Matcheo y fiestas online: la seducción en tiempos de cuarentena

Las nuevas dinámicas que adquirieron las aplicaciones de matcheo y las fiestas online. 

02 de agosto, 2020 | 00.05

Como es sabido, el confinamiento impactó de lleno en la vida social de las personas. Las salidas a tomar algo, los cumpleaños, las reuniones con amigxs, y las fiestas tuvieron que acotarse a encuentros por zoom, Meet y videollamadas.

Uno de los efectos colaterales es, a primera vista, la dificultad para conocer nuevas personas. Sin embargo, esta pausa que nos hace tomar la cuarentena genera también nuevos usos o nuevas dinámicas en lo que son las herramientas de comunicación para gestionar cuestiones tan privadas como la atracción o el deseo.

La forma de conocer personas a través de la virtualidad es algo que ya venía ocurriendo antes de decretarse el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio.  Aplicaciones como Tinder o Happen, que se utilizan para generar encuentros entre personas que de antemano no se conocen, pertenecen a la nueva y denominada “industria emocional”, muy pujante y con un giro interesante en esta coyuntura.

Según detalló la empresa en su comunicado, desde el inicio de la pandemia la actividad entre los usuarios de Tinder, sobre todo los que tienen menos de 30 años, se incrementó en todas las plataformas y a lo largo de todo el mundo.

“La cosa pinta relativamente bien para esta industria de las emociones o para estas herramientas. En el caso de Tinder, el 29 de marzo de 2020, en plena pandemia, se realizaron más de 3 billones de Swypes, es decir, de deslizamientos en perfiles. En un solo día batió su propio récord desde que fue lanzada”, aseguró Florencia Pavoni, docente y comunicadora social que realizó sus tesis sobre el funcionamiento de Tinder y Happn.

Además, según fuentes oficiales de la misma empresa, desde el confinamiento en varios países del mundo las conversaciones de los usuarios están siendo más largas y de mayor intensidad.

Para adaptarse y sacar provecho de esta situación, estas aplicaciones ya están en vías de incorporar nuevas herramientas que suplanten la interacción cara a cara como, por ejemplo, llamadas virtuales. Una funcionalidad que no había sido prioritaria para Tinder ni para Happen.

Más allá de la cuarentena o no, esta nueva dinámica llegó (hace unos años) para quedarse. En ese sentido, para la especialista, esto es consecuencia de “la voluntad que tenemos como sujetos modernos de delegar en aplicaciones, en la tecnología y en la técnica cuestiones tan intensas o tan íntimas como es la atracción, el encuentro, y el deseo respecto de los otros”.

“Me parece interesante pensar qué va a ser de nosotros o qué es de nosotros y por qué delegamos a este tipo de aplicaciones algo tan importante como es el encuentro. Qué pasa en nuestra configuración emocional como para confiarle nuestros datos y presentaciones a redes sociales que no escribimos no manejamos y de las cuales, por supuesto, no somos dueños”.

Pero las aplicaciones no son para todo el mundo, es sabido. Y, más allá de las ganas de conocer a otrxs, existen las propias necesidades de recreación o simplemente ganas de volver a tener una fiesta y bailar.

Investigando este terreno fue que en el mes de marzo, ni bien arrancó la cuarentena, un grupo de amigos emprendió el desafío de organizar fiestas por Zoom a las que llamaron “SePicall” que se realizan los jueves y sábados a la noche.

“Nos dedicamos a hacer proyectos digitales más que a otra cosa, pero nos gusta mucho la fiesta”, reconoció Mariano Legname, uno de los organizadores junto a Gia Castello, Gino Cingolani Trucco y Juliana "Prinse" Planas.

Con DJ’s invitados y cuenta Premium de Zoom incluida, empezaron a invitar a personas conocidas. “La primera vez nos sorprendió por la cantidad de gente que había y la sensación de haber salido la noche anterior”, reconoció Mariano.

En cuanto a la modalidad, la onda es que las personas “desempolven” la ropa que tienen guardada para salir de noche, se armen su trago favorito y se hagan espacio para bailar y “perrear” en sus casas.

“Se notaba y se nota que hay una ansiedad por bailar y ver cuerpos. Detectamos también que había mucha calentura. Nosotros podríamos haber elegido otro género que no fuera el reggeaton, pero justo es uno en el cual el cuerpo se pone muy en juego y estamos en un contexto en el cual eso es justamente lo que no podes compartir con otras personas: tu cuerpo, tu presencia”, describió Mariano.

En una noche pasan entre 300 y 400 personas por la SePicall. Y el momento pico, entre las 12 y las 3 Am, el promedio de gente en simultáneo es de 150 personas. Sin embargo hay bastante rotación porque el evento dura desde las 11 de la noche hasta las cinco y media de la mañana. Ya van 29 ediciones y a fines de mayo incorporaron un link de Mercado Pago para aportes voluntarios.

“Nos pasó que la gente venía y registrábamos que muchos estaban beboteandose y nos dábamos cuenta de que se mandaban privados o que estaban bailando entre dos”, detalló.

Las instrucciones son que se prendan las cámaras y se apaguen los micrófonos están apagados. La idea es que la interacción que se de por el baile o por el chat que tiene Zoom. “Somos muy cuidadosos de las reglas de la comunidad que impusimos que, básicamente, son: cuida tu identidad y si no te responde los mensajes privados no insistas. Como la pista puede estar siendo grabada o retransmitida por alguien, sugerimos ponerse una máscara o cambiar el nombre en la videollamada para quienes no quieran exponerse. Y si alguien está molestando nos tienen que reportar a los anfitriones para que abordemos la situación y la resolvamos”, puntualizó Mariano.

Y continuó: “Hay muchas secuencias de levante que obviamente no están expuestas, pero se hacen notorias. Hay una función en Zoom que se llama ‘Fijar Video’, que te permite ver una persona grande respecto del resto sin que nadie se entere. Nosotros incitamos bastante que la gente use el formato de ‘vista de galería’, es decir, que se vean todos bailar a la vez. Pero cuando conoces a alguien y consensuas bailar, la dinámica que se da es que la gente se invita a bailar, fijan el video e interactuan bailando. Nos enteramos de mucha gente que se ha conocido en la fiesta y se ha ‘encontrado’ después”.

Y agregó: “A medida que avanzamos, empezamos a pensar que hay gente que ni en pedo podría ir a un boliche porque está en una silla de ruedas, por ejemplo, o porque no se siente cómodo con su aspecto. Nos cuidamos mucho de no ser capacitistas. Vemos que por esta red hay muchas personas liberadas delante de la cámara, exponiéndose, bailando, que siente más cuidado en un espacio virtual por la distancia o porque la mirada del otro no es tan fuerte”.

 “Creo que uno de los méritos es que conseguimos es una comunidad muy sana. Tenemos muy cuidado el espacio y tratamos de siempre comunicarnos no desde la restricción del ‘no se zarpen’, sino desde el amor. ‘Estamos en un contexto de mierda. Juntemonos para compartir buena onda’”, concluyó.