Santa Fe: entre la apertura del aislamiento y la presión social

Algunos sectores empujan para que se relajen las restricciones, pero en Rosario y la capital solo se liberaron las mudanzas. Comercio, construcción, profesiones liberales y peluquerías deberán esperar.

07 de mayo, 2020 | 16.45

Es paradójico, pero el éxito de la cuarentena provoca la aparición de más gente con ganas de romperla. En una provincia que solo registra tres fallecidos y dos casos en los últimos 9 días, con 11 días sin que se detecten positivos en Rosario y 27 en la capital provincial, los ánimos de comerciantes y otros rubros golpeados por la paralización se empezaron a caldear esta semana.

"Va a haber apertura, porque hay mucha presión de algunos sectores", comentaba una fuente provincial cercana al gobernador Omar Perotti. El miércoles comenzaron a aflojarse las restricciones en diversos rubros como comercio, fletes, construcción, peluquerías, y obras particulares en las localidades de menor tamaño del interior santafesino. 

En tanto, este jueves se conoció la respuesta de Jefatura de Gabinete para los conglomerados de más de 500 mil habitantes que necesitan autorización nacional para flexibilizar actividades. Por el momento, solo se liberaron mudanzas e inmobiliarias, aunque también se había pedido habilitar la construcción. No se concedió. Las otras actividades probablemente la obtengan a partir del lunes próximo, luego de que el presidente Alberto Fernández informe cómo será la próxima etapa de la cuarentena.

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La pirámide

El trasfondo político hay que leerlo en el ánimo social que va creciendo, porque una parte importante de la población no tiene más recursos, y reclama trabajar. Una buena cuarentena debe hacer un delicado equilibrio para contar con la legitimación de la población: así como una medida muy laxa puede ser considerada irresponsable, como en Brasil, una muy estricta y que se extienda demasiado en el tiempo puede despertar desobediencia que no puede ser abordada solo con el aparato punitivo estatal, si se quiere conservar la paz social.

Conciente de ello, Alberto delega responsabilidad en los gobernadores, y estos la descargan, repartida, en los intendentes. Pero los mandatarios locales son la primera cara del mostrador, y los que están más cerca del escupitajo. Por eso, se mueven con cautela y esquivan el bulto, lo que ya despertó ciertos miramientos en la Casa Gris.

“(Pablo) Javkin promete cosas que no sabe si va a poder cumplir, porque él es intendente y además de un gran conglomerado como Rosario. Va prometiendo cosas para quedar bien y le echa la culpa a Omar y Alberto”, se quejaban desde el entorno del rafaelino.

Es que en la ciudad de Santa Fe, los comerciantes están muy envalentonados, y aseguran que van a abrir sí o sí el 11 de mayo, haya o no extensión de la cuarentena. En Rosario, por el momento, están un poco más tranquilos. Pero no son los únicos que tienen voz.

El martes, en la localidad de Esperanza (50 mil habitantes y bastión ruralista) unos 200 dueños de locales desafiaron el aislamiento obligatorio para manifestarse frente a la Municipalidad pidiendo volver a abrirlos, y en Rafaela hubo protestas de vecinos con bocinazos en la calle. Horas después, Perotti anunció la apertura del comercio en toda la provincia, a excepción de los grandes conglomerados.

El control

“La gente no tiene ingresos, no puede pagar más nada, pero el tema es que si te agarra una ola de contagio te manda para atrás cinco casilleros”, comenta nuestro hombre de la mesa chica de Perotti. Y agrega que cuando suceda la relajación de algunas actividades, los intendentes van a tener más obligaciones de fiscalización: “No quieren recibir insultos, entonces que asuman las responsabilidades de control”, advierten desde la provincia.

En cuanto a los rubros seleccionados para empezar a moverse, en 301 comunas y 35 ciudades santafesinas por fuera de los conglomerados, a partir de este miércoles se le dio luz verde al comercio minorista, algunas profesiones liberales, mudanzas, peluqueros, manicuras, pedicuras, y obras particulares hasta 5 obreros.

Habrá conversaciones constantes con las autoridades, y un estricto seguimiento epidemiológico. Todos los rubros y empresas deben hacer los trámites correspondientes para gestionar los permisos, tener aprobados sus protocolos y presentar declaraciones juradas

En tanto, para los conglomerados urbanos del Gran Rosario y el Gran Santa Fe, se está analizando abrir esas mismas actividades, pero la mayoría deberá esperar. Por el momento, este jueves se habilitaron las mudanzas y las inmobiliarias, y el resto de los rubros podrían implementarse el lunes.

La idea, según allegados a Javkin, es organizar actividades por bloques horarios, sin descuidar la cuestión sanitaria y evitando la saturación del transporte público, uno de los mayores temores de las autoridades. Para lograr ese objetivo, se adelantaría el horario bancario unas horas, del actual 10 a 15 a un segmento de 8 a 13. Por la mañana también atenderían las oficinas de profesiones liberales, quizás con un sistema de turnos.

Por la tarde, con una ventana temporal en el medio para descomprimir la densidad de gente en el centro, podrían abrir los negocios minoristas, las inmobiliarias, y trabajarían los fletes, obras de construcción y rubros complementarios (vidrieros, electricistas, herreros, carpinteros y plomeros).

El fin de semana se espera con ansias la conferencia presidencial que delineará la nueva etapa de la cuarentena, para ver cómo será el nuevo esquema en las grandes urbes. Lo cierto es que han empezado algunos atisbos de rebelión, y el Estado deberá ser muy inteligente para contenerlos.

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