El COVID-19 dejó fuertes imágenes de horror en todo el mundo. Desde la enorme cantidad de casos hasta el más de millón de muertes. Los ojos de la humanidad están puestos en la futura vacuna y en sus resultados positivos. Para ello, además de los científicos que la desarrollan, hubo un gran grupo de personas que se atrevió a dar un primer paso haca lo desconocido pero que, a su vez, permiten dar un salto en la búsqueda de una respuesta a la tragedia. Los voluntarios de la vacuna se animan a poner el cuerpo y creer en la ciencia para desterrar al virus.
Para la vacuna que probó Pfizer en Argentina se anotaron más de 15 mil personas. Todos ellos con el deseo de ayudar, en la medida de lo posible, a la ciencia a desarrollar el remedio contra la enfermedad que produce estragos. El contacto fue rápido. En total, después de la selección, más de cuatro mil personas fueron hasta el Hospital Militar a vacunarse. La mitad fueron placebos, la otra mitad con la sustancia.
La confianza en la ciencia es el motor principal. Rodrigo, por ejemplo, ronda los veinticinco años y, en charla con El Destape, contó que su "decisión fue tomada porque creemos en la ciencia y cómo funciona". Con su hermano, los dos tienen la premisa principal de cuidar al otro. "Tenemos varios familiares que son grupo de riesgo, pero por suerte no hay nadie contagiado". Junto con una gran mayoría de personas, Rodrigo ya se aplicó las dos dosis de la vacuna de Pfizer y, ahora, espera su evolución. "Tuve cero síntomas, el mismo día quizás me dolió un poco el brazo, pero nada más. Supe que hubo gente que tuvo un poco de fiebre, pero nada. Fue todo muy leve". Los miedos y las dudas quedaron desterradas con el paso de los días.
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"También tenemos ganas de que termine todo esto. Lo queremos los dos", cuenta Rodrigo. "Esto" es la pandemia. El coronavirus en Argentina ya se llevó más de 24 mil personas y contagió a 900 mil. En el mundo los números son más graves. Europa ya tiene una segunda oleada y los expertos presumen que puede ser aun más trágica que la primera. Francia, por ejemplo, ya tiene 32 mil decesos. España, Alemania y Gran Bretaña ya vuelven a cerrar bares, ciudades y a dar marcha atrás con aperturas por temor al virus. También, en charla con este medio, Leyla, de 24 años, también fue voluntaria y vio el virus de cerca. "Tuve más cercanos contagiados de los que pensé que iba a tener. Este virus circula muy rápido y es peligroso".
Después del proceso de vacunación de la empresa estadounidense, apareció otra posibilidad. La otra sustancia, desarrollada por la empresa Sinopharm, bajo control del Gobierno chino también llegó al país. Más conocida como "la vacuna china", el proceso en Argentina estuvo canalizado por la Fundación Huésped, la actividad argentina incluyó la coordinación de más de 3 mil voluntarios argentinos y, por supuesto, contó con el aval del ANMAT para llevarse adelante.
A diferencia de la vacuna de Pfizer, las pruebas de esta sustancia comenzaron más tarde en el país. Incluso, algunas a mediados de octubre, todavía se desarrollan. La prueba sobre el fármaco se lleva adelante, además, en simultáneo con distintos estudios clínicos multicéntricos internacionales en Emiratos Árabes Unidos, Bahrain, Perú, Marruecos, Pakistán, Serbia y Jordania. En Argentina, la Fundación Huésped es el que organizó y los estudios. "Me anoté porque vi la convocatoria y fui de cabeza", contó Leyla que, además, agregó: "Poner el cuerpo, hacer un aporte. Me parece que también hay algo que podemos hacer por los demás".
"En ningún momento tuve miedo. Ni de que me sacaran sangre, ni nada. Si tuve ansiedad porque quería hacerlo rápido, pero nunca de los efectos. Yo confío plenamente en la ciencia y también está bueno disputar el sentido antivacuna que empezó a crecer en muchos", reflexiona Leyla que también finalizó: "Esto es ciencia y confiamos que vamos a salir pronto".
En medio de la pandemia que arrastró a miles de personas en el mundo y despertó un insólito movimiento contra la ciencia, los abanderados de la lucha contra el coronavirus no solo dependen de los científicos. También los voluntarios que creen en los desarrollos se entregan a la confianza del conocimiento y de las investigaciones que son la única forma de salir adelante.