Desprotegidos y vulnerables, el trabajo de los "deliverys" en tiempo de coronavirus

Las empresas no entregan los elementos sanitarios necesarios. O lo hacen a cuenta gotas. Muchos salen sin ART y sin obra social en medio de una pandemia que azota al mundo.

02 de mayo, 2020 | 11.26

Son las nueve de la noche. Las calles están vacías, pero desde los balcones la gente aplaude a médicos, fuerzas federales y a todo el personal de salud que lucha contra la pandemia. Es la hora de cenar. Algunos cocinan y otros tantos, como siempre, piden delivery. Un chico o una chica con una caja grandota roja, amarilla o verde trae la comida. Casco, un tapaboca casero y, quizás, algunos guantes. Todos elementos de ellos.

Marcos tiene 47 años. Es padre de familia y tiene una nena de siete. Trabaja desde hace un largo tiempo como repartidor para una de las aplicaciones. Se levanta temprano, prende el celular y sale a entregar pedidos. Primero, por supuesto, sale a buscarlos a que le llegue la orden de algún lado para entregar comida o cualquier cosa que otros necesiten. Los locales empezaron a funcionar con el correr de la aislamiento, los restaurantes se acomodaron y empezaron a hacer entregas a domicilio. Eso generó que haya un poco más de movimiento en la calle, pero también subió el temor. “La verdad que tengo miedo. Cuando nos toca en una hora pico entregar comida somos muchos esperando. No digo que estemos hacinados, pero estamos todos juntos, a veces no se es claro y estamos todos juntos. No hay un protocolo”, cuenta a El Destape.

Hasta el 1° de mayo había 4500 casos de COVID-19 en el país. En Capital Federal son más de mil. Los números crecen y, en el medio, las normas de seguridad sanitaria para estar protegidos contra el coronavirus se intensificaron. En general, por disposición empresarial, pero esto no parece haber llegado a las empresas de plataforma. Los riders se cuidan por voluntad propia. Marcos fue uno de los pocos al que le llegó algo de protección: “En la empresa nos repartieron, si. Un poco de alcohol en gel, dos barbijos que no son lavables y unos guantes. Pero todo esto dura cuatro días, no mucho más. Es para poder cubrirse ellos”.

En la calle todavía se puede ver deliverys que no usan tapaboca ni barbijos. No es uniforme. El protocolo no es claro. Hace dos semanas, por este tema, hubo una multitudinaria protesta. En el país, si se toma a Cabify y a Uber, hay 160 mil trabajadores de plataformas. Casi un 40% de esos son trabajadores de reparto. Aunque haya políticas distintas dentro de las empresas, solo una pequeña porción cuenta con ART. La mayoría posee un seguro precario, no tienen obra social y ni siquiera están bajo relación de dependencia. Son monotributistas o, como ocurre en su gran mayoría, no están registrados de ninguna manera.

La precarizacón los pone en peligro. La entrega de elementos de seguridad de Rappi, Pedidos Ya y Clovo es, como mínimo, incompleta. Gonzalo Ottaviano responsable de Encuadramiento e inspecciones de ASSIM, la Asociación Sindical de Motociclista Mensajeros y Servicios cuenta a El Destape: “No entregan mucho, el otro día apareció un auto en Palermo, todo muy marketinero, que supuestamente era de Glovo, repartió un par de barbijos, alcoholes en gel y un par de fotitos. Nada más.”

Otra de las grandes de plataformas ni siquiera salió a la calle a entregar elementos sanitarios para sus trabajadores o -como le dicen ellos- sus colaboradores. Sino que mandó un mensaje por su plataforma. Con un texto escueto y con un par de palabras de cercanía, les enseñaba en un par pasos a hacer sus propios equipos sanitarios. Un "hágalo usted mismo" versión tapaboca. “Nada bien cuidado, nada sistemático, no hay un plan de acción”, agrega Ottaviano.

La desprotección sanitaria de los trabajadores se suma a la que habitualmente ya tienen por estar en la calle. En abril se registraron dos muertes de repartidores en pleno aislamiento social. Ambos fueron atropellados. El último de ellos fue Franco Almada, de 19 años, que estaba entregando un pedido en Bernal.

 

Cada trabajador de Rappi, Pedidos Ya, Glovo y Uber Eats tenía la potestad de salir a la calle por haber sido considerados esenciales. Tenían vía libre para circular con un permiso especial. Sin embargo, la esencialidad de su trabajo no solo los hace llevar alimentos o producto de primera necesidad. “Nos piden de todo, desde puchos hasta un par de botellas de cerveza. Eso no es tan esencial, pero salimos”, cuenta Marcos a este medio.

 

La cantidad de pedidos sigue a un ritmo habitual. Similar al que había previo a la cuarentena. Sin embargo, al principio del aislamiento el trabajo era mayor. No solo porque la gente pedía, sino porque era imposible para muchos tramitar el permiso para salir a la calle. Pedidos Ya, que es el único que tiene a algunos trabajadores en relación de dependencia, descontó del presentismo a todos los que no pudieron tramitar el permiso. El resto de las plataformas bajó puntos a los que no salían.

La problemática se extendió aun más. Un detalle llamativo en medio de la precarización laboral que tienen los repartidores de comida es que decenas de riders son extranjeros (Colombianos y venezolanos) que en su gran mayoría no podían circular. Son chicos que tienen el DNI en trámite y para poder sacar el permiso se necesitaba el número completo. Muchos tienen el DNI precario, o recién ingresaron al país recientemente y no podían acceder al papel. Muchos no podían trabajar y varios lamentablemente lo hicieron igual. Sin ninguna protección.