguien le sacan el yeso porque se fracturó, vos no podés ayudar con los ejercicios en casa y si no logra la movilidad en una o dos semanas, le queda la mano dura”. Por eso, la propuesta es no atenderlos tres veces por semana sino una y hacer un seguimiento a distancia para bajar el tránsito, pero acompañándolos.

El tránsito, justamente, es uno de los problemas a enfrentar. Si “hoy se habilitan actividades en la Ciudad de Buenos Aires, vivís en el conurbano pero a cinco cuadras del límite y tenés un problema, te vas para allá”, generando más movimiento.

Según el protocolo elaborado, el personal médico no podrá usar su vestimenta profesional durante más de un día, ni será la misma utilizada para circular en la calle. Al finalizar la jornada, deberá llevarla a su casa en bolsa cerrada para su limpieza y no dejarla en el lugar de trabajo. Los turnos de los trabajadores serán rotativos para respetar el aislamiento social y evitar un posible contagio múltiple.

Los profesionales deberán usar un barbijo que se deberá descartar y cambiar si ya no está en condiciones, lo mismo con la ropa de trabajo que entre en contacto con un paciente: tendrá que cambiarse antes de atender al otro. Cada paciente deberá ser atendido en un ambiente o box de manera individual y se minimizará el tiempo de ejercitación en el establecimiento, complementándolo con recomendaciones impresas o virtuales.

Además del lavado de manos y uso de material de protección individual, se les tomará la temperatura al ingresar y salir del consultorio. De encontrar una temperatura por encima de los 37,5° o más se llamará a la autoridad sanitaria correspondiente y no se atenderán a pacientes que presenten algún tipo de síntomas, incluso sólo tos o dolor de garganta.

Como en todos los rubros, la limpieza deberá ser extrema y los pacientes tendrán que respetar una distancia de dos metros siendo que en la sala de espera se deberá indicar la cantidad de personas a ingresar por turno, según el espacio disponible y la persona no podrá estar con un acompañante durante la sesión, salvo que sea discapacitado o menor de edad y lo requiera. La persona a ser atendida deberá llevar una toalla personal, tapa bocas y un kit de protección personal compuesto por alcohol en gel y pañuelos descartables.