Tiene 34 años, tuvo COVID y advierte que los jóvenes “también la pasan mal”

Román Mocciaro hizo deporte toda su vida pero dice que el virus “lo demolió”. Lo peor fue pensar que había contagiado a su padre, paciente de riesgo. En Santa Fe la franja 15-45 representa el 60% de los casos.

23 de septiembre, 2020 | 17.40

“La pasé muy mal durante varios días, con mucho dolor. Pero lo peor fue la culpa que sentí por haber estado con mi viejo, que es paciente de riesgo y se podía morir si se contagiaba”, dice Román Mocciaro, un joven rosarino que tuvo Covid-19 por no respetar las directivas de las autoridades sanitarias, y ahora cuenta su historia para concientizar a otros.

Bajo la falsa creencia de que no hay riesgo, los jóvenes en Santa Fe se están contagiando cada vez más. Quizás cansados luego de seis meses de diversas fases de aislamiento, pero justo en el peor momento de circulación comunitaria, comenzaron a desobedecer las recomendaciones y a relajar no solo los cuidados, sino también a violar los decretos que prohíben las reuniones afectivas.

De este modo, y con el sistema sanitario al límite, los jóvenes ocupan hoy el 60,6% de la cantidad de positivos por Covid.19 en el territorio santafesino. En los números aportados por el Ministerio de Salud al día de la fecha, la franja etaria que va de los 15 a los 45 años representa 16.713 casos sobre un total de 27.606 que se produjeron desde la llegada de la pandemia.

Según la Organización Mundial de la Salud, en el 80% de los casos el infectado atraviesa la enfermedad con síntomas leves, el 15% necesita internación general y solo el 5% termina en terapia intensiva. La estadística es para todas las edades, y naturalmente los jóvenes requieren internación menos a menudo que los mayores, pero por esta misma razón, se contagian más.

En Santa Fe sólo hubo un joven sin comorbilidades que falleció por coronavirus. Tenía 24 años y murió en el Hospital Eva Perón de Granadero Baigorria, tras ingresar con una fuerte neumonía. Las autoridades dijeron que se trata de un caso atípico, ya que en los jóvenes suele manifestarse como una gripe fuerte, aunque hay un 1% que puede evolucionar de mala manera.

Demolido

Pero los jóvenes, aun los que no llegan a internación, también la pasan mal al enfermarse. Román Mocciaro, 34 años, se infectó de Covid-19 en una reunión social en su casa de Baigorria, una localidad vecina a Rosario. Joven, sano y deportista, contó que la enfermedad “lo demolió”, aunque admite que lo peor fue no saber si había contagiado a sus familiares de riesgo.

Román siempre hizo deporte, y hasta el día de la fecha se mantiene activo. Fútbol, natación, boxeo, canotaje, es de esas personas que siempre están haciendo alguna actividad física. Su sistema inmunológico, según cuenta, es óptimo: “Nunca me agarré anginas ni gripe”. Y sin embargo el Covid lo golpeó duro y lo dejó tres días en cama sin poder moverse.

Todo empezó hace un mes. Si bien la cuarentena era más flexible, no cumpliendo con lo que se indicaba, Román y su novia se juntaron a comer un asado con parejas amigas, sin respetar la distancia ni usar el barbijo. A los dos días, una de las chicas que había estado presente comentó que tenía síntomas. Luego un hisopado confirmaría el positivo. Y allí comenzaron a asustarse.

 

“Mi compañera está embarazada de 8 meses, por lo que fue algo que levantó las alertas”, reconoce Mocciaro. Se aislaron, tomaron todas las precauciones y quedaron a la expectativa. Dos días después empezaron con síntomas: malestar estomacal y tos. Pasadas otras 48 horas apareció el dolor de cabeza. Su pareja perdió el sentido del gusto y el olfato. Y la sospecha se hizo certeza.

Casi convencidos de tener Covid, llamaron al 0-800 de la provincia y los hisoparon. Para cuando llegó el resultado positivo ya estaban seguros, porque tenían síntomas graves. “Hubo tres días que fueron letales. Fiebre, mucho dolor de cuerpo y cansancio. Estuve tirado en la cama sin poder levantarme. Te liquida. Estás sin energía, como si te hubiesen molido a palos”, describe Román.

Por un lado, dice que se asustó porque nunca se enferma. “Jamás tuve una gripe ni una angina. No pasé nada así en 34 años”, asegura. Pero lo peor fue el sentimiento de culpa por pensar que podía haber contagiado a su padre, al haberlo visitado justo en la ventana entre que tuvo contacto estrecho con la mujer que lo contagió y el momento en el que él mismo comenzó con síntomas.

“Mi viejo es una persona mayor, cardíaco. Por suerte él no se había sacado el barbijo y respetamos la distancia, no nos aproximamos para saludarlos y él zafó. Pero pensar que lo complicaba a mi papá fue una de las peores cosas que me golpearon. Estuve contando los días porque tenía miedo. Esperé lo peor”, reconoce Mocciaro.

En cuanto al trabajo -es empleado de comercio- la presencia de protocolos evitó que contagie a nadie más. “Tomamos recaudos. Hay un mate parta cada uno, barbijo por la atención al público, y usamos alcohol constantemente. Mis compañeros se hicieron el hisopado y todos dieron negativo”, detalló.

Por ello, destacó que es importante “hacer todo como dice la ley”. “Yo no cumplí y caí en Covid. Es muy difícil que la gente no sepa donde se contagió. Porque nadie se contagia en el supermercado. Nos contagiamos por hacer las cosas mal”, finalizó.