Coronavirus en Argentina: Mitos y verdades sobre la explosión Ómicron

¿Con esta variante se termina la pandemia? ¿Los virus siempre evolucionan hacia una menor agresividad? ¿No infecta los pulmones? Un grupo de especialistas despeja la paja del trigo

02 de enero, 2022 | 00.05

Hace apenas dos meses, hubo quienes dijeron que la pandemia había terminado y proponían simplemente animarse a decirlo para que se hiciera realidad.  Pero lo que sucedió fue bastante diferente: en las últimas cuatro semanas se produjo un aumento del 1800% o más en los casos notificados y en pleno verano.

Las predicciones y afirmaciones encontradas fueron una constante a lo largo de la pandemia, y compitieron para atraer la atención del público, algunas con poca o ninguna evidencia.

La llegada de la nueva variante no podía ser la excepción y ya dio lugar a una serie de aseveraciones de dudosa validez. Aquí algunas de las que más se escuchan sometidas al análisis de un grupo de especialistas.

“Con Ómicron se termina la pandemia”

Todos queremos certezas tranquilizadoras, pero la biología no se lleva bien con los pronósticos tajantes. Y aunque hay indicios favorables, aún quedan preguntas sin respuesta, porque la evolución del virus es en gran medida imprevisible.  

Sin ser experto en epidemiología, el bioinformático de la Universidad Nacional de Córdoba e investigador del Conicet, Rodrigo Quiroga, subraya que no coincide para nada con esta afirmación. “Los virólogos más importantes consideran que vamos a tener una ola muy grande por Ómicron y lo más probable es que Delta no desaparezca, e incluso podríamos tener un brote complicado de Delta en el invierno –explica–. Se trata de una discusión técnica compleja y todavía es un incógnita [lo que puede suceder].  Por lo que estamos viendo, Ómicron o hace un pico muy alto y se extingue, o sigue circulando con Delta, pero esta última casi seguro va a continuar presente. Es difícil predecirlo, porque nos estamos basando en datos tempranos”.

“En este momento, vemos un claro aumento de infectados, algunos de los cuales son hospitalizados; en especial, aquellos no vacunados o con esquemas incompletos –explica Daniela Hozbor, investigadora principal del Conicet y especialista en vacunas del  Instituto de Biotecnología y Biología Molecular de La Plata–. Sin dudas, estar vacunados hace la diferencia. ¿Pero con las terceras dosis termina todo? No, nos hace pasar a una situación diferente. La letalidad es menor, pero va a haber hospitalizaciones, muertos… Lo que es cierto es que estamos en un momento en el que se redujeron los cuadros graves. Si se mantiene esta situación, lo que parece que hubiera terminado es la pandemia de las muertes. Gracias a las vacunas y a todo lo que aprendimos: cómo se transmite, cómo protegernos, cómo podemos evitar la infección”.

Para el biólogo molecular argentino Ernesto Resnik, residente en los Estados Unidos, “hoy es impensable que Ómicron sea el fin de la Covid-19, fundamentalmente porque aun si terminara predominando... ¡puede mutar de nuevo! Tenemos la circulación más alta de pandemia... ¿por qué no podría cambiar?”

Las vacunas hicieron que la nueva variante fuera menos letal

El químico analítico Roberto Etchenique, de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, coincide: “El hecho de que la inmunidad vacunal y/o de viejas infecciones baje la probabilidad de casos graves y muertes por Ómicron es fortuito. En cualquier momento puede aparecer una variante que no solo escape al efecto sobre la transmisión, sino que vaya un poco mas allá y neutralice la eficiencia de la vacuna en enfermedad grave.  Un ejemplo: una vacuna que se vuelve ‘solo’  50% efectiva sería aceptable por la OMS, pero significaría 100.000 muertos más. El hecho de que estas vacunas funcionaron tan bien, también es fortuito, podría no haber sido así. Mi opinión es que habrá pocas muertes, pero es solo opinión, todavía no tenemos datos claros, solo indicios fuertes”.

Pilar Fernández, investigadora argentina que trabaja en el Instituto de Salud Global Paul G. Allen, de la Universidad del Estado de Washington, en los Estados Unidos, también considera que es imposible afirmarlo con seguridad. “No tenemos la bola de cristal –destaca–. Podemos decir con mayor o menor certeza cuándo esperamos que baje este nuevo aumento por Ómicron, pero no sabemos si surgirá otra variante. Con alta circulación viral, aumenta la probabilidad de nuevas cepas y ‘derrame’ a reservorios animales. Lo que sí es cierto es que el grupo de susceptibles va bajando y eso va reduciendo la circulación… pero no podemos asegurar que no aparecerán otras que escapen parcialmente al sistema inmune. Creo que estamos en un momento bisagra y que vamos a hacer una transición a un escenario de endemicidad, con picos y brotes”.

“Los virus respiratorios evolucionan hacia formas más contagiosas, pero más leves”

“Esta afirmación no tiene sentido –dice Fernández–. La letalidad del SARS-CoV-2 está vinculada con una respuesta inmune excesiva e inflamación generalizada. El virus cambió, pero también nosotros, que tenemos una mayor inmunidad”.

“No es cierto que los virus necesariamente evolucionen hacia mayor contagiosidad y menor agresividad. Puede ser, pero no necesariamente es así y no tenemos pruebas aun de que que ese sea el caso de Ómicron, que llegó con el mundo muy inmunizado, por vacunas y por los virus anteriores”, agrega Resnik.

Carl T. Bergstrom, biólogo de la Universidad de Washington, lo desmiente en un hilo de Twitter. “Otra vez más con el antiguo embuste acerca de la virulencia declinante –se queja–.  Puede ser que Ómicron esté evolucionando para hacerse menos virulenta y que Covid continúe en esa dirección. Pero hay poca evidencia de eso y aun menos teoría. Lo que es más probable es que nosotros seamos inmunológicamente menos susceptibles y continuemos siéndolo”. 
 
De acuerdo con Bergstrom, no es inevitable que los virus se vuelvan menos agresivos a lo largo del tiempo. Si esto sucedió con Ómicron (y es muy temprano para asegurarlo) es fruto de la buena suerte. Muchos virus no se atenúan con el tiempo. La influenza sigue siendo mucho peor que un resfrío común; el sarampión, más aún; y la viruela, peor.
 

“Los virus se vuelven menos letales ‘para mantener vivos a sus hospedadores y así transmitirse más’”

Es poco probable que esto juegue un papel en el Covid, dice Bergstrom, ya que la muerte ocurre semanas después de que cesa la transmisión. La virulencia a menudo no responde tanto a un ajuste evolutivo como a una cuestión de suerte. Por ejemplo, las bacterias que causan la meningitis –H. influenzae, N. meningitidis y S. Pneumoniae– se transmiten por gotitas respiratorias y por lo general causan poca o ninguna patología en la nasofaringe. Pero a veces llegan al líquido cefalorraquídeo y en una pequeña fracción de pacientes causan un gran daño. En el caso de la meningitis bacteriana, la virulencia está totalmente desvinculada de la transmisión. En el caso de Ómicron, no solo no tenemos buenas estimaciones de virulencia, sino que la teoría no ofrece una razón sólida para anticipar una evolución en una dirección o en otra. “Mientras esperamos que el polvo se asiente, podemos esperar lo mejor, pero debemos estar preparados para otros resultados”, afirma el científico.

“No habrá muertes por Ómicron”

Para Fernández, esta afirmación es, cuanto menos, audaz, ya que no se secuencian muestras de todos los hospitalizados. “Las ‘muertes en exceso’ son las que nos van a dar el real impacto de esta variante”, subraya la especialista.

“Probablemente habrá muchas menos en proporción, pero de la cantidad imparable de infecciones saldrá un número alto de casos en los que la inmunidad sea insuficiente y algunos de ellos pueden morir”, explica Resnik.

“Ómicron solo se reproduce en la nariz y no daña los pulmones”

Nuevos estudios en animales de laboratorio y tejidos humanos parecen sugerir que esta variante causa una enfermedad más leve que las versiones anteriores del coronavirus porque infecta principalmente el sistema respiratorio superior. Durante el último mes, más de una docena de grupos de investigación analizaron esta posibilidad experimentando con células y exponiendo a hamsters y ratones al virus.  Esta semana, una colaboración de científicos japoneses y norteamericanos dieron a conocer un trabajo en el que reportan que los animales infectados con Ómicron tenían menos daño pulmonar, perdían menos peso y tenían menos probabilidades de morir que los infectados con otras variantes.

Sin embargo, los científicos consultados dicen que todavía es pronto para extrapolar estos resultados a seres humanos. “Ómicron parece tener bastante afinidad y replicar bien en bronquios, así que no sé de donde sale esa afirmación”, contesta Fernández.

Los estudios en células fuera del tejido normal son muy difíciles y sus resultados “en principio, parecen bastante improbables”, afirma Resnik, aunque aclara que tampoco tiene datos en contra de esa hipótesis.

Hozbor destaca que si bien esta variante mostró características diferenciales (por ejemplo, en lugar de ingresar a nuestras células por el receptor ACE-2, como las otras, lo hace por via endosomal; es decir, por compartimentos dentro del citoplasma que funcionan como “transportadores”, y esto podría justificar que ingrese a unas células y no a otras). “Nos falta ver un poco más”, aclara la investigadora.

“Las personas que recibieron tres dosis de la vacuna pueden considerarse fuera de la pandemia”

“No, ni cerca –exclama Resnik–. Están muy protegidos, pero vemos todo el tiempo en Europa y Estados Unidos, que personas con tres dosis pueden contagiarse y transmitir el virus”.

“Ésa es una visión estrictamente clínica y no epidemiológica –destaca Fernández–. Si todavía pueden contagiar, las personas con tres dosis siguen contribuyendo a la pandemia”.

Y concluye Guillermo Durán, director del Instituto de Cálculo de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA: “2022 no va a ser ni como 2019 ni como 2020/21. Tendremos que aprender a convivir con el virus y, aunque no volvamos a los confinamientos generalizados, habrá que mantener ciertos recaudos, porque si los números de contagios son muy altos, alguna gente la va a pasar mal”.

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