En pocos días, tres enfermeros entrerrianos murieron con patologías asociadas a coronavirus en Paraná, Entre Ríos. Las muertes, que ocasionaron hondo pesar y tristeza en la comunidad médica de la provincia, pusieron de relieve nuevamente una situación que pareciera muchas veces obviarse: hay agentes sanitarios que están dejando, literalmente su vida en la lucha contra la pandemia. Pero desnudó, por otro lado, una de las grandes falencias del sistema sanitario: la necesidad de trabajar como sea, en cualquier contexto y pese a los riesgos, para poder cobrar un sueldo que muchas veces es insuficiente.
El primero de los decesos fue el de un hombre de 39 años, oriundo de María Grande –departamento Paraná- que se cumplía funciones en el Hospital Castilla Mira de Viale. Se llamaba Daniel Orellana y su muerte se conoció el sábado 3 de octubre. Estaba internado en la capital, con una neumonía que se agravó por COVID-19 y no pudo superar el cuadro.
“Nos impactó muchísimo. Hacía más de 10 años que Daniel trabajaba con nosotros, vivimos distintos momentos, de alegría y también de tristeza y dolor. El personal es muy unido, cuando uno pasa tanto tiempo en esto se conforma una segunda familia” indicó a El Destape, Patricia Acosta, jefa de Enfermería del Hospital Castilla Mira.
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La agente señaló además que nunca imaginaron que el cuadro de Orellana podría complicarse tanto: “Él no tenía patologías de base, era un muchacho joven y estaba bien de salud. Pensamos que, por eso, iba a salir adelante rápidamente. Dejó un dolor muy grande, porque veíamos que pasaba en otros lugares pero no creímos que nos pudiera tocar a uno de nosotros”.
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Verónica, la pareja de Orellana, también trabaja en el hospital. Esta semana, luego de lo sucedido, retornó al trabajo: “Duele muchísimo de por sí la pérdida de un compañero, no queremos imaginarnos lo que ha de ser perder un familiar o un compañero de vida, como en este caso”.
Acosta resaltó, para finalizar, que observan con preocupación el comportamiento de un sector de la sociedad: “Nos cuesta mucho entender por qué la gente no se preocupa ni hace caso a lo que se le pide. Vemos aglomeraciones, reuniones sociales, familiares. Hay mucha irresponsabilidad”.
Desde el Ministerio de Salud, en nombre de su titular Sonia Velázquez, se emitió un comunicado a través de las redes sociales el sábado a la tarde: “Queremos transmitir nuestro profundo pesar ante la desaparición física de Daniel Orellana, enfermero del Hospital Castilla Mira de Viale, que falleciera esta mañana en la ciudad de Paraná. Asimismo, queremos hacer llegar las condolencias a su familia así como el acompañamiento y fortaleza para todo el equipo de salud del establecimiento sanitario haciéndolo incluso extensivo para todo el colectivo de enfermería de la provincia”.
Pocos días después, falleció en Paraná, Julia González Ávila, una enfermera 56 años, madre de tres hijos y trabajadora del área de Traumatología del Hospital San Martín. Se desempeñaba en el nosocomio desde 2002 y su cuadro, luego de detectarse fue empeorando. De una sala común pasó a Terapia Intensiva, donde estuvo con respirador y finalmente murió.
“Es menester la aclaración, para este y el resto de los medios que se hicieron eco del injusto fallecimiento de mi mamá, ella se encontraba trabajando en plena pandemia a pesar de ser paciente de alto riesgo porque desde el hospital le negaron la licencia especial”, posteó en sus redes sociales la hija de la fallecida. Consultada por El Destape por si tenía voluntad de dialogar al respecto, prefirió refugiarse en el dolor, en silencio. Según pudo confirmar este medio, efectivamente González tenía un cuadro respiratorio que la hacía paciente de riesgo, además de ser hipertensa. Buscó tomarse licencia, pero se la negaron.
Fuentes del Hospital San Martín confirmaron, además, una cruda realidad con aquellos agentes que acceden a una licencia: el recorte salarial como consecuencia del no cobro de una serie de ítems, que significa una merma de ingresos importante. Si una enfermera como González se tomaba licencia le aplicaban descuentos que representaban prácticamente un tercio de su salario. Si ella faltaba a su puesto se le descontaba: un código denominado “riesgo” –pagado por trabajar en el área de Salud-; “Horario típico” –por desempeñarse fines de semana en horarios rotativos-; el presentismo; el arancel –que se cobra en negro- proporcional de lo que retienen a obras sociales y hasta el bono especial determinado por Nación para empleados del sector. De esa manera, de los $43 mil mensuales que cobra un trabajador sanitario en promedio, su sueldo hubiera caído a los $30 mil.
“Si bien los enfermeros y el personal de salud estamos preparados para este tipo de cosas, no esperábamos que ocurriera una fatalidad como esta. Todos los días aunamos fuerzas para seguir, nos apoyamos uno en el otro. Pero no estábamos preparados para esto. Nos golpea mucho y seguramente nos costará sobreponernos”, resaltó Patricia Sanabria, supervisora de Atención Primaria del departamento de Enfermería del Hospital San Martín.
En contacto con medios locales, la trabajadora del nosocomio subrayó: “Pese a que nos quedan pocas energías, ponemos lo mejor de nosotros. Es un momento feliz cuando una persona se repone y muy triste cuando se pierde una vida. Todos los días trabajamos internamente para sobrellevar esto. Pensábamos que iban a ser algunos meses, pero ahora no sabemos cuándo va a terminar”.
El sábado 10 de octubre se conoció un tercer deceso asociado a coronavirus en una agente de salud. María Liliana Rodríguez, quien se desempeñaba como enfermera en el Área de Terapia Intensiva de la Clínica Modelo de Paraná, murió luego de contraer la enfermedad. Tenía 56 años y más de 25 trabajando para la institución.
El directorio del efector transmitió su dolor a través de un breve comunicado: "Lamentamos profundamente esta inmensa pérdida, por sus virtudes personales y profesionales demostradas bajo el techo de Clínica Modelo durante más de 25 años. Difícil de explicar esta situación inédita que transita la humanidad por este nuevo virus que tanto daño y pérdidas de vidas humanas está generando y mucho más aún, para quienes integramos el grupo destinado a recuperar la salud de la población. Liliana, estarás por siempre en nuestro recuerdo"
Viviana Rivero es enfermera del Hospital San Roque e integrante de la Comisión Directiva Provincial de la Asociación de Trabajadores del Estado –ATE-. En contacto con El Destape, indicó: “Nos lleva a la reflexión de si estas muertes pudieron ser evitadas. Julia era personal de riesgo, debería haber estado con licencia y no accedió por el impacto económico que sufría por los descuentos. Estas muertes, a veces, son también un descuido por parte del Estado”.
La dirigente apuntó que, en ocasiones, funcionarios resaltaron que los trabajadores de salud no se contagiaban trabajando: “Causa indignación. No han pensado que quienes están trabajando con recargos horarios, cansados y desgastados, puede llevar a cometer errores a la hora de cuidarse. Es un virus altamente contagioso y hay que tener los sentidos bien despiertos a la hora de cuidarse”. “El Estado debería considerar que el sector de enfermería tiene salarios de hambre. No nos pagan el título y no nos pagan horas extras. Hay mucho por hacer y mucho por cambiar”, finalizó la enfermera.
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