Si nos vacunamos, podemos considerarnos libres de riesgo, ¿no es cierto? No.
Un estudio realizado por investigadores del grupo “Ciencia rosarina contra el Covid” analizó la proporción de contagios ocurridos entre el 1º de enero y el 30 de junio de este año entre personas que compartían el mismo techo, una de las cuales estaba vacunada con al menos una dosis y la otra, no, y descubrieron que el contagio “intrahogar” entre vacunados y no vacunados no solo es posible, sino que estos últimos son los que en mayor medida inician la cadena de transmisión.
“Esperábamos encontrar esto, pero teníamos que verlo en los números. La vacuna te protege bárbaro de contagiarte en el ‘super’, pero si estás conviviendo con alguien que se infecta, la protección disminuye”, explica Ernesto Kofman, Vicedirector del Centro Franco-Argentino de Ciencias de la Información y de Sistemas de la Universidad Nacional de Rosario, y uno de los autores del trabajo.
Los científicos analizaron los datos de vacunación y de contagios diagnosticados en ese lapso en individuos de entre 18 y 65 años. Luego, los dividieron en grupos de dos o más que habitaran en el mismo domicilio y tuvieran fecha cercana de inicio de síntomas.
Los que habían iniciado el cuadro primero fueron considerados “casos índices” y los que manifestaban las señales de Covid después, “secundarios”. Se presumió que estos últimos se habían contagiado dentro del hogar y se descartó los binomios en los que la aparición de síntomas entre ambos se hubiera producido en un lapso menor a dos días o mayor a 14.
“Buscamos casos que vivieran en el mismo domicilio y con muy pocos días de diferencia –detalla Kofman–. Suponemos que el primero no se contagió en la casa, pero podría haberlo hecho si hubiera habido otro conviviente asintomático. Y el segundo podría haberse contagiado en otro lado, pero se sabe que la probabilidad de adquirir el virus de alguien que vive con uno es muchísimo más alta”.
En 5291 grupos de dos personas, vieron que con mucha mayor frecuencia el caso índice (el primero en infectarse) fue la persona no vacunada. Esto, de por sí, indicaría que las vacunas resultan más efectivas para evitar contagiar a convivientes que para no contagiarse de una persona que vive con nosotros, pero no fue vacunada.
Entre los casos índices encontraron 234 personas vacunadas, mientras que entre secundarios había 386 ya inmunizados. “Esto quiere decir que a igual número de casos índices y de casos secundarios, encontramos un 65% más de personas vacunadas entre los casos secundarios que entre los índices. Además, hubo 42 en los que ambos estaban inmunizados”, escriben los investigadores.
De los 494 grupos de contagiados donde uno de los convivientes estaba vacunado y el otro, no, en 179 el índice fue la persona vacunada, mientras que en los 315 grupos restantes el caso índice fue la no inmunizada. Es decir, que hubo un 76% más casos en los que la persona no vacunada habría contagiado a su conviviente vacunado.
Algo similar ocurrió en 145 grupos donde uno de los convivientes estaba vacunado con ambas dosis y el otro no había recibido ninguna. En 46 de estos, el caso índice fue la persona vacunada, mientras que en los restantes 99, el primero en infectarse fue el no vacunado: hubo un 115% más de casos donde la persona no vacunada habría contagiado a su conviviente vacunado.
Diversas hipótesis
A partir de estas observaciones, los investigadores postularon algunas hipótesis. En primer lugar, que la efectividad de las vacunas sería menor para prevenir contagios si uno convive con una persona infectada. Y también, que el vacunado que se contagia expone menos a sus convivientes.
“No podemos discriminar si esto ocurre porque la vacuna es menos efectiva para protegerte de un conviviente o porque la persona vacunada exhala menos virus”, dice Kofman.
“La primera causa es consistente con la disminución de efectividad de las vacunas ante una exposición muy prolongada en el tiempo. Lo segundo coincide con diversas publicaciones que muestran que las personas vacunadas, en caso de contagiarse, presentan una menor carga viral y, por ende, producen menos contagios en sus hogares”, escriben los científicos.
Soledad Retamar, ingeniera en Sistemas de Información de la Universidad Tecnológica Nacional, en Concepción del Uruguay, coincide plenamente con las conclusiones a las que llegan los científicos rosarios.
Para el físico y exdecano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, Jorge Aliaga, los resultados son muy interesantes y esperables. “Si se pusieran los datos del Sistema de Información Sanitaria Argentina (SISA) y el registro nominal de vacunación Nomivac, sin identificación del pacientes, simplemente con un número que asocie las dos bases, se podrían hacer estos análisis en todos los casos”, agrega. Hoy esa posibilidad está limitada por falta de acceso a los datos.
“Lo que se ve en este estudio es que la posibilidad de contagio es mucho más alta dentro que fuera del hogar –comenta Rodrigo Quiroga, biofísico de la Universidad Nacional de Córdoba–. Esto tiene mucho sentido porque es de esperar que la carga viral que uno recibe de un conviviente sea mucho más alta que la de un contacto social. En esta última situación, se comparte un rato, a lo sumo, un par de horas; en cambio, en el hogar se está constantemente expuesto a esa persona. La cantidad de virus hace un pico uno o dos días antes de los síntomas, y baja rápidamente después. Cuando hay tiene contacto social, muchas veces se ve expuesto a la persona infectada en un período en la que esta no tiene altísima carga viral. Pero cuando se convive con alguien, sí o sí la exposiciión se dará en los momentos de máxima reproducción del coronavirus. Es algo que habrá que tener en cuenta para alcanzar la inmunidad de rebaño y para evitar los casos de vacunados”.
Dada la alta probabilidad de contagio entre convivientes, aún estando vacunados, los científicos aconsejan el aislamiento intradomiciliario precoz, así como la implementación temprana de medidas como la ventilación cruzada de ambientes y el uso de barbijos para minimizar la exposición de los convivientes.
En cuanto a las estrategias de vacunación, observan que para disminuir la posibilidad de contagio intrahogar sería conveniente vacunar a todos los que viven con personas pertenecientes a grupos de riesgo. Y también destacan que, antes que reforzar con una tercera dosis a la población de riesgo, estas observaciones sugieren la necesidad de avanzar cuanto antes hacia la vacunación de toda la población, incluyendo sobre todo a niños y adolescentes, que se contagian y contagian, aun sin síntomas.
Son coautores del informe Paula Abufager, Andrés Alloatti, Julieta Barchiesi, Mariana Bergonzi, Florencia Blazquez, Lucas de Candia, Daniela Cattaneo, Ana Laura Cavatorta, Analía Chumpitaz, Pamela Cribb, María Marta Ibañez, Milena Marro, Lucía Papa, Natalia Santucci, Pablo Tomatis y Silvina Villar con la colaboración de Miguel Pedrola, y los ingenieros Tomás Baima y Florencia Bagilet.