Avanza la segunda ola del COVID-19 en la Argentina y las unidades de terapia intensiva del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) siguen colapsadas. El último relevamiento de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) reveló que en las unidades de terapia intensivas privadas y públicas de Buenos Aires y CABA la ocupación de camas fue superior al 90%. Cada faltante de cama, cada insumo sin repuesto y cada profesional ausente se traduce en pacientes con riesgo de vida que no pueden ser asistidos. El Destape dialogó con pacientes recuperados y familiares de víctimas de esta enfermedad.
María Jimena Monsalve es jueza y presidenta de la Asociación Argentina de la Justicia de Ejecución Penal y hasta hoy sigue peleando contra la neumonía. La magistrada contó su historia en su cuenta de Twitter desde un sanatorio de CABA donde durante 15 horas estuvo esperando una derivación. "Soy asmática, estoy sentada en una silla destruida. No hay camas", expresaba desolada en abril pasado. "Esto es vida o muerte", advertía.
A Roberto, 61 años y de riesgo, no lo quisieron internar en la Clínica Bernal de Quilmes cuando su temperatura corporal llegaba a las 40 grados. "Está insolado", le dijeron en la guardia, pero ni un paño con agua fría calmaba su dolor. Después de casi una semana sin recibir asistencia y una fiebre que no cesaba, la clínica que le correspondía por su obra social todavía no lo quería asistir. "Tuvimos que movernos con mi familia y llegamos a un hospital de Solano donde finalmente lo recibieron y le diagnosticaron lo que todos creíamos: neumonía bilateral, tenía los dos pulmones tomados. Estuvo casi nueve días internados y los médicos nos dijeron que se salvó de milagro", detalla a El Destape Mónica, la esposa de Roberto, quien agradeció al hospital público bonaerense que atendió a su marido.
A Jimena y Roberto se suma el caso de Sebastián, quien también fue diagnosticado con neumonía bilateral. El joven de 42 años estuvo una hora y media desparramado en el piso de una clínica privada esperando una cama mientras la saturación de oxígeno le daba 80 y a punto de sufrir una trombosis. "Llamé a emergencias y les dije que estaba saturando 80 pero me dijeron que no era necesaria la internación, pero yo no daba más, así que mi compañera me sube al auto y me lleva al sanatorio, ahí tuve que esperar una hora y media y tampoco que querían internar. Finalmente, me ingresaron y tenía neumonía bilateral por COVID-19", detalló Sebastián a este medio.
El informe del SATI en el AMBA, detalla, puntualmente, que se registró una tasa de ocupación del 93%, en el Conurbano 94% y en la CABA 91%. La ocupación por COVID-19 fue del 70%, con un uso de ventilación mecánica del 82%. El 65% de las Instituciones no presentó camas disponibles.
Terapias colapsadas, cuando la cama no llega
A diferencia de ellos, Jorge murió por esta enfermedad. Su esposa, Claudia, lucha para mantener la familia que quedó sin su padre y principal fuente de ingresos. El hombre de 60 años, vendedor ambulante de churros, llegó con síntomas avanzados de COVID-19 a la guardia del Hospital Argerich cuando no había camas disponibles de terapia intensiva. Su esposa cuenta que estaba padeciendo fuertes dolores de pecho, dificultad para respirar y no saturaba normal. Según la mujer, ante la falta de camas, a Jorge lo ubicaron en una silla de un box con una máscara de oxígeno mientras esperaban el resultado del hisopado y una plata de tórax que finalmente fue lo que sabían pero no querían escuchar: neumonía bilateral.
Por la saturación del sistema de salud son casi un tercio de las instituciones las que atienden a pacientes ventilados por fuera de las unidades de terapia intensiva: 15% en guardia, 12% en UCO, 8% en sala general y 3% en UTIs pediátricas. Jorge no recibió la atención indicada y recién después de 72 horas lo pudieron trasladar de urgencia al sector de terapia intensiva del hospital. “Ingresó a la UTI, de inmediato lo sedaron e intubaron para conectarlo al respirador. Su estado era crítico. A la semana falleció por una falla cardiorrespiratoria”, detalla Claudia que ahora necesita ayuda para seguir manteniendo a sus hijos.
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Sobre su caso, el Ministerio de Salud de la Ciudad envió un comunicado: “Jorge Agüero ingresó a la guardia del Hospital Argerich el 21 de abril con síntomas compatibles con el COVID-19. En consecuencia, se le realizó test PCR y permaneció internado a la espera del resultado. Al día siguiente se confirmó el diagnóstico de coronavirus por lo que continuó internado en el área del hospital destinada a la atención de pacientes contagiados”. Asimismo, la cartera que dirige Fernán Quirós completa que “en el lugar se le brindó todos los cuidados correspondientes bajo el monitoreo constante del personal de salud -sigue diciendo el comunicado oficial-". Y cierra: "El 23 de abril, frente a una evolución desfavorable, el equipo médico resolvió su traslado a la Unidad de Terapia Intensiva. Desde ese momento recibió asistencia respiratoria mecánica y todos los tratamientos oportunos. Lamentablemente, a pesar del esfuerzo de los profesionales de la salud, (el paciente) falleció”.
Es así como el colapso sanitario por la pandemia del COVID-19 demostró que no discrimina por edades, patologías previas, cobertura médica o posición económica porque cuando no hay camas ni insumos ni profesionales corre el riesgo la vida de todos. "No importa el color político, esto es vida o muerte. Ahogarte o respirar. Volver a ver a tus hijos", expresaba la jueza Monsalve.